viernes, 27 de abril de 2012

Una carta entre lingüistas sobre ciertos verbos intransitivos del Español. De Félix Pettorino a Dra. Margarita Makuc

Estimada Dra. Margarita Makuc Sierralta, estimada colega y amiga:

Sin el menor ánimo de crítica, (ya que se trata de un tema algo espinudo y no tratado en profundidad, y menos aún exhaustivamente), te contaré brevemente mis escasas experiencias acerca de los verbos intransitivos inergativos puros o inacusativos, que (como ciertamente tú ya muy bien lo sabes), están esporádicamente tratados en varios capítulos de la enorme “Nueva Gramática de la Lengua Española” de la RAE del reciente año 2009.

Lo poco y nada que sé se podría resumir en lo que te expongo a continuación, a título de mero comentario, a ver si encuentras algo, una idea o un dato (por pequeño que sea) para tu interesante investigación en proyecto. Como defensa ante el trato superficial del tema, recuerda que soy un profe ochentón, que ha tenido que aprender estos descubrimientos  de los gramáticos minimalistas de hoy, que (top secret) no les gustan para nada a algunos actuales un poco menos antiguos que yo, como don Manuel Seco Reymondo, quien estima que estos estudios son una suerte de visiones microscópicas, algo así como miniaturas del lenguaje, en que los infinitos y tupidos arbolitos que se van descubriendo casi-casi no permiten ver el bosque… Y, bromas aparte, a pesar de que es el profesor Ignacio Bosque el encargado de los dos volúmenes, cada uno notoriamente mayor que la GRAE de 1931, ¡de algo más de mil  paginitas en total! ¡Menudo trabajo tienen los profesores de hoy!

Vamos a lo que creo que sé, a ver si con algo pudiera ayudar, al menos con el estímulo de mis palabras a tu importante investigación.

Hay ciertos verbos intransitivos que admiten ocasionalmente ciertos usos transitivos, como caer, crecer, llegar, morir, nacer. Suelen denominarse inacusativos o semideponentes. Son obviamente un subgrupo de los intransitivos. Los demás v. intransitivos suelen denominarse intransitivos puros o inergativos y rechazan las particularidades de los inacusativos, que los acercan a los transitivos.

Los verbos inacusativos son verbos intransitivos que poseen propiedades en común con los transitivos. Por un lado los sujetos no son propiamente agentes, por los que se asimilan a los complementos directos de los verbos transitivos. Por otro lado hay que recordar que en la lengua medieval admitían la constr. con ser + participio pasivo (Fue nacido o Fue nado). Admiten además cláusulas absolutas: Pasado el peligro…, Desaparecido el dictador…, Llegado el otoño… Los otros intransitivos, llamados puros o inergativos, que rigen un sujeto agente, al estilo de “Nosotros viajamos por toda la zona austral de Magallanes”, rechazan estas particularidades y no admiten construcciones con la función de claúsulas absolutas: *Viajados ya a Copiapó, nos dirigimos al hotel”. Salvo en el uso participial adjetivo puro, que se estima como inergativo, “Juan es un hombre muy viajado”, esto es, ‘que ha viajado mucho’, nos damos cuenta al tiro de que aquello (lo primero de arriba. que, como lo sabes,está marcado con un asterisco) no es español…

Construcciones inacusativas: Se forman con verbos inacusativos. Muestran rasgos de los v. deponentes latinos (pasivos con sentido activo). Y en la lengua antigua, particularmente durante el medioevo, construían sus tiempos compuestos  con el aux. ser como pasivos o semideponentes:  “Cuando sea nacido el príncipe heredero…”; Quedan en el español actual algunos restos de aquello, como “cuando sea llegado el momento. Como acabamos de apreciarlo, una característica de estos verbos es que llegan a tener una interpretación activa (y no pasiva) cuando modifican a un sustantivo: “Un regalo caído del cielo” = ‘que ha caído del cielo’; “una chica bien crecida = ‘que ha crecido mucho; “Un niño nacido ayer” = ‘que nació ayer’; “"El asaltante  muerto de un balazo, cayó desde el techo"; etc. Parecería que solo el verbo intransitivo inacusativo puede pasar “dialectalmente hablando” a regir complemento directo; no así el inergativo puro que admite en el español común o general (no dialectamente) el uso transitivo:  “Corrí cien metros”; “Mañana corro la maratón”; “Gané corriendo a la yegua Julieta”; "Bajé el cerro", "Subí la escala".

         Ahora bien, en lo que respecta a Chile, según lo que me parece haber leído u oído (no investigado en profundidad, como tú lo haces tan bien)) en la zona Austral, desde Chiloé (tú agregas hasta Magallanes), ha prosperado un uso dialectal que consiste en emplear verbos  intransitivos inacusativos como si fueran realmente transitivos. Así, por ejemplo, el DECh, en su tomo I de 1984, p. 726, anota como 6ª acep. causativa o “factitiva” de caer la tr. fam. (hoy colql.) ‘botar’ ; ‘hacer o dejar caer’, aplicable solo a las regiones de Los Lagos y Chiloé. Hay dos ejemplos del autor chilote Agustín Álvarez Sotomayor: “Ten cuidado, no caigas ese tintero”; y “Tuve que caer un árbol del monte”. Por su parte, en el tomo I del NDECh ( IX del DECh) se consigna como 7ª acep., con las mismas referencias toponímicas,. la colql. de ‘botar (alguna cosa)’, ‘hacer(la) caer o dejar(la) caer’ del mismo autor chilote. Ambas versiones del DECh, consignan también un uso similar para crecer: ‘criar (a alguien) (p. 570 del NDECh): ‘criar (a alguien), con un ej.de Oroz, p. 449, 1966, como “Voces de la zona de Chiloé”): Por mi parte, he hallado, además, un uso tr. fest. y colql.del verbo salir, que está incorporado en el DECh, , 4ª acep., (pp. 4172 y 4173):’ expulsar, ‘obligar a otro(s) a abandonar el lugar donde est(án)’. Los dos ejemplos encontrados son impersonales de 3ª pers. pl.: “Se lo pasó pidiendo una salida al mar, y tanto jorobó, que al final lo salieron a él”(diario La Estrella de Valpso 17176, 1979); y “Salieron a la Juana por ladrona” (4º tomo del Dicc. de l presbítero Manuel Antonio Román, s. v. salir, año 1916-1918).

Pero hay también un hecho de lengua (que no parece ser dialectal) que consiste en convertir verbos intransitivos de movimiento, que son inergativos, ya que incluyen la mención o alusión a un agente del traslado, como bajar, caminar, correr, galopar, saltar, subir, entrar, trotar, etc., y que muy fácilmente se transfiguran en transitivos causativos inacusativos, con el sentido de ‘hacer bajar’, ‘hacer correr’, ‘hacer saltar’, ‘hacer subir’ (a alguien a a algo). Ej. de los dos casos extremos: “Mientras yo subo, tú subes los regalos”; “De vuelta de vacaciones entré a la casa y no tuve quien me entrara las maletas”. Pero existen también casos extraños como el del verbo ir, (el del movimiento puro): se resiste a estas conversiones.

¿Qué podría hacerse ante un tema de este calibre?

Primero: Me parece adecuado intentar hacer un inventario tan completo como sea posible de los intransitivos usuales en diversas localidades de la región de Magallanes divididos en los dos grupos de inergativos e inacusativos, cada verbo con los ejemplos de textos que los encuestados o entrevistados de la zona austral de Chile (Chiloé a Magallanes) pudieran aportar. Me parece evidente que el fenómeno no es puramente magallánico, sino también chilote y, a lo mejor, originariamente chilote).
Segundo: Presentar los textos aportados de Chiloé a Magallanes con la opinión de usuarios entendidos de otros lugares al norte de Chile (o también de regiones limítrofes argentinas, para apreciar si estos usos son tan típicamente australes chilenos como parece)
Tercero: Esforzarse por lograr la convicción , mediante lecturas de textos en español común, por ejemplo de algunos autores peninsulares muy conocidos de ayer y de hoy y encuestas y entrevistas o búsquedas de usos transitivos de verbos intransitivos inergativos (como “Entré a la casa” frente a “Entré el perro a la casa” de si en estos casos cabe hablar de uso dialectal inacusativo de un verbo inergativo (a mí me parece que no), y no de un empleo que es más bien  propio del panespañol o de otros lugares en que se habla nuestra lengua  y que, en ningún caso, podrían llegar a estimarse como un dialectalismo, o bien, que se trata más bien de un dialectalismo compartido, además de Chile,  por usuarios de otras regiones del hablar hispánico. Esto permitiría restringir el inventario de los verbos intransitivos que admiten en nuestra zona austral el uso inacusativo.
Cuarto: Tu investigación podría presentar un mapa de la zona austral de Chile (v.gr.: Chiloé y Magallanes) en que estén marcados con puntos o de otro modo las localidades o las zonas donde se han descubierto los dialectalismos inacusativos y las que son reacias a ello.

Por último, al margen de lo expuesto, creo que los dialectalismos suelen ser no solo fonológicos, como la neutralización en la posición distensiva de la sílaba de /l/ con /R/ en favor del archifonema /L/ (Vor a il” por Voy a ir”); (o también /R/ (¿Un sanguchito ‘e parta? por ¿Un sanguchito ‘e palta?),  sino básicamente fonéticos, como [f] > [x] en [fué] > [xué], por asimilación regresiva del wau, común en casi todo el español popular hablado en Chile. Creo que no cabría hablar, en ninguno de estos casos, de “subdialectalismos magallánicos”, ya que abarcan, no solo el habla popular de Chile, sino muchas otras hablas vulgares del español americano y hasta peninsular. Este tema está desarrollado, entre otros trabajos por la Fonética Chilena que obsequié a la Biblioteca de la U. de Magallanes,
Bueno, mi querida y bien admirada Margarita. Eres una flor lingüística en la primavera de la vida. Los botones excelsos como tú son extremadamente escasos. Y hay que cuidarlos para que den los abundantes frutos que de ellos se esperan. He hecho modestamente lo posible, no tanto por ayudarte, sino por parlotear familiarmente para estimular tu trabajo en el área de la investigación dialectal de tu amada querencia, el magnífico y exuberante territorio magallánico, que tuve la oportunidad de admirar y de gozar en la plenitud de toda su natural y maravillosa grandeza.
Recibe un apretado abrazo de tu colega y amigo Félix M. Pettorino.

miércoles, 25 de abril de 2012

Presentación del DECh por Alfredo Matus Olivier, director de la Academia Chilena de la Lengua.

UN DICCIONARIO PARA LA BIBLIOGRAFÍA CLÁSICA CHILENA

Entre las competencias lingüísticas del ser humano está la del denominar (onomázein). No una más entre otras, sino configuradora de todas las demás. Hablar es, antes que nada, denominar, dar nombres. Operación nada sencilla, nada inocente, toda vez que  implica la compleja tarea de enfrentarse al mundo (realidad), ordenarlo, segmentarlo, articularlo humanamente. A este mismo tipo de gestión idiomática pertenece  la delicada faena de rotular un texto, de titularlo.
He aquí un texto lingüístico fundamental, monumento y signo. Y he aquí un título certero: “Nuevo Diccionario de Chilenismos y de otros usos diferenciales del Español de Chile”. Aquí está todo dicho, aquí se delimita rigorosamente un objeto, se segmenta y categoriza una porción de  esta inmensa realidad  en que nos movemos. Tipológicamente (género próximo) es diccionario, repertorio o colección codificada de “actos de habla de respuesta” como diría Lara. Y es nuevo, o renovado, con lo que se inserta en una concepción contemporánea de la lexicografía: no se trata de obra terminal, sino abierta a los pulsos de la historia. Aquí hay movimiento, aquí hay diástole y sístole, aquí hay manifestación del hacerse de la lengua española en su circunstancia chilena. Y es ejemplificado, vale decir, empíricamente fundado en textos auténticos, única obra lexicográfica chilena, hasta ahora, que, de modo estricto y sistemático, respalda todos los usos con material empírico de primera mano. Pero hay más en este título cabal que nos dice, en primerísima instancia, lo que cabe esperar de sus contenidos. Y es que utiliza ese recurso sinonímico de la estructura de equivalencias “y de otros”. Cuando Delia Domínguez llama a uno de sus libros más potentes “La gallina castellana y otros huevos”, la “gallina castellana” queda subsumida en la categoría de los “huevos”. Así también, cuando Manuel Antonio Román rotula su conocido “Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas” (1901- 1919), hace transparente, casi de un modo ingenuo, su concepto de chilenismo, el que queda incluido en la categoría de las “voces y locuciones viciosas”. En este “Nuevo Diccionario”, se hace prístina la concepción subyacente de chilenismo, ahora de un modo nada ingenuo, sino teóricamente fundado, en la fórmula “y de otros usos diferenciales del español de Chile”. Significa que se concibe al chilenismo simplemente como un uso diferencial, diatópicamente diferencial, y, de ningún modo, como un “uso exclusivo” del español de Chile. Se sabe la larga discusión teórica a que ha dado lugar el concepto de chilenismo, o de americanismo en general, o simplemente de regionalismo, localismo, en fin,  de esa lexicografía de –ismos, a que se refiere críticamente Lara. Aquí se sale triunfante de la polémica con un concepto operativo que solo se radica en una lexicografía de uso diatópicamente diferencial. Elocuente muestra de auténtica lexicografía realista. “Hemos querido ratificar así -dice el Prefacio- el propósito del DECh que es y ha sido siempre el de presentar la imagen más precisa, diversificada y completa posible del universo léxico- cultural diferencial del Español de Chile..., a fin de que continúen manifestándose a través de sus páginas los aspectos más significativos del estilo de vida y de personalidad del pueblo chileno y del medio físico, biológico, histórico, social y cultural en que ha ido desenvolviendo su existencia como nación desde mediados del siglo XIX hasta la fecha. A partir de esta perspectiva, el DECh “no pretende ser otra cosa que un documento de trabajo dirigido en calidad de propuesta a los estudiosos, a fin de que puedan analizar, cotejar y juzgar los datos investigados con la mayor extensión y objetividad que nos ha sido posible”.
¡Feliz “documento de trabajo”, potente propuesta a los estudiosos es esta, que tenemos que agradecer! Resulta difícil imaginar una actitud más honesta, más sólidamente fundada, más éticamente comprometida con la complejísima realidad del léxico diferencial de una lengua histórica como el español.
Constituye auténticamente un honor el que se me concede: el de trazar algunas palabras de presentación del “Nuevo Diccionario Ejemplificado de Chilenismos y de otros usos diferenciales del Español de Chile” (NDECh), puesto que, sin duda, se trata de una obra señera de la lexicografía diferencial chilena, no una más entre otras, sino la única eminente que ha ocurrido, hasta la fecha, en nuestra historia cultural. Presentarla aquí no constituye más que un acto simbólico, puesto que el DECh y NDECh ya se han entronizado en nuestra historia, desde hace unos seis lustros, como uno de los referentes imprescindibles de la lingüística chilena y de la bibliografía humanística nacional e hispanoamericana. Pocas naciones de Hispanoamérica pueden hacer gala de una obra lexicográfica de tal entidad. En realidad, sólo se me ocurre nombrar a México, con el monumental proyecto de Luis Fernando Lara, que ya ha dado nacimiento a diccionarios de alta calificación científica y se proyecta, por sus innovaciones, como una de las escuelas metalexicográficas más importantes del mundo románico e hispánico. Félix Morales Pettorino ha logrado crear una sólida tradición lexicográfica, con continuidad y proyección histórica, y formar discípulos de alta competencia científica como Óscar Quiroz Mejías, Dora Mayorga Aravena y Patricia Arancibia Manhein, desarrollando, asimismo, una saliente actividad metalexicográfica: baste recordar que el edificio de este diccionario, toda su organización macro y microestructural, se asienta en una sólida base lexicológica, metalingüística, manifestada principalmente en el notable Estudio Preliminar, de Félix Morales Pettorino y Óscar Quiroz Mejías, obra galardonada, en 1981, y publicada por el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas. Este Estudio constituye una auténtica planta lexicográfica, lingüísticamente fundada, y su publicación independiente, en formato de libro, representa una excepción en las prácticas de la lexicografía hispanoamericana. La construcción está sólidamente proyectada y planificada de acuerdo con los principios de las ciencias del lenguaje contemporáneas. En mis cursos de la Escuela de Lexicografía Hispánica, realizados, en Madrid, desde 2002, en el programa de maestría organizado por la Real Academia Española, recomiendo la lectura de este Estudio como un modelo ejemplar de planta. Las complejas decisiones que el lexicógrafo debe asumir en su práctica encuentran, en este trabajo, un paradigma lingüístico y lexicológico de primer orden para el respaldo de su praxis: las páginas relativas a la marcación de los lemas, al complejo asunto de la contrastividad diatópica, a la discusión sobre la pertinencia y el tratamiento de las siglas, de los tecnolectos y gentilicios, me parecen de verdadera entidad.
Se dan, pues, todas las características de lo que se puede llamar, con propiedad, un quehacer académico científico superior: labor lexicográfica significativa y permanente, ya por más de treinta años; concepción metalexicográfica original, formación de discípulos que proyectan el trabajo hacia el futuro. Muy tempranamente, después de haberse producido el gran movimiento metalexicográfico de los años setenta (Josette Rey- Debove, Ladislav Zgusta, Jean y Claude Dubois, más tarde Günther Haensch y Reinhold Werner), que significó una renovación sustancial de la lexicografía y su institucionalización como fundamental disciplina lingüística, en manos de lingüistas y no de ilustres aficionados, ya se habían iniciado los trabajos preliminares del DECh. No puedo olvidar que, ya en 1971, la Academia Chilena de la Lengua otorgó su Premio anual al trabajo de Félix Morales Pettorino, “Los verbos en EAR en el Español de Chile”.
Aplaudo a la Universidad de Playa Ancha, que ha sustentado significativamente esta empresa, que ha sabido comprender que el “objeto diccionario” es algo más que un mero catálogo descriptivo del léxico, simple acumulación de palabras, como en el primer Neruda, arrogante, de la “Oda al diccionario”, cuando el poeta recibía las palabras directamente del Sinaí granítico y despreciaba ese “lomo de buey, pesado cargador, libro espeso”, “tumba, sepulcro, féretro, túmulo, mausoleo”. Esta prestigiosa Casa de Estudios ha comprendido lo que muchos lingüistas todavía no comprenden: el que, en rigor, el diccionario monolingüe se erige como una representación de la realidad social y de una memoria colectiva, que constituye el punto de referencia de todo hablar que quiera tener sentido en la sociedad. Esta naturaleza radicalmente social, en la concepción de Lara, se  basa en la existencia de una memoria colectiva de la lengua y en la institucionalización de la posibilidad que tienen los miembros de la sociedad de preguntar y recibir respuestas acerca del significado de las “palabras”. Concepción poderosamente intuida por el segundo Neruda de la Oda:
                           
                                       preservación
                                       fuego escondido,
                                       plantación de rubíes,
                                       perpetuidad viviente
                                       de la esencia,
                                       granero del idioma.

Este carácter cultural del diccionario lo hace tema de una elaboración que la lingüística debe tomar en cuenta, si lo que pretende es verdaderamente conocer todas las dimensiones del lenguaje, que es lo que corresponde a una auténtica lingüística pragmática. Gracias a la labor de estos pioneros de la nueva lexicografía (y de la metalexicografía), hoy se ve instalada entre las ciencias del lenguaje no sólo como una disciplina legítima, sino nuclear, para la comprensión del modo de comportarse el centralísimo componente de las lenguas, el léxico, y, de este modo, de la aprehensión lingüística de la realidad, de su organización humana, de su segmentación, de su categorización. Sin  más, de la delicada operación aristotélica del onomázein. Esta no es sólo faena de dioses, en las teogonías ancestrales de la religiones, ni sólo ocupación de hombres originarios, de un Adán y Eva primordiales, y no sólo de los denominadores de las ciencias y las tecnología, ni sólo de los astrónomos con sus Big Bangs y sus supernovas y hoyos negros, sino de cada uno de nosotros, cotidianamente, en el día a día de la faena lingüística. Nada menos que de eso se trata en un diccionario monolingüe, semasiológico, diferencial, como el DECh y el NDECh.
En mi trabajo de 1998, “Períodos en la lexicografía diferencial del español de Chile”, editado por la Real Academia Española, discierno tres grandes módulos históricos en la historia lexicográfica nuestra: el primero, de tipo técnico, impresionista, en manos de eminentes legos, ad náuseam, predominantemente normativo (Z. Rodríguez 1875, C. Ortúzar 1893, A. Echeverría y Reyes 1900, M. A Román 1901-1919, J.T. Medina 1928 y J.M. Irarrázaval 1945); el segundo, de transición, a cargo de académicos de la lengua, grupo siempre heterogéneo, aunque ya  con el aporte de filólogos y lingüistas y el resultado de una obra mixta, descriptivo- normativa (Academia Chilena 1978); y el tercero, con enorme salto cualitativo, decididamente científico-tecnológico, bajo el cuidado de lingüistas científicos, y representado, hasta ahora, única y exclusivamente por el monumental DECh, Morales Pettorino 1983-1987, suplementado en 1998 con un quinto volumen, y luego, su ultimísima edición NDECh 2006, que ahora saludamos, conjuntamente con su nuevo suplemento, los tomos IV y V del NDCh, correspondientes a los volúmnes IX y X del DECh. “Nuevo suplemento” lo llaman sus autores y creo que pecan de modestia. Cosa o accidente que se añade a otra cosa para hacerla íntegra o perfecta”, reza, en su defectuosa definición, el diccionario oficial académico, y aquí no se trata de meros añadidos. La operación que realizan los autores representa un esfuerzo por poner en sintonía el diccionario con los movimientos de una lengua viva – y cuán viva y en ebullición – y con los pulsos de la historia. Su propósito fundamental es, como afirman ellos: “corregir, adicionar, actualizar y suplementar el DECh y el NDECh”, solo que esto, que parece tan simple, se traduce en una faena ardua, larga y compleja, de rigorosa paciencia y delicada orfebrería. Entre muchos otros aportes de este “nuevo suplemento”, vale recordar los siguientes: un afinamiento en los criterios de una diferencialidad inteligente, que supera la tradicional dicotomía maniquea “España (-) – Chile (+)”, para considerar también la frecuencia de uso de las voces que pueden ocurrir diatópicamente en ambos espacios contrastados; un enriquecimiento de la nomenclatura con lexías correspondientes a las nuevas tecnologías (especialmente de la computación) y los nuevos usos y costumbres de una sociedad en progresiva globalización; un enfoque lexicográfico que se adelanta a los cambios, en momentos de aceleración de las modificaciones en las pautas culturales, asumiendo el riesgo de inventariar lo efímero, imprevisible; una enmienda sustancial de definiciones y acepciones; una renovada representación fonológica de  expresiones de estructura extranjera; todas mejoras intrínsecas que tienen como único y auténtico fin atender al compromiso ético de servir sumisamente al destinatario ideal del diccionario, dueño y señor, lector in fabula“que, también en materia lexicográfica, “siempre tiene la razón”. Hago sinceros votos por que este “suplemento” sea realmente un “modelo futurista”, como dicen sus progenitores, y que pronto se emprenda la anhelada refundición del DECh con el NDECh en lo que constituirá un magno tesoro lexicográfico de nuestro ser histórico. Así, “dando por soñado lo vivido”, se realizará el sueño de los autores y, sin duda, el de los destinatarios.
El gran Samuel Johnson escribía en el siglo XVIII: “Los diccionarios son como los relojes, el peor es mejor que ninguno; y del mejor tampoco se espera que sea exacto”. Y qué bueno que así sea, porque el diccionario, el verdadero, el realista (el del realismo platónico), no puede ser de otro modo si quiere cabalmente “decir las cosas como son” puesto que intenta representar la complejísima realidad de la lengua, objeto histórico que nunca se detiene, que está permanentemente haciéndose en la actividad de los hablantes. Por eso, al igual que las lenguas, un diccionario de uso no está nunca definitivamente terminado sino que se está configurando al seguir los latidos de la historia, que representan el humano constituirse. Y aunque el DECh y el NDECh no sean del todo exactos (nunca, ningún diccionario lo ha sido, ni podrá serlo, dado que recubre esa realidad movediza de la lengua, esto es, siempre se le mueve el piso, por lo cual nunca llega, nunca alcanza, nunca satisface completamente, es sobrepasado por la enérgeia y el universal de la creatividad), aunque el DECh no sea del todo exacto, digo, exhibe unos quilates de excelencia que lo hacen obra lexicográfica señera de la lingüística chilena e incluso de la lingüística hispánica sin más. Monumental, en lo cuantitativo; moderna, solvente, rigorosa, fundada, en lo cualitativo. Celebro, por ejemplo, la riqueza y adecuación semántica de sus definiciones, piedra de toque de toda lexicografía; la excelencia en la concepción, en la metodología y en los resultados; la sólida base del sistema conceptual subyacente que recubre los principales sectores de la realidad nombrada; aplaudo la estricta consistencia interna de sus exploraciones (lexicogénesica, semasiológica: acepciones, y onomasiológica: sinonimia); me admiro de la riqueza del contenido proposicional de sus artículos, especialmente en la categorización sistémica (gramatical) y en su cuidada marcación variacionista.
Y, por todo esto, y mucho más, que el rigor del espacio me fuerza a callar, en nombre de la Academia Chilena de la Lengua, felicito hondamente  a D. Félix Morales Pettorino, lingüista y maestro de la lexicografía chilena, autor y alma mater de esta magna empresa, y al equipo del DECh, así como a la Universidad de Playa Ancha, especialmente en la persona de su ex Rector, D. Óscar Quiroz, lingüista y lexicógrafo de vasta trayectoria, y a la Editorial Puntángeles de la Universidad de Playa Ancha,  a cargo de una cuidada y pulcra edición, por esta obra mayor de las letras nacionales, definitiva para los estudios lexicológicos chilenos, que ya ha pasado a pertenecer, con plenos derechos, a la bibliografía clásica chilena.
El 10 de marzo de 1750, don Juan de Yriarte, en su discurso “Sobre la imperfección de los diccionarios”, leído en la Real Academia Española, decía: “Siempre que considero, Excelentísimo Señor, por una parte la suma importancia de los Diccionarios, y por ótra el atraso en que se hallan, aun después de tanto como se ha trabajado en su perfección, no puedo menos de extrañar la lentitud de sus progresos, y lamentarme de la desgracia de las lenguas, que ni por antiguas, ni por modernas, ni por muertas, ni por vivas han podido lograr hasta ahora un Diccionario completo: como si fuese destino ó fatal propiedad suya el necesitarse de más siglos para la colección de sus vocablos, que para la formación de ellas mismas”. Esta magnífica nueva edición del DECh nos muestra, con su excelencia y  nobleza, que -como dice el proverbio oriental- “el camino es la meta”. O más exactamente, como sostenía el gran Goethe: “Que no puedas llegar nunca, eso es lo que te hace grande”.

El padre habla a los hijos en el aniversario de la mamá. De Félix Pettorino.



Palabras del papá Félix
a cada uno de sus siete hijos
en el momento de la entrega el 23.05.09
de la autobiografía titulada
 “Amor de Estudiantes”.
evocación de los inicios de la vida en común.

A mi querido hijo Félix Eduardo, el primogénito, en el Día del cumpleaños de mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, Nonín! (hoy, “Nonotuli”, cuya férrea fortaleza por fuera, y tierna blandura por dentro son bien conocidas). Siempre he admirado tu “racionalismo”, tu criterio lógico a la vez que práctico y preciso. Lo que sueles afirmar con convicción casi siempre es necesario y verdadero, pues con frecuencia va reforzado por antecedentes tan seguros como incontestables. (Perdón por el casi, todos estamos expuestos alguna vez al error). Te sabes mover empírica y técnicamente, pero sin dejar de manifestar el cariño interior que atesoras para todos cuantos te queremos.

Como siempre, te deseo en esta ocasión un futuro esplendoroso junto a Helga, tu fiel y carismática compañera de ruta. Y también a tus dos parejas de retoños: Pauli y Angelita;, las dos bellas niñas promisorias de tan buenos augurios en sus actividades profesionales, que ellas, con espíritu realmente cristiano, han sabido volcar hacia fructuosos logros humanitarios; y Esteban y Marco, los dos animosos varones que ya están conquistando con notable eficacia, el primero, el mundo de las estrellas no hollywoodenses; y el segundo, el universo de las redes informáticas, cuya “pesca” en el anchuroso océano de las comunicaciones suele ser asaz generosa.

Este 21 de mayo del año 2009 ha sido para mí la ocasión propicia para hacerte el obsequio de este libro que en buena parte fue redactado por tu madre querida y por mí... y, en un breve, sincero y emocionante trozo, por ti mismo a propósito de nuestras Bodas de Oro.


A mi querida hija Inés de Lourdes, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, mi Nechita, tan tierna, cordial y bondadosa, como su dulce nombre a cada instante me lo indica! La más candorosa niña de todas mis vírgenes de otrora, que ya dejaron de serlo, pero cuya almita llena de amor y de fe, sabe esconder un baluarte tanto o más sólido que el de la “blanca montaña” de nuestro himno nacional. Basta apreciar lo que has logrado hacer, no sólo como profesional, sino como leal amorosa e incondicional esposa y madre de tus tres promisorios retoños: Roberto, el probo y reflexivo ingeniero eléctrico de gran porvenir; Albertito, el futuro profesional inteligente y honesto; y Natalia, la amorosa chica de un sinfín de virtudes creativas. Desde aquí lejos, vaya un cariñoso saludo para Ricardo Corazón de León.

Recibe esta ofrenda de recuerdos familiares, en el dia del cumpleaños de tu madre tan querida, a la que acompañaste con tus oraciones y cantos hasta el mismo momento en que ella entregó su alma a Dios, gesto que jamás acabaré de agradecerte. Me consta además que tu corazón es grande, porque sabes superar con mucho amor y entrega los obstáculos que te va poniendo la vida.

A mi querida hija Patricia JImena, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).
–¡Hola, mi Patty querida, la “schoenstattiana” que siempre se ha mantenido más cercana a Dios y a la Máter!, la más conocedora y practicante de las ásperas, empinadas, espinudas y pedregosas cuestas que conducen a la Casa del Padre! Te traigo el eterno reconocimiento de mi dentadura, que gracias a tus generosos y útiles servicios profesionales, ha estado casi siempre sana e indolora, igual que fue con la mamá y gran parte de la familia, todo ello otorgado por tus suaves y profesionales manos de odontóloga. Sabemos que seguirás, junto a Andrés, tu amante esposo, en la ruta ascendente de la fe, la esperanza y la caridad, dones divinos que ambos han sabido cultivar de modo inteligente y sin estridencias de ninguna especie. Dios te ha premiado con seis valiosos retoños, empezando por Andresito, el médico-marino aventurero de tan sabias elecciones de vida; y luego la cohorte de médicos y odontólogos (Juan Pablo, Pedrito y talvez Coté), a quienes les deseo un futuro tan exitoso como el de ustedes, incluyendo a aquellas dos hermosas hijas de Eva, María Jesús y Patricia Andrea, que ojalá tengan tan buena elección de compañero de vida como su madre. Y sé que serás muy feliz con tu larga y valiosísima familia hasta que “El Que Todo lo Sabe y Todo lo Puede” te convoque a la primera sesión schoënstattiana en el Paraíso junto a todos tus seres queridos...(incluidos, por supuesto, tus dos viejitos..., siempre que Dios así lo quiera al perdornarme de mis continuos achaques.
Te hago entrega de este testimonio de amor a fin de que lo guardes para siempre en el baúl de tus recuerdos de familia. Sé que tú atesoras también, en tu tierno corazoncito de mujer, los más bellos y gratos momentos de tu radiante vida; pero -por sobre todo- aquel manantial inacabable de las inapreciables virtudes “teologales”, los tres dones divinos más maravillosos que el Patroncito de Arriba suele otorgarles en abundancia únicamente a las almas escogidas.

A mi querida hija Silvia Elena, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, mi Nenena!, la más chiquitita y tan cumplidora como la abuelita Tina, buena conductora de sus hijos, luchadora por los ideales de la familia, solucionadora de todos sus problemas habidos y por haber. No sabes cuán reconocido estoy por tu cariño, revelado en mil actos de atención directa  a Inés y a mí, tus amados padres. Dios te sabrá premiar en vida y después de la vida. Y sé que Waldo, tu sabio e inteligente esposo, y tus retoños te depararán un sin fin de grandes satisfacciones en el camino que te falta por recorrer, que ojalá, sea muy laaaaargo.... Hago un brindis final por el porvenir de Valentina, niña de gran madurez, comprensión e inteligencia; por Ignacio, varón de múltiples capacidades, especialmente humanísticas y musicales; por Maxi, muchacho que con su esfuerzo tesonero y proverbial corrección, espero que logre un hermoso y bien merecido futuro; y por Javi, adolescente completo, servicial y capaz, cuyas virtudes lo van a llevar muy lejos en el largo y feliz porvenir que lo aguarda.

    Tú, que eres aficionada a conservar los recuerdos más preciados del clan, recibe esta reliquia que atesora el Amor, que es lo más grande que hay en una familia cristiana. No sabes cuán agradecido estoy de ti porque has sabido aliviarme de mis tensiones y problemas con el mismo amor que mi madre e Inés tenían para conmigo. Dios te bendiga para siempre por eso.

    Pecando un poquito de actuar como “sanguchito de palta” procedo, pues, con gran cariño y devoción, a hacerte entrega del precioso libro que contiene los episodios y anécdotas más destacados que vivieron tus padres antes de casarse y de cumplir sus sesenta y tantos años de amorosa unión.


A mi querida hija Gloria, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, Glorita, siempre tan alegre, simpática y amorosa!, identificada casi totalmente con el alma de España, la Madre Patria (ella lo es para su esposo “el Gonza”, para sus hijos y lo será para sus nietos). Trabajadora incansable, aunque no fanática de la puntualidad, pero eso no importa tanto: su corazón está con todos y cada uno: marido, hijos, padres, suegros, cuñados, pacientes, etc., a cada segundo del día. Gran y recta personalidad, auxiliadora eficiente, “samaritana terapéutica”, dotada de un gran sentido común, es insustituible, posee una entrega amorosa, alegre, cordial, un modelo de niña. No sabes cuánto te quiero, claro que igual que al resto de tus hermanos, como siempre lo he declarado y manifestado. Me he sentido muy feliz y muy bien acogido al haber llegado a ser de nuevo tu vecino junto a tu buen esposo Gonza y a tu bella progenie, compuesta por ese piloto volador tan premiado por sus virtudes y hazañas; y  por las Tres Gracias que son tus tres hermosas doncellas... Por ahora, ninguna todavía se ha atrevido a llegar al umbral de un templo que las conduzca hasta el altar del brazo de su “príncipe azul” por amorosa y deseable eterna compañía... Pero cuando llegue la hora, sonarán campanas de verdadera “Gloria” en amorosa y anhelante espera del acrecentamiento de la tribu.

En este acto procedo a hacerte entrega de uno de los tesoros más valiosos que almacenaba en mi corazón, porque era a la vez el secreto más celosamente guardado entre tu amada madre y yo. Sé que te vas a entretener, porque eres buena lectora. Ojalá no me encuentres muchas faltas y si las encuentras, perdónamelas en nombre del amor que te te tenemos todos sin excepción...

A mi querida hija Magali del Carmen, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).
–¡Hola, Mayita!, ¡qué niña más correcta y ansiosa de perfección! Heredó de su madre el amor irreductible por la sinceridad y por la verdad a toda costa, ¡aunque duela! Profesional, esposa y madre que cumple todos y cada uno de los requisitos que difundió Fray Luis de León, sacerdote dominicano que hacia fines del siglo XVI escribió el “Manual de la Perfecta Casada”, con consejos que Mayita, aún sin conocerlos, practica con gran devoción. ¡Dios sabrá premiar con creces todos los trabajos y sacrificios que haces continuamente por lograr la perfección en ti y en todos los tuyos! Tienes como real tesoro, fuera de tu maridito, a tres retoños súper capos, que (¡lo doy por firmado!) darán mucho de qué bien hablar en los años que vengan. ¡Son todos tan simpáticos e inteligentes! Empezando por Jorgito, niño afectuoso, sincero, honesto, inteligente y de gran porvenir; María Paz, lola tierna, amorosa y de notables prendas humanas, comparables a las de Inés, su madre y abuela materna; y Pablito, el chico alegre, desbordante de histrionismo y de buen humor, similares a las condiciones que en este aspecto manifestaba constantemente José Pío, mi querido padre. Perdona si alguna vez te he herido con mis palabras, pero ten la seguridad de que es así porque te quiero mucho y solo pretendo con mis vehementes consejos que seas la niña alegre, bondadosa y feliz que siempre he conocido.
Amada Mayita, quiero que recibas con este libro, la muestra más grande del cariño que sería capaz de ofrendarte. Al despojarme de los secretos de mi íntima relación con tu querida madre, te darás cuenta de que sólo soy un hombre cualquiera, pues descubrirás allí varios, talvez muchos, de mis defectos emocionales. Pero recuerda que, a pesar de todo, siempre fui amado y perdonado por ella. Quisiera que también eso tú lo hicieras conmigo, teniendo presente que el amor entre los que componemos una familia es lo más preciado que puede existir en nuestras vidas.

A mi querida hija Amelia Liliana Paola, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola Amita!, la “benjamina” la más pequeñita, preciosa y carismática chiquilla que he conocido (fuera de la Inés, se entiende), querendona de sus hijitas como hay pocas: Gabita, la niña que es todo corazón, y Amelita, la chica tierna y autovalente como hay pocas... Pero eres, a la vez, madre excepcionalmente abnegada y luchadora por el bien espiritual, intelectual, físico y material de toda tu gente. Estudiosa y trabajadora, ello no te impide servir y atender con solicitud y cariño a todos cuantos te rodean y, por ello mismo, has pasado a ser muy, pero muy querida por todos, sean la familia, los compañeros de trabajo y el real “choclón” de amistades surtidas, dondequiera que se encuentren. Inés y yo nos hemos atrevido a matricularnos en el primer lugar dentro de ese numerosísimo grupo.
    Recibe este “Amor de estudiantes” que supimos disfrutar (y también sufrir) Inés y yo, con una suerte providencial tan fuera de serie, que raras veces se da con esa intensidad en otras parejas de las llamadas “románticas”. A ti sólo te fue posible disfrutar de ese a veces veleidoso amor por un breve tiempo, eso sí que ampliado después en miles de millas tridimensionales, gracias al entrañable cariño mutuo tuyo con tus dos bellas hijas..., a lo cual habría que agregar a nuestra gran familia y a las tan gratas amistades que Dios te ha regalado con tanta generosidad.
No puedo terminar esta breve nota sin confesarte que jamás olvidaré aquellas horas que pasamos juntos, tú devotamente activa y yo durmiendo a retazos, cuando Dios dispuso el último gran viaje de Inés, tu querida madre y amada esposa mía. ¡Cuán dolorosa, apacible, tierna y fuerte fue esa experiencia! La he revivido incontables veces releyendo tu “Dulce muerte”, contenida en el libro que en este acto te entrego.

martes, 24 de abril de 2012

LUCÍA LEZAETA MANNARELLI, GRAN POETA Y NARRADORA CHILENA

Lucía Lezaeta Mannarelli: [15.12.1930]:  Nuestra genuina poeta y notable narradora nació en una propiedad agrícola de sus padres, situada en la zona precordillerana de Los Queñes, en las cercanías de Cunco, próximo a la unión del río Claro como afluente del Teno, a unos cuantos kilómetros de Curicó. Cuando ya era una niña (hija única de padre vasco y madre italiana), sus progenitores decidieron irse a una región más cálida y se trasladaron a Quilpué, donde la matricularon en el Colegio de las Monjas Pasionistas, establecimiento en el que Lucía cursó sus primeras letras. Tendría entre 8 y 9 años, cuando empezó a demostrar una bien definida vocación por la poesía al atreverse a remitir su producción literaria a la revista femenina Margarita, cuya administración quedó encantada con el poema original de la pequeña, al publicar entre sus páginas con la oda Al vendedor de gallinas, inspirada en la ternura de la niña al ver a este modesto comerciante ofrecer su mercadería con un canasto bullente de cacareos, que solía vender o hasta trocar por ropa usada para mantener a su familia desvalida.
            Posteriormente, por razones de trabajo, ya que su padre era arquitecto, la familia de Lucía se trasladó a la ciudad de Quillota, donde la chica ingresó al Liceo de Niñas hasta cursar el 3er año de Humanidades, pues el ejercicio de su profesión llevó nuevamente a su progenitor a encontrar un mejor porvenir en la capital, donde nuestra biografiada, ya jovencita, se incorporó al Liceo Nocturno de Adultos Manuel Bulnes, ya que  entró a trabajar en el Ministerio de Hacienda hasta las 18 hrs. de cada día hábil de la semana, con el deseo de ayudar a sus padres. Pero al fin, con gran esfuerzo y perseverancia, logró rendir su Bachillerato en Letras, gracias a lo cual pudo ingresar a la Universidad  Santa María, primero como “técnica en Bibliotecas” (equivalente a la actual carrera de Bibliotecología); pero, como los medios eonómicos eran precarios, prefirió cambiar de rumbo e ingresar al Ministerio del Trabajo a especializarse como “perito tasador” y “martillero de remates fiscales”, cargos que alcanzó a desempeñar durante algunos años, hasta el momento de la exoneración, medida cruel que era muy habitual en aquella época.
            A todo esto, contrajo matrimonio cuando ya era una jovencita “treintañera”, aunque actualmente se encuentra viuda y con una sola hija, que le ha dado hasta ahora solo una nieta; pero Lucía ha preferido vivir “solita, mi alma”, dedicada por entero a la vocación de toda su vida, que es el gran arte de la literatura, y de la formación, a través de talleres literarios, de los futuros poetas y, más en general, de las grandes promesas de las letras chilenas del porvenir...
            Para que nuestros lectores puedan medir con serena justicia la insigne calidad lírica de la sensitiva poesía de Lucía Lezaeta, presentaremos, a modo de simples muestras, estos dos botones de oro:
                                                           T I E R R A.

                                   Están en ti, ¡Oh, Tierra!, los sepulcros
                                   de los muertos míseros y de los soberbios muertos.
                                   En tu descanso duermen los mártires guerreros
                                   y los frágiles infantes.
                                   Bajo tu epidermis queda
                                   el más febril de los poblados
                                   y la flor del místico convento.
                                   En un mismo polvo vacilante y leve,
                                   cual un llano agobiado de sequía,
                                   contemplas la suerte de sonámbulos y ciegos.
                                   Amantes corazones y dolores transparentes,
                                   voraces carniceros, mortajas de violencia,
                                   todo cae a tu cauce en el más perpetuo lecho.
                                   Y tu voz se oye entonces perforando
                                   el acero del orgullo y el rencor de los mortales.

                                                           M A D R E.

                                   ¡Madre, estás ahí sin decir nada!
                                   Se ha secado el agua de tu fuente.
                                   Manantial de palomas que ha volado.
                                   ¿Cuándo la cascada de tu voz
                                   entonó su última plegaria?
                                   ¿En cuál jardín tu sangre canta?
                                   ¡Madre, estás ahí sin decir nada!
                                   Una callada lágrima
                                   en el silencio de tu noche cae.
                                   Tañe lenta desde el Ñuble una campana.
                                   ¿Qué conjuro asedian tus estrellas?
                                   Nuevamente brizna eres en sureña tierra,
                                   nuevamente en letal yermo encapsulada.
                                   ¿En cuál lozano espacio nace tu alba?,
                                   ¿en cuál camino incierto
                                   tu música ronda?
                                   Lentamente te rodearé algún día,
                                   aunque estés ahí sin decir nada.

            Mencionaré a continuación sus libros editados hasta ahora: La lluvia en el cementerio (1976); Poetas de Valparaíso (1979); Antología breve de diez poetas chilenos (1982); La miseria del oro (1984); Poemas de la tierra (1985); Presencia del Mayaca (1986); Cuentos de Llotaqui (1989 y 2001, 2 ediciones); Marejada de fuego (1990); Aquella ciudad lejana (1991); Sonidos de la vida (1996); La puerta del agua (1998); Cuentos de la abuela (2008, por Internet); Los ojos color miel (2008).
            De entre todas esas obras, está en primer lugar el libro de narraciones infantiles Cuentos de Llotaqui (que ya ha merecido dos ediciones), cofre de sueños, experiencias y sabiduría que atesora su alma y en que Lucía nos va prodigando, cual si volviéramos a nuestra infancia más pura, toda suerte de formas, imágenes, ideas y meditaciones tan profundas como inéditas, con las que podremos fantasear, evocar y pensar a nuestro regalado gusto. Y hasta acceder a lo más recóndito de nuestro ser. Y, en segundo término, Aquella ciudad lejana, anhelada añoranza de una especie de Shangri La, donde la Naturaleza es tan espléndida exuberante y benigna, del mismo modo como sólo reina el amor, la solidaridad entre los hermanos de sangre y de vida, la perfecta igualdad social, la libertad bien ejercida por todos y donde no existe lenguaje ni diccionario alguno  que contenga voces tales como sufrimiento, castigo,  envidia, persecución, rencor, odio o violencia.
            Entre sus actividades en pro del eterno surgimiento de nuestra bella literatura, están el de haber sido presidenta del Círculo Literario Quillota durante más de 20 años; fundadora y editora de la Revista de Círculo, que después de 32 años de labor incansable, ya lleva 60 números editados; es presidenta de la Sociedad de Escritores de Valparaíso; editora de la Revista del Pacífico de dicha Sociedad, hasta 1977; jurado en diversos concursos literarios, prologuista de numerosos libros de escritores y, por último,  presidenta actual del Círculo de Escritores de la 5ª Región. Por último, durante 2005 y 2006 fue docente en Literatura para el adulto mayor de la Universidad de Valparaíso, sede Viña del Mar.
            Entre los diversos galardones obtenidos a lo largo de su labor creativa y de direccón de labores literarias, cabe mencionar: Premio internacional Pola de Lena en cuento, otorgado en Oviedo (España) en 1974Premio en Literatura Narrativa, de la Revista Contigo, Santiago de Chile, 1976; Premio Juegos Florales del Mar, conferido por DIGEDER (Dirección General de Deportes y Recreación), discernido en Valparaíso, en 1977; Premio Concurso de Cuentos Julio Silva Lazo, 7ª Región, 1978; Premio Antorcha de Plata en Poesía, SEV, Valparaíso, 1982; Invitación al Simposio Internacional de Literatura Femenina de Latinoamérica, celebrado en Costa Rica, en 1984; Distinción otorgada por el Grupo Literario Ñuble de la 7ª Región, en 1985; Premio Proyección Cultural de Turismo en la 5ª Región, 1990; y Premio Literario Municipalidad de Quillota, otorgado en esa ciudad en el año 1992.. Fue, además, elegida hace algunos años como  la mujer destacada de Viña del Mar.

ALFONSO LARRAHONA K., EL POETA DEL SONETO Y DEL HAIKÚ.

Alfonso Larrahona Kasten [Valparaíso, 23.02.1931]. Alfonso es un precioso don de nuestra hospitalidad inmigratoria. Descendiente de un varón vasco con una frau germana, posee todos los ingredientes para hacer relucir, aunque sea en pequeña parte, el profundo pensar y fantasear de un Baroja o un Unamuno junto al artístico poder vital de un Goethe o de un Beethoven, y lo digo sin querer lastimar su natural modestia.
            Porteño neto, vio la luz del día desde las pobladas laderas del Cerro Santo Domingo de Valparaíso y, para mejor añadidura, se educó en el otrora clásico Liceo Eduardo de la Barra, donde tuvo como maestros a insignes poetas, narradores, o ensayistas, como lo fueron, en orden alfabético,  Abelardo Barahona, Alfredo Lefebvre y Gonzalo Rojas. Pero su vocación como esclavo de la belleza ya estaba en su sangre. Una vez acabados sus estudios humanísticos (adjetivo bien  real que supera a los encuestadísimos media” de hoy), ingresó a la Escuela Normal de Viña del Mar, donde se tituló de profesor y posteriormente ingresó a la Universidad de Chile a estudiar lo que era realmente su vocación, las Bellas Artes (en especial pintura y dibujo). Dos años después de haber recibido el sagrado título, asumió la cátedra correspondiente en la misma institución que lo formó.
            En 1976 se convirtió en Profesor Emérito de dicha Universidad  y poco después jubiló para dedicarse a la diosa que es la pasión de su vida: la Poesía, con cuyo ardiente sentimiento ha logrado engendrar (si así pudiera decirse) una real muchedumbre de entes espirituales primorosos que, por lo común están revestidos bajo la forma de los sonetos y de los haikus. Ambos tipos de “creaturas” se cuentan por miles y lo más extraordinario es que ambos, sin excepción, son más que bellos, excelsos. Pero como “pruebas son amores y no buenas razones”, por convincentes que parezcan, aquí va una diminuta muestra de su gigantesca producción (que suma varios millares), nada más que porque el espacio y el tiempo aéreo y metálico, no me lo consienten, ya que si no, presentaría muchos más..., el deleite estético superaría al pragmatismo, asunto este que no está permitido en un mundo de realidades que, según se dice, es de estirpe inexorablemente concreta.
:
                       SONETOS.
m. Clásicamente es una  composición poética de rima consonante, compuesta de dos cuartetos y de dos tercetos endecasílabos. En la poesía posterior ha habido cierta diversidad de variantes vinculadas básicamente al número de sílabas y a la rima, que a veces es asonante.

             Lo que quise y he sido.

Siempre he sido mi propio cancerbero,
mi verdugo, mi enterrador, mi duende,
quise ser mi país, la voz que enciende:
mi  sol  y  mi raíz, mi pebetero.

Quise ser mi caudal, mi monedero,
mi mendrugo, la llama que me enciende,
la tenue luz que siempre se desprende
del amor cuando es puro y verdadero.

Pero fui un maniatado por mí mismo,
sin derecho a perdones ni exorcismos,
porque viví en el fondo de mi osera.

No pude ser la mar de mis navíos,
ni estos dedos que escriben son los míos,
ni esta llama cuando ardo es de mi hoguera.

                        Gobernador.

Y fui gobernador de un predio ausente,
de un castillo de naipes construido,
de mi lira y mi sueño preferido,
del rincón donde anido torpemente.

Y fui gobernador del son doliente
que en mi ribera a veces ha reído,
de estos ríos que en llantos he fluido,
de estos astros y cielos de mi mente.

Gobernador del ala que dirige
mi navegar, del sol en que me lavo
y de la cruz que mi destino elige.

Gobernador de esta pasión que alabo,
que me cubre de sombras y me aflige...
De todo lo demás he sido esclavo.

               ¿Por que no fui?

¿Por qué no fui un corriente ciudadano
y fui Alfonso, poeta enajenado,
que muere largamente desvelado,
cogido, como un ciego, de la mano

por estelares signos, por arcanos,
gobiernos ilusorios, por el hado
que me impuso senderos ignorados
y me nombró, en mi sueño, soberano?

¿Por qué no fui como cualquier camino
estéril o feraz, o sin destino,
por qué tuve que ser sólo un demente?

¿Por qué no fui como cualquier persona
y no como este Alfonso Larrahona
que vive de palabras solamente?

[Osvaldo: dividir dos columnas paralelas: una para los sonetos y otra, para los haikus]

               HAIKUS.

haiku (Voz de origen japonés)  m. Poema
de solo tres versos, 1º y 3º pentasílabos
y un  2º verso heptasílabo
que sintetizan ora una imagen poética,
ora un pensamiento profundo:

Dime: ¿qué puente
utiliza la luna
que cruza el lago?

Cayó el granizo:
redoblan los tambores
del paraíso.

Muerta la rosa,
no asistirá al entierro
la mariposa.

Mañana, el viento
esparcirá mi polvo
ya sin lamentos.

El solitario
va en busca de sí mismo.
Es su calvario.

Cuando tú sueñas,
por tu ventana espía
la luna llena.

Pasó la lluvia,
sembró espejos brillantes
para la luna.

¿Qué llora el río
cuando pasa a mi lado
muerto de frío?

El rosedal
citó a las mariposas
a carnaval.

Entre el ramaje
la luna y las estrellas
cambian de traje.

Cae la tarde,
el sol en el ocaso
muriendo arde.

Amo el instante
en que la flor atrae
a los amantes.

            Muchos de ambos tipos de poemas de Larrahona han sido publicados en Chile, España, Estados Unidos, Francia y Uruguay. Su superior calidad le ha valido ser galardonado con el título de “Caballero de la Poesía (con la que pareciera estar enamorado de por vida). Y el premio lo ha recibido..., ¡en cinco oportunidades! Enumerar los galardones que ha merecido es la locura vedada y vetada por el poeta, que hemos tenido la osadía de resumir en nuestro último párrafo, Advertimos eso sí que su longitud los hace difíciles cuando no imposible de retenerlos en la memoria. Podrían bastar los números (aproximados por cierto). Confieso que he llegado a contar más de una veintena  y es muy posible que me haya quedado corto...
            –¿Por qué tanto hechizo? –podría preguntar alguien que no lo haya leído.. No es nada difícil de contestar. Y la respuesta la da, con mejores merecimientos que yo, Andrés Cáceres Milnes el académico, escritor y crítico quien, con su habitual maestría, en el II tomo del Diccionario de la Literatura Chilena (año 2008) dice de Alfonso Larrahona lo siguiente: “Alfonso es una persona con vocación poética, la que ha cultivado durante toda su vida. En él la poesía es la voz de la pasión, que tiene el ímpetu del viento y el mar de Playa Ancha. Con estos aires arremolinados construye una poesía independiente a través de un lenguaje luminoso, que nutre la fe en la vida del hombre. Una poesía que transporta al ser humano hacia la altura cósmica de los sueños. En ellos Valparaíso es parte visible de sus cantos. En sus versos el hombre irradia una verdad que se encuentra en la luminosidad de la palabra poética”.
            Pasemos ahora a las pruebas ilustrativas y tentadoras de leer (sin saciarse jamás) del auténtico sentir de un poeta de verdad, porque posee la certera y bella diafanidad de los clásicos, enunciemos  esta larga (y seguramente incompleta) lista de sus más celebradas obras poéticas: (Las leyendas en prosa van en cursivas y negritas)
1957: Guitarrero nocturno.
1959: Vacaciones en mi isla; y Remordimientos del mago.
1968: Laberinto.
1970: Habla el mar; y Vieja galaxia porteña.
1973: El lenguaje del hombre; y Valparaíso, ciudad de balcones.
1974: Caracol quebrado.
1977: Inesperadas muertes.
1980: País ausente.
1982: Cambio de casa.
1984. Monstruología de Chile.
1985: Resultado de alquimias.
1986: Cien leyendas de Valparaíso.
1987: Pre-textos (editado en Uruguay).
1988: Pre-textos (editado en Chile).
1989: Madero de naufragio.
1990: Autorretrato sin rostro (tres ediciones).
1991: Jardín de extravagancias.
1993: Lírica relación de piedra y sueño.
1995: Mester de hechicería.
1997: Desretratos.
1998: Requiem por un ángel que perdió las alas; y Lagunas encantadas de Chile
1999: Autorretrato de un desconocido.
2000: Una ciudad se incendia.
2001: Navegante del viento; Antología de sus sonetos; Sol nocturno (haikus).
2002: Historial de mi sangre.
2003: Rostro y espíritu de Valparaíso.
2004: Tierra de sortilegios.
2005: Islas profundas; e Íntimos vitrales de Valparaíso (este último haikus).
2006: Con los sueños contados.
2007: Asomado a mí mismo; y Leyendas de Isla de Pascua.
2008: Espejismo palpable (más de 1200 haikus).
2009: Íntima liturgia.
2010: Vilanos.
             Alfonso Larrahona es además autor de antologías, ensayos, obras teatrales y editor de dos colecciones de poesía de difusión internacional. Ha recibido numerosos premios y distinciones, además de Chile, en Argentina, Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Méjico, Perú y Uruguay, entre los que cabe destacar, en la forma más escueta, los siguientes: Primer y segundo lugar en el Concurso de poesía de la Municipalidad de Valparaíso (1970); único poeta chileno que ha sido galardonado con el Premio José Vasconcelos otorgado por el Frente de Afirmación Hispanista (Méjico, 1991); Premio Ateneo de Salamanca (España, 1977); Premio Gabriela Mistral  otorgado por la Municipalidad de Santiago (1979); Franja de oro al mejor libro del año (Perú, 1985); Premio Carlos Sabat Ercasty (Uruguay, 1986); Premio Municipal de Literatura en Valparaíso, 1989, el primero en recibirlo.