Las encuestas lingüísticas.
Un atractivo método para ayudar al conocimiento y manejo de la lengua vernácula.
Por allá por la década de los 80, conjuntamente con mi ayudante de cátedra Dª Marina González Becker, preocupados por la indiferencia, cuando no del tedio de nuestros alumnos por la enseñanza, comúnmente tan árida, de la Gramática Normativa , ideamos la actividad de las encuestas lingüísticas, más “amigable” por lo entretenida y nos decidimos a preparar y a editar un libro con el membrete de la UCV (Universidad Católica de Valparaíso) que hasta hoy circula mediante avisos informales de Internet, y que fuera de aquella no autorizada, alcanzó a tener dos ediciones, la primera en 1981 y la segunda en 1984, con un total de 42 encuestas desarrolladas en 368 páginas.
Sin contar la bibliografía, que puede ser muy variable, cada encuesta va dirigida como un censo al público hablante [que deben aplicar los alumnos a un número discreto (no más de 5 ó 6) de familiares, amigos o conocidos] y se divide en dos partes: 1) La encuesta propiamente dicha; y 2) Los antecedentes que hay que tener en consideración para entenderla y evaluarla.
Para resumir, elegiré un tema sencillo y en la forma más abreviada posible : el expuesto en la Encuesta N º 8, que se refiere a la “Ubicación del adjetivo”:
La encuesta.
I.- Elija el texto que le parezca más adecuado para expresar el matiz de augurio funesto o trágico:
–La culebra pasó veloz, como una flecha negra disparada por la fatalidad.
–La culebra pasó veloz, como una negra flecha disparada por la fatalidad.
II.- A veces el adjetivo funciona como explicativo o especificativo según sea su colocación respectivamente anterior o posterior al sustantivo que modifica:
a) Como explicativo no restringe la extensión del sustantivo. Este, a pesar de llevar adjetivo, mantiene su referencia al mismo número de seres u objetos.
b) Como expecificativo restringe la extensión del sustantivo: este, gracias al adjetivo que lo modifica, pasa a referirse a un menor número de seres u objetos.
Anteponga Ud. la letra a) o b) según corresponda:
–Mis buenos compañeros de curso triunfarán.
–Mis compañeros buenos de curso triunfarán.
–Los soldados valientes serán condecorados.
–Los valientes soldados serán condecorados.
–Los edificios hermosos de la ciudad son altos.
–Los hermosos edificios de la ciudad son altos.
–Los viejos tranvías fueron retirados.
–Los tranvías viejos fueron retirados.
III.- Los citados ejemplos A no significan lo mismo que los precedidos de B, ya que el adjetivo cambia su significado según su ubicación respecto del sustantivo al cual modifica. Señale la diferencia explicándola brevemente:
A Un pobre hombre…………………………………………
B Un hombre pobre…………………………………………
A La media altura (chilenismo)……………………………...
B La altura media……………………………………………
A Cierta noticia …………………………………………….
B Noticia cierta ………………………………………….....
A Es un simple soldado…………………………………….
B Es un soldado simple…………………………………….
A Compraste una nueva casa……………………………….
B Compraste una casa nueva……………………………….
A Al desayuno tomo pura leche…………………………….
B Al desayuno tomo leche pura…………………………….
Antecedentes para el alumno encuestador.
La colocación del adjetivo calificativo español respecto del sustantivo es por lo común libre, aunque no caprichosa, ya que la alteración de su lugar permite expresar claros matices estilísticos o de significado que son de fácil e inmediata comprensión:
I.- Diferencia estilística, de acuerdo con el interés o la atención que el adjetivo expresa en relación con la persona, animal o cosa que se manifiesta en el sustantivo. Así, si el adjetivo está antepuesto, el interés se concentra en la cualidad de lo mencionado. Si, por el contrario, aparece pospuesto, el hablante marca su atención más en el objeto que en la cualidad. Compárese al efecto: “un viejo jardín” con “un jardín viejo”, donde el primer ejemplo implica un contenido teñido de mayor emotividad o poesía, en tanto que el segundo nos pone frente a una aseveración más objetiva y empírica. (preg. Nº 1).
II.- Diferencia lógica. Se presenta comúnmente cuando el sustantivo (por ejemplo árboles) va actualizado por medio del artículo definido o de algún adjetivo determinativo (ambos inventariables dentro del sistema de la lengua y todos normalmente antepuestos al sustantivo, como algunos, bastantes muchos, pocos, mis, ciertos, tales, unos, etc.) o calificativo (no susceptible de inventario), también antepuestos, caso en el cual no restringen la extensión del concepto expresado por el sustantivo, o sea, se aplican a todos los objetos o entes nombrados por el sustantivo. “Los viejos árboles cayeron”, “Algunos, muchos, mis, ciertos, pocos, tales, unos árboles cayeron”, etc. se refieren a la totalidad de los árboles que han sido mencionados, pues todos cayeron. En cambio, si el adjetivo calificativo se pospone: “Los árboles viejos cayeron”, sólo alude a los que estaban viejos, restringe así la extensión del significado del sustantivo. En cuanto a los adjetivos determinativos, puede suceder a veces que se pospongan al sustantivo. En dicho caso llegan a ser restrictivos: aluden sólo a unos cuantos árboles caídos, v. gr.: “Arboles cayeron algunos”, Arboles cayeron bastantes”, “Arboles cayeron pocos”, “Con el temporal cayeron árboles. Muchos, muchos cayeron.
III.- Diferencia léxica: Fuera de los dos casos anteriores, que son más bien sistemáticos, existe en nuestra lengua un número bastante reducido de adjetivos calificativos que significan algo diferente según se sitúen antes o después del sustantivo. Su exacta enumeración escapa a los límites de un sistema gramatical cerrado y cae solamente dentro de la arbitrariedad con que va evolucionando el léxico, esto es, el vocabulario. Compárese por ejemplo: “La presentación del humorista fue un triste episodio” con “La presentación del humorista fue un episodio triste“; y La presentación del muchacho asaltado fue un triste episodio” con “La presentación del muchacho asaltado fue un episodio triste”.
A las listas que circulan en las gramáticas y en los diccionarios habría que añadir diversos usos dialectales, como en Chile los de los adjetivos medio, -a (‘algo’, ‘a medias’) y manso, -a (‘pacífico’, ‘tranquilo’,‘apacible’), cuando antepuestos al sustantivo llegan a significar algo así como, ‘enorme’, ‘descomunal’: “El medio porrazo que sería” (“Juan Zapata, Cateador, p. 21); “Cuando al minero se le ocurrió mirar por la ventana…, ¿no divisó en la pieza dos mansos esqueletos que bailaban la cueca” (Óscar Castro, “Llampo de sangre”, p. 97).
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