Viejecito pobre.
Viejecito pobre,
viejecito mío,
tienes mucha hambre,
¡también mucho frío!
Los ojitos tristes
me cuentan tu pena
hacen que vacilen
tus trémulas piernas.
Tu espalda inclinada
por obras de antaño
tu faz arrugada
me dicen tus años.
Y vas arrastrando
tus viejas heridas,
el alma sangrando,
la fe ya perdida.
Esperas paciente
morirte de frío.
Tu cuerpo ya inerte
lo tienes, ¡Dios mío!
Viejecito noble
viejecito mío,
deja que acaricie
tu rostro querido.
¡Déjame que llore
tu pena tan honda...
¡Déjame que implore
por ti, una limosna!
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