domingo, 27 de mayo de 2012

Caupolicán, el valiente héroe de "La Araucana" de Ercilla. Por Félix Pettorino.

Cañete, 05.02.1558.


Caupolicán.

Caupolicán, dios caído,
tu fiero ojo de cíclope
nos ha quedado mirando
desde el umbral de la historia
y aún perdura clavado,
como si siguiera vivo,
en el corazón de Arauco
y en la memoria de Chile.

Caupolicán, toqui herido,
tu pétreo cuerpo expuesto
para escarmiento del indio
con las carnes laceradas
por la fusta del esbirro,
ya no luce las preseas
del conquistador vencido
y frente a la soldadesca
y a la cruz de Jesucristo,
entre salmos y murmullos,
engrillado y aterido,
cargando gruesas cadenas,
paso a paso, el tronco erguido,
te encaminas al cadalso
que Reinoso te ha escogido.

En la plaza de Cañete
el tablado se ha erigido:
una aguda pica al centro,
catorce arcabuces listos
y un redoble de tambores
que aterran al más altivo,
te ven escalar los tramos
que conducen al suplicio.
Un sayón quiere ayudarte,
de un rudo golpe lo apartas
con gesto despreciativo,
que la muerte venga, clamas,
pues nada vale la vida
de un toqui solo y perdido,
repudiado por la hembra
que arrojó a sus pies el hijo,
en un gesto de despecho
por dejarse coger vivo.

Valiente entre los valientes,
te dispones al martirio,
ni labio ni ceja mueves.
Y al hundirte en el suplicio,
sólo sufres por tu pueblo
y por los que quedan cautivos.

Un traro aúlla al silencio
y el viento se lleva el grito.

Caupolicán, dios guerrero,
capitán de cien caudillos,
toqui de mil entreveros,
tu cuerpo yace vacío
en medio del campo yermo,
las entrañas barrenadas
por aguzado madero
y el gran torso atravesado
por catorce arcabuceros.

Los levos en torno al rewe
van cantando tus hazañas
cuando ante los ayllarewes,
pellín al hombro, tres días
y tres noches, por más fuerte,
superaste a diez caciques
escogidos por valientes
y luego, al son de cultrunes,
desde al Itata hasta el Toltén
con Lautaro y Colocolo
a picunches y pehuenches
reconciliaste en la guerra
y cómo en villas y fuertes,
con chivateos de espanto,
caíste sobre los fieles
vasallos del rey cristiano.

No hubo sobrevivientes
en los pueblos incendiados,
Penco y Purén ya no existen,
Santiago aguardó tu asalto
y hasta el caudillo extranjero
sucumbió bajo tu mazo.

Hoy por todos estos hechos
debiste ir al cadalso.
Mas, es el sino del toqui
sucumbir por sus hermanos.
al Pilmaiquén va tu alwe
y en Pillán transfigurado.
harás manar luz y sangre
de la abrupta catarata.
En la mawida del valle
habrá más coigüe y coligüe,
más guerreros promaucaes,
¡y en las chiguas de las rucas
habrá más caupolicanes!

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