sábado, 13 de octubre de 2012

José Santos Ossa (Freirina, 01.11.1827 - Costas de isla San Félix, 05.08.1877)


Fue hombre de acción, un pionero incansable,
lo que revela su trágica muerte en el
mar, explorando guaneras en la isla San
Félix. Fue también un padre prolífico, con
11 hijos en dos matrimonios, el segundo,
después de haber quedado viudo. En 1845
era todavía un adolescente de 18 años cuando
don Agustín Edwards Ossandon lo envió
a Cobija donde, a poco rebuscar, descubrió
valiosos yacimientos de guano, además
de ricos minerales de oro plata y cobre
que inmediatamente se dedicó a explotar
con algunos extranjeros, a quienes convirtió
en socios de sus descubrimientos. En
1866, se estableció en Antofagasta, nombre
que eligió porque le pareció más adecuado
que el anodino de “Caleta de la
Chimba” como era conocido ese lugar hasta
entonces. Allí fue donde después de fatigosos
“cateos”, encontró el yacimiento
aurífero de Gordillo, los argénteos de Peiney
Toconao y el cuprífero de El Morado.
Pero todo eso no fue
para él suficiente.
Continuando con sus
búsquedas halló por
fin la novedad del siglo,
el “oro blanco”,
estoes, elsalitre, por
lo cual obtuvo en
1872 la autorización
oficial del gobierno
de Bolivia para que
su Compañía Salitrera
y Ferrocarrilera de Antofagasta explotara,
junto a su socio, Francisco Puelma,
dicho rico mineral en toda esa zona.
Tal negociación lo convirtió en poco tiempo
en el empresario más rico de Hispanoamérica,
ya que creó al efecto el Banco
Ossa, localizado en el puerto de Valparaíso.
Y como si esto fuera poco, se dedicó a
invertir sus pingües ganancias en propiedades
agrícolas del sur de Chile, actividad
en la que prosperó rápidamente gracias al
hecho de haberse suscitado fuertes demandas
de productos del agro desde Australia
y California. Pero no siempre le fue bien:
durante 1873, en una entrevista que sostuvo
con el presidente Federico Errázuriz
Zañartu (1871-1876), le planteó el proyecto
del trazado de una vía férrea desde Caracoles
a Tres Puntas a fin de hacer progresar
la actividad en el desierto; pero el
mandatario consideró estrafalaria la idea
y se negó. Con todo, José Santos Ossa se
resignó, siguió imperturbablemente
su camino,
tan emprendedor
y exitoso como
siempre..., hasta morir
emblemáticamente
en el mar, en 1877,
cuando andaba en
busca de nuevas guaneras
en las costas de
la isla de San Félix.
José Santos Ossa [Freirina, 01.11.1827 – Costas de isla San Félix,
05.08.1877].

domingo, 23 de septiembre de 2012


Quién pudiera…

                                                                Por Félix Pettorino

Quién pudiera dormir y perder la memoria,
olvidar lo que fui en mi vida anterior,
recibir el don de comenzar otra historia
y esfumar en un fondo vacío la maldad y el error.

Hundirme en el limbo de los recién nacidos,
no ser dueño de nada e ignorar el Mal,
no recordar un solo momento vivido
ni tener conciencia de que fui un mortal. 

Consumirme para siempre en un dulce olvido,
desnudo en un nuevo ropaje inmaterial,
mudo ante el Buen Padre por mi culpa hoy perdido

y sujeto como un esclavo a lo que Él quiera dar.
Señor: ¿cierto es que aún soy tu hijo querido
a pesar de mi vida, a pesar de mi mal?

sábado, 22 de septiembre de 2012

Pedro de Oña, español nacido en Chile, arremete contra "La Araucana" de Alonso Ercilla.



Pedro de Oña [Angol, 1570 – Lima, 1643(?)]. Nacido en Chile, pero de progenitores españoles: Gregorio de Oña, nacido en Burgos e Isabel de Villegas y Acurcio. Su padre había llegado a Chile en 1558, pero corrió la suerte de muchos de los  conquistadores: murió en un combate con los araucanos. Su madre, Isabel de Villegas, consideró prudente llevarse al niño a Lima donde en 1590, le consiguió una beca para el Real Colegio de San Felipe y San Marcos, donde terminó graduado en Artes. La beca había sido creada por García Hurtado de Mendoza en favor de los súbditos desamparados por la guerra. Desde pequeño mostró gran afición por la lectura de los clásicos latinos y españoles, sobre todo de Alonso de Ercilla y, en general, de los poetas barrocos, que se hallaban en boga.

         En 1593, cuando ya era todo un joven letrado, le tocó participar en la expedición comandada por Pedro de Arana para sofocar una asonada que se había originado contra las alcabalas, impuestos que debían pagarse al rey o a su representate legal (como el IVA de hoy), por la ventas o los trueques que se hacían de ordinario. A su regreso ingresó beneficiado con la beca Hurtado de Mendoza a la Universidad Mayor de San Marcos a complementar sus estudios, especialmente en Teología y Leyes.
         El año 1596, cuando ya había sido designado corregidor en la localidad de una provincia del virreinato de El Perú llamada de Jaén en Bracamoros, tuvo la oportunidad de presentar la publicación del Arauco Domado, su primer libro, que resultó ser un gran poema épico que había empezado a escribir en 1594. La obra es mucho más que una vulgar imitación de la inmortal Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga, editada mucho antes en Madrid en 1569, 1578 y 1589. Y el título no sólo contradice el contenido de la epopeya de Ercilla, sino la propia realidad histórica de su tiempo, ya que el territorio mapuche distaba aún varios siglos para ser conquistado por sus nuevos ocupantes... Es, a la vez, un mentís, en lo tocante a las acerbas críticas que le dirige de vez en cuando Alonso de Ercilla al gobernador  de Chile, García Hurtado de Mendoza (llamándolo, por ejemplo “mozo capitán acelerado”), quien -como se sabe- por una simple reyerta de Ercilla con otro militar, lo había apresado y ordenado ejecutar..., aunque, gracias a la intervención de una dama, se salvó de la horca sólo unas horas antes de la ejecución. Y el autor del Arauco Domado estaba, por el contrario, muy agradecido de Hurtado de Mendoza,  porque justamente a este último le debía toda su formación profesional y su carrera oficial. En suma, como dicen Orlandi y Montes en la p. 25 de la obra citada en la Bibliografía, “lo que le interesa a Oña es escribir, no una historia fiel y verdadera, sino una alabanza encomiástica a don García Hurtado de Mendoza. Llega en estos elogios a la adulación, llamando al ex gobernador de Chile “Sublime garza San García”, “Nuevo Aquiles”, “Ulises telamonio, esto es, ‘como Ulises, digno de una estatua’...
         Pedro de Oña realizó diversos viajes por América del Sur, principalmente a Charcas (Bolivia) y luego a Santiago del Estero y a Córdoba (Argentina), a donde llegó a mediados de 1606. También visitó España en 1608, donde tomó la representación de una Academia llamada “Antártica”.
         Durante ese mismo año regresó a la “Ciudad de los Virreyes” (Lima) para recibir por segunda vez el nombramiento de corregidor, en esta ocasión de la cercana región y villa de Yauyos (1608-1610). Fuerza es agregar que mientras gozaba de una licencia en la capital del virreinato, fue testigo de un violento temblor que sacudió la ciudad en 1609 y cuyos pavorosos estragos él mismo pudo relatar en octavas en una de sus obras titulada Relación del fuerte temblor de Lima de 1609.
         Luego se trasladó al Cuzco, desde donde llegó a ser nuevamente corregidor de Vilcabamba (1615-1617) y de Calca (hacia 1630), donde en 1629 publicó Ignacio de Cantabria, un extensísimo poema dedicado al fundador de la Compañía de Jesús, San Ignacio de Loyola; y dio adecuado remate, en 1635, a El Vasauro (‘Vaso de oro’), poema  épico editado en 1635, cuyo objeto era ensalzar los logros de los Reyes Católicos y, según Hugo Montes y Julio Orlandi, ”glorificar las proezas de los Cabreras, condes de Chinchón, ascendientes de don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera, quien años más tarde llegaría a ser  virrey del Perú (1629-1639). Esta última obra fue objeto en 1941 de un estudio crítico del profesor de la Universidad de Chile y Director de la Academia Chilena de la Lengua, Dr.  Rodolfo Oroz Scheibe (V.).
         No se sabe exactamente en qué fecha murió Pedro de Oña, sólo  que aún  estaba vivo hacia 1643.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Amadeus te convierte en un explorador submarino. Por Félix Pettorino.


El explorador submarino es un dispositivo similar en casi todo a El cosmógrafo, de cuyas maravillas, tú., amigo lector, acabas de disfrutar.
Pero debes de saber también que en lo que dice relación con el tema o materia específicos de la diversión o del deleite de que se trata, es naturalmente algo muy diverso. Se trata, como muy bien lo sabes, de la exploración de ese misterioso y poco conocido mundo de la profundidad de los mares y, por sobre todo, de los océanos, y que suelen contener por doquier remedos de astros en miniatura, como el sol o la estrella de mar.
Pero, a imagen y semejanza del Universo, los océanos están plagados también de innumerables y variadas unidades o piezas, casi siempre en actividad: peces solitarios o en cardúmenes, algas, moluscos y otros diversos seres de la vida subacuática de las más caprichosas formas, texturas, colores y tamaños.
Los peces, si es que no lo sabes bien, son vertebrados, por lo común de respiración branquial, esto es, filtran el oxígeno del agua mediante las branquias, que son láminas o filamentos externos e internos de varias capas o tegumentos en serie, que poseen también los moluscos y los cangrejos. Poseen por lo común escamas de diferentes y a veces combinados colores, que son placas superpuestas con el borde libre hacia atrás para hacer más expedita la natación y que en ciertas especies, a modo de protección, se convierten en filudas o punzantes.
Para facilitar su locomoción y dirección de movimiento de su flexibilísima columna vertebral, los peces están dotados de aletas pares, las pectorales y abdominales, una a cada lado, y de impares, por lo común de una sola unidad por tipo: la dorsal, la anal y la caudal. La última de las aletas impares es la cola del pez, que le sirve de un agilísimo timón para dirigir su “navegación” al nadar.
Aunque la forma de los peces es frecuentemente fusiforme, esto es, alargada en forma de huso, esto es, ancha en el centro  y gradualmente reducida hacia los extremos, no faltan especies con el cuerpo aplanado, ovalado, cilíndrico y hasta semiesférico.
Y al respecto, cabe recordar que existen en los fondos marinos muchas otras muy diversas características, que están dotados, de extrañas y caprichosas formas, como sucede, por ejemplo, con algunos especímenes de curiosos seres subacuáticos, por ejemplo, la grotesca y peligrosa carabela o fragata portuguesa (physalia physalis) de los mares más cálidos del planeta, que es prácticamente una colonia compacta de medusas semitransparentes de enormes y numerosos tentáculos urticantes muy dolorosos al contacto y  con frecuencia mortales, que llegan a alcanzar hasta 20 metros de longitud. Sus unidades componentes son de una tonalidad entre rosada y albiceleste. Entre los elementos que constituyen esta “colonia”, se reparten las labores de búsqueda o detección de posibles presas, la digestión, la defensa y la navegación, como si se tratara realmente de los variados oficios que desempeñan los miembros de una tripulación que navega en una “fragata portuguesa”. De ahí su nombre. Suena a casi increíble que este extraño animalejo sea en realidad una “colonia” de medusas capaces de realizar coordinadamente, como si se tratara de una orquesta sinfónica imaginaria, todas aquellas diversas funciones, a pesar de carecer de ojos, huesos y hasta de ano, de modo que defeca por la boca.
Otro tipo de seres marinos (a veces terrestres o al menos de agua dulce) son los moluscos (del latín molluscus, ‘blando’), que, al revés de los peces, son invertebrados. Por la capacidad que tienen de torcer continuamente el cuerpo, son de estructura muy blanda, por lo cual, al carecer de esqueleto, requieren de continuo albergarse en una concha calcárea revestida de una capa córnea nacarada (caracol), a veces desmesuradamente grande y en forma de espiral (caracola), para facilitar el arrollamiento que los protege de sus depredadores, como sucede con los caracoles. Los moluscos acuáticos, igual que los peces, respiran por branquias. Algunos de ellos, como la ostra, pueden secretar en su interior una sustancia pegajosa que a lo largo del tiempo llega convertirse en una o más perlas, o bien, nácar, lámina iridiscente por descomposición de la luz, que se presenta en la concha de moluscos muy codiciados como el abulón, caracol marino natural de las costas californianas.
Cabe considerar también a los crustáceos, invertebrados como los moluscos, pero artrópodos, esto es, dotados de piezas articuladas como es el caso de las arañas y de un buen número de insectos; pero cuya vida se desarrolla  a veces en agua dulce (ríos, lagunas y lagos) y la mayor parte en los fondos marinos, por lo cual respiran también por branquias. Igual que los insectos, poseen numerosas fases larvarias antes de llegar al estado adulto. Es el caso del nauplio o larva nadadora, dotada de  seis apéndices distribuidos en tres pares, que terminan convertidas en antenas, anténulas y mandíbulas. Entre los crustáceos más conocidos, podemos mencionar las cucarachas marinas, las pulgas de mar, los cangrejos, las langostas (como las del archipiélago de Juan Fernández), los langostinos, los camarones, las jaibas y las centollas (de las aguas de Magallanes, por ejemplo).
Nos falta mencionar aún las algas, plantas acuáticas que abundan en lagos y lagunas, y principalmente en el mar. Son vegetales de consistencia gelatinosa o membranosa, a veces coriácea, esto es, como de cuero, dotados de una sustancia lubricante que las hace resbaladizas al tacto. Se hallan provistas de tallos, por lo común bastante largos, con la forma de cintas o tubos, muy ramificados, aunque surgidos de una especie de tronco común. Algunas de ellas, como es en Chile el caso del luche y el cochayuyo, son alimenticias; otras, como el pelillo son la materia prima para preparar alimentos nutritivos o exquisitos, cremas para rejuvenecer la piel o fármacos dotados de proteínas y otras “mágicas” propiedades para combatir, evitar o aliviar diversos males como el colesterol alto, la trombosis y, según sostienen algunos, hasta el sida. El llamado pelillo (por su aspecto) es extraído en Chiloé (Caulin, en las cercanías de Chacao y otras zonas de las costas de Chile). Muchas de las algas son de bellísimo aspecto y coloración: largas y delgadas láminas ondulantes de color café con estrías en sus extremos, arbustillos sedosos o esponjosos de tonalidad rosada, verde o pardusca, matas provistas de tronco, ramas y ramificaciones de forma tubular, clorofiláceas en forma de globos verdes y brillantes, etc.
Como es sabido, una forma de explorar  los ambientes submarinos es actualmente el buceo, bien premunidos del equipo necesario. Valiéndonos de Internet, en Wikipedia, reproducimos para ti, estimado lector, el párrafo siguiente que te puede ilustrar muy bien acerca de su forma, estructura y empleo:

En el buceo autónomo el buzo utiliza una botella con aire a presión que le permite ir respirando el aire almacenado, dotándolo de una autonomía considerable (usualmente, en torno a una hora). Además del equipo básico y de la propia botella, se emplea un arnés, un mecanismo de flotabilidad -el arnés y el sistema de flotabilidad integrados reciben el nombre chaleco hidrostático, chaleco de flotabilidad o BCD (acrónimo inglés de Buoyancy Compensation Device)-, un regulador (sistema de válvulas, tubos y boquillas que permiten respirar el aire de la botella), y un sistema de lastre. No obstante, los estándares de seguridad actuales requieren de una serie de "relojes" que permitan al buceador saber a qué profundidad se encuentra y cuánto aire tiene, llamados profundímetro y manómetro, respectivamente. También se están popularizando los ordenadores de buceo, que en función de la profundidad, la mezcla de aire y el tiempo de permanencia bajo el agua, indican al buceador en cada momento los límites de profundidad en los que puede permanecer”.

Es lo que tú podrías practicar, atento lector, con la autorización (o, al menos, con el conocimiento) de tus padres y las prevenciones del caso, para disfrutar de las bellezas submarinas, después de un curso de especialización en buceo debidamente aprobado y legitimado por la autoridad marítima...
Pero si ello, como es muy probable, te resulta algo oneroso o difícil de  llevar a cabo, porque es en verdad peligroso para el inexperto y, además, no sea tu vocación (según me parece muy probable), puedes recurrir sin ningún problema a “El explorador submarino” ideado por Amadeus, que no es otra cosa que una colección fílmica muy variada de lo flora y la fauna submarina, de una hora de duración, de que tú podrías disfrutar a tus anchas, a fin de compenetrarte lo más fielmente posible de las bellezas y peligros de nuestro inmenso mar océano. Parafraseando lo expresado en el capítulo anterior relativo a El cosmógrafo, aunque con algunas modificaciones, te destaco lo siguiente aplicado a esta aventura submarina:
Después de haber presenciado como espectador, con el consabido apoyo del gorro “Morfeo” calado hasta las orejas, debes presenciar, previa pulsación de los botones correspondientes, una larga proyección de estas imágenes grabadas en El explorador submarino,  instalado en una especie de pequeño estuche acolchonado, que durante las sesiones de exhibición tú, como espectador, te lo has puesto enlazado a la altura del  pecho, deberás disponerte a dormir, a fin de inducir en tu mente la afición y el gusto por todo lo que concierne al conocimiento de los secretos misterios del mundo submarino...
Y como es posible que una vez  disfrutados aquellos sueños, no surja en ti ni la más peregrina afición por la observación submarina y sólo haya quedado, como útil experiencia, un grato recuerdo, es el deseo de Amadeus que  tú, estimado lector, en tu condición de atento espectador y luego de entretenido soñador, hayas tenido, al menos, el privilegio de regocijarte con el placer de haber satisfecho tu curiosidad conociendo buena parte de las maravillas que nuestro inventor tuvo la gentileza de brindarte, tanto en la realidad como durante el sueño, poniéndote al tanto de todo cuanto ofrece el fondo marino, con su sorprendente belleza y sus insondables 

Osmán Pérez Freire, músico creador de canciones. Por F. Pettorino y R. Luttges.


Osmán Pérez Freire [Stgo., 29.01.1879 – Madrid (España) 28.04.1930]. Después de cumplir los trece años, a raíz de las cruentas consecuencias del conflicto con el parlamento, que acabaron con el suicidio del presidente Balmaceda, los padres de Osmán debieron abandonar el país para establecerse en Buenos Aires. Dotado de un notable talento creador musical, nuestro personaje, al llegar a su juventud, como es tradición en la capital  rioplatense, se adaptó de modo inmediato al ambiente bohemio reinante, y en plena entrega-y sin renunciar jamás a su condición de chileno, llegó a ser durante unos nueve años presidente de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores. En su obra incorporó la música tradicional chilena, la latinoamericana y los ritmos en boga como el fox trot, que, siendo algo anterior, logró mucha fama en nuestro país en la década de 1920. Además, solía presentarse acompañado en el piano por su esposa, María Adela, y en voces por sus dos hijas, Mercedes y Lily, quienes desarrollarían posteriormente una exitosa carrera musical. Entre los títulos más conocidos de sus obras figuran ciertamente el Ay ay ay, Copihues rojos, Río río, El delantal de la china, La tranquera, etc., composiciones estas que, a través de los años, han llegado a ser interpretadas por cantantes mundialmente famosos, como José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, entre muchos otros.
En 1929, en presencia del representante cultural del gobierno de Chile, obtuvo el Gran Premio de Música en la Exposición Universal de Sevilla. También en España, fue elegido miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, y condecorado por el rey Alfonso XIII, en 1930, con la Gran Cruz de Alfonso XII.
Nuestro más conocido compositor de canciones populares a nivel planetario falleció de un ataque cardíaco cuando apenas contaba con 50 años de edad. Fue en uno de los tantos viajes que alcanzó a realizar al continente europeo. Datos obtenidos gracias al buscador Google, en Internet, en especial Wikipedia.

A OSMÁN PEREZ FREIRE

Nacido en tierra chilena
pate-perro sin igual,
un compositor genial
nos legó música buena.

Fue un gran músico y bohemio
Presidente con honores
de Autores, Compositores
Argentinos, sin apremio.

Forjó sus bellas canciones
en el Alma de este Chile,
nos selló sus ilusiones

cuando apagó sus candiles.
acallando diapasones
con cincuenta y un abriles

Luis Orrego Luco, otro gran novelista chileno. Por Félix Pettorino.

Luis Orrego Luco (Santiago, 18.05.1866 – Santiago, 03.12 1948]. Hijo de Antonio Lucas Orrego Garmendia, empresario que introdujo el uso de la cera en Chile, y de Rosalía Luco León de la Barra. Sus estudios los realizó en el Instituto Breideistein de Suiza, el Colegio Inglés de Radford y el Instituto Nacional de Santiago de Chile. Posteriormente estudió Derecho en la Universidad de Chile y se tituló de abogado en 1887.
            Sin embargo, su vocación fue la de escribir, ya sea como  ensayista, novelista, periodista o historiador. El primer reconocimiento por esta afición se dio en 1884 cuando ganó un premio en un certamen literario de la Universidad de Chile.
            Fue redactor del diario La Época, de Santiago; pero también cooperó con sus textos periodísticos en cerca de una docena diarios y periódicos, en especial de la capital: La Libertad Electora, el diario Los Lunes y la Revista Artes y Letras.
            Pero también, por cierto, le interesó mucho la política y en 1889 se encargó de la redacción editorial del diario radical El Sur de Concepción. Fundó, además, el diario La Mañana y en 1909, de la edición de la revista Selecta.
            Su éxito y prestigio se lo debió en buena parte a sus creaciones literarias, particularmente en el aspecto narrativo, donde predominaron las novelas de temas costumbristas o históricos relativos al país, como Un idilio nuevo (1892), Santiago (1900), Recuerdos del tiempo viejo (1912), La Revolución de 1891 (1914), Tronco Herido (1929) y Playa Negra (1947). Pero su mayor logro, sin lugar a dudas es la novela Casa grande (1908), que llegó a tener una multitud de ediciones y creo que las seguirá mantieniendo, al menos en el siglo XXI. Según Montes y Orlandi, p. 104, “posee valor real (está) pensada en su época como obra de clave, (esto es, alude a seres humanos que realmente existieron, a pesar de que no se los nombra), hay estudios objetivos y reales de la vida santiaguina. Son análisis detallados, hechos con penetración sicológica, de los vicios y debilidades de una clase social exteriormente esplendorosa: los bajos intereses predominan sobre el amor y la honestidad. El estilo es algo flojo, pero persuasivo y plástico”.
            Orrego Luco practicó también, y con gran fecundidad, el ensayo, donde se destaca mucho el interés por los destinos de nuestro país, particularmente en relación con las naciones más vinculadas a su historia, pasada, presente y futura. Entre los numerosos trabajos de este género, cabe destacar: El gobierno local y la descentralización (Europa - Estados Unidos - Chile) (1890), Páginas Americanas: novelas (1892), Los problemas internacionales de Chile: la cuestión peruana (1901), Los problemas nternacionales de Chile: la cuestión argentina. La Patagonia hasta el tratado de 1881 y negociaciones posteriores (1902), Chile contemporáneo (1904), Episodios nacionales de la independencia de Chile (1810 ) y Memorias de un voluntario de la Patria Vieja (1905).
            En 1891 tomó partido con el ejército revolucionario contra Balmaceda en la ciudad-puerto de Iquique, donde llegó a ejercer el puesto de 2º jefe del Regimiento Chañaral, 5° de Línea. Participó también en los combates de Concón y Placilla, el 21 y 28 de agosto respectivamente, y hasta cayó herido de un balazo.
            Una vez terminada la revolución, como es sabido, con el triunfo de los rebeldes, fue nombrado cónsul general y encargado de negocios en Madrid, cargo que desempeñó hasta 1893. El mismo año fue designado secretario de la legación de Chile en Río de Janeiro hasta 1894. Ese mismo año fue nombrado intendente de Colchagua y posteriormente Ramón Barros Luco lo nombró director de la Escuela de Bellas Artes en Santiago, donde llegó a ser contratado como profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Chile, Ministro de Justicia e Instrucción Pública de Juan Luis Sanfuentes Andonaegui, diputado por Osorno entre 1918 y 1921, a nombre del Partido Liberal; luego Ministro Plenipotenciario y Enviado extraordinario en Colombia en 1922, durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma, y miembro de la Academia Chilena de la Lengua en 1941 hasta su fallecimiento, ocurrido, como se ha dicho, en 1948. [La mayor parte de los datos ha sido obtenida de Interner, vía Wikipedia, gracias al buscador Google].

lunes, 17 de septiembre de 2012

El cura chilote Fco, Cavada, notable estudioso de su archipiélago. Por Félix Pettorino.


Pbro. Francisco Javier Cavada Contreras [Ancud, 09.11.1864 – 26.11.1949]. Se ordenó de sacerdote a los poco antes de cumplir los 25 años. Fue profesor de religión, canónigo de Ancud, vicario general de Temuco y gobernador eclesiástico de Magallanes. Los dos grandes estudios que escribió a lo largo de su vida giran alrededor del folclore y el lenguaje típico de su tierra natal, el archipiélago de Chiloé. En primer término, Chiloé y los chilotes, editado en 1914 con el patrocinio de la Sociedad de Historia y Geografía, que comprende básicamente la historia, el folclore; y el típico modo de expresarse de los chilotes. A continuación, en 1921, el Diccionario Manual Isleño, con los que él llama “provincialismos de Chiloé” por la Imprenta Universitaria, Santiago, 1921. Advierte, eso sí, que “muchos de estos vulgarismos están también en vigor en la zona austral de Valdivia, debido a la frecuente comunicación de los isleños con las provincias limítrofes, adonde van en busca de trabajo” formando “una especie de población flotante que emigra de Chiloé a principios de primavera y regresa a principios de otoño y aun antes”. Su labor fue reconocida en 1932 por la Academia Chilena de la Lengua, la que le asignó el sillón Nº 8, en reemplazo de José Toribio Medina, fallecido dos años antes.