domingo, 6 de mayo de 2012

Otro invento de Amadeus. De Félix Pettorino.

9.- El oftalmófono y su clon autónomo.

Esta creación de Amadeus, nuestro “hacedor de ensueños”, con ser muy simple, ¡creo que te va a gustar por los ingeniosos y extraordinarios efectos que es capaz de brindarte! Veamos inmediatamente en qué consiste:
Se trata pura y simplemente de un par de anteojos apegados al rostro, como los que aún usan  o usaban algunos  pilotos de motos o avionetas, eso sí que cómodamente acondicionados para un sueño dulce y reparador y para los efectos que te explicaré a continuación.
Te adelanto, eso sí, que estos lentes de nombre técnico algo rarífico no son para pilotar avionetas, parapentes o alas Delta, ni menos todavía para tomar el sol tendido de espaldas en la playa, ante el mar en una parte verde, en la otra azul. Son para algo tan diferente como extraño, que requiere de una información algo más detallada, que tú, como persona inteligente y perspicaz que eres, captarás de inmediato.
Sabido es que los seres humanos que (supongo) somos nosotros, con todos nuestros peculiares dones y defectillos, a veces no tan inocuos ni tan inocentes que digamos, acostumbramos a dialogar con nuestro “ego” o conciencia en pos de cualquier suceso físico, psíquico o social que nos haya ocurrido o afectado en nuestra cotidiana existencia. Y lo hacemos de modo a veces inmediato, diría yo que constantemente, aunque en la mayor parte de los casos, no nos demos ni cuenta.
En dichos monólogos íntimos, meramente interiores o introspectivos, como pudiéramos llamarlos, nos sentimos henchidos de satisfacción cuando nos ha pasado algo bueno, pero así también, por masoquismo, a veces tan duro como inevitable, cuando hemos metido las sandaliashasta el corvejón”, como suelen decir algunos.
 En efecto: hay situaciones en las que casi literalmente “bailamos en una pata” porque hemos disfrutado de un golpe de suerte, y viene ligerito el momento en que nos alegramos  mucho y hasta “damos un poquito la hora”  felicitándonos porque nos ha ido tan bien, diciéndonos para adentro, por ejemplo: Parece que le he caído bien al jefazo”; “Estoy viendo que esa mina (o mino)  flor me está “dando boleto”; o “¡Que bueno que la profe me puso un seis, cuando yo, con suerte, esperaba  apenas  un cuatrito”, etc., etc.
“– ¿Y a qué viene todo esto? –me preguntarás. No veo qué relación podría tener lo dicho con el famoso “oftalmófono”, ese par de anteojos  apegados a la cara de un piloto de motocicleta o del que conduce un avión con su cabeza al aire libre, con los que estás tratando de “venderme la pomada”...
“– ¿Me lo dices para impacientarme, o simplemente porque tienes enormes e incontenibles deseos de saber de qué se trata?
Sea lo que fuere, amigazo lector, te contestaré con toda paciencia si alguna vez… ¿no te has mirado al espejo para conversar contigo mismo…? Y, a propósito de esto: ¿no te has sentido incómodo y hasta ridículo cuando empiezas a hacer morisquetas y otras payasadas en el baño o en el dormitorio ante la luna del espejo de un ropero antiguo?, o peor, si se te ha ocurrido la loca idea de conversar con el monigote que tienes al frente y no solo no te contesta ni una sílaba acerca de lo que es objeto de tu interrogación, sino que se limita el muy estúpido que es él (¡no me estoy refiriendo a ti!) a mover el cuerpo, los brazos, la cara y los labios de la misma manera, como si fuera “un mono”, sin contestar absolutamente nada de lo que le acabas de preguntar?
Pues bien, amigazo. El par de anteojos denominado pomposamente “oftalmófono” (podría ser considerado también como una especie de “especulófono”), ¡es aquel invento de Amadeus que viene a satisfacer plenamente este inconveniente, al parecer imposible de subsanar!
La solución es facilísima de llevar a cabo: no tienes nada más que ponerte a modo de anteojos los “oftalmófonos” (¡no necesitas para nada encasquetarte el “gorrito “Morfeo”!) y acostarte a dormir, como sueles hacerlo todas las noches, a no ser que seas un “carretero empedernido”, de esos que no necesitan ni siquiera levantarse para acudir al colegio, a la universidad o al trabajo, porque te pasaste toda la noche precedente “agitando el esqueleto”, bailoteando o pajaroneando, echándote al coleto chelas y otros bebestibles de mayor gradación sin compasión ni mesura..., y no alcanzaste, ni te acordaste siquiera de recurrir al mentado “oftalmófono”…
Pues, si tienes la ocasión de ponerte los famosos “anteojos de piloto” y luego agarras la esperada durma y te encuentras “en brazos de Morfeo” con dichos lentes mágicos, no tardará mucho tiempo en aparecer frente a ti tu conocidísima figura gritándote de modo gracioso y feliz algo así como “-¡Hola, Clon!, ¿cómo estay?, ¿Cómo lo pasaste en el zaperoco de anoche? Ya, pues, cuéntame, cómo te fue con la mina esa (o el mino ese)?, ¿pinchaste o todo fue un chateo insulso, gansote (o gansota)?
Verás una figura auténticamente tuya aparte de ti, como si fuera auténticamente un hermano gemelo, pero que, además de estar viva, te darás cuenta que es autónoma, que actúa y se desempeña en forma totalmente independiente de tu persona y podrás echar la talla todo el tiempo que quieras con tal “monigote”, ¡que es igualito a que lo hicieras contigo mismo...! Te permitirá conocerte mejor, saber cómo eres en realidad, percibir el auténtico tono de tu voz (a veces no tan agradable como te la imaginabas) y darte cuenta exacta de cómo eres en verdad, si atractivo e interesante en el trato, o bien simpático, seguro, asertivo o, por el contrario, atropellador, garabatero, pesacote, plomo como maleta de gásfiter, dubitativo, demasiado timorato, “piola”, "del verbo “piola", o de escasa, dudosa o nula  personalidad (que espero que no sea así).
¿Te gustó el experimento? ¿sí o no? Si no te gustó, es mejor que no te regalen el “oftalmófono” para tu cumpleaños o para la noche de Navidad, mira que, además, para tu hipotético consuelo, es un poco caro, no lo fabrican (todavía) los chinos, tampoco los venden en los malls, sino solo en ciertas ópticas esotéricas que son muy difíciles de encontrar, aún en las más grandes capitales del mundo... Sólo tendrías que viajar al interior de la India o de la China, a ver si te topas con un gallo tan “cléver” como nuestro Amadeus, ya que, para más remate, el pobre se halla a estas horas requete muerto y hace añazos que fue sepultado en el mismo lugar de su caída bajo un monumento levantado en su memoria a los pies del volcán Ojos del Salado, segunda cumbre más alta de Sudamérica después del Aconcagua, y que dice así: “Aquí descansan los restos del célebre inventor Amadeus Wizard Alegría, muerto trágicamente cuando trataba de escalar una de las montañas más altas del planeta el 7 de noviembre de 1995.

No hay comentarios:

Publicar un comentario