miércoles, 5 de septiembre de 2012

Vicente Huidobro, genio literario de Chile. Por Félix Pettorino.

Vicente Huidobro Fernández [Santiago, 10.01.1893 – Cartagena, 02.01.1948]. Hijo de una familia acomodada, realizó sus primeros estudios en el Colegio San Ignacio de Santiago. A los 16 años, aún colegial, publica su primer libro de versos titulado Ecos del alma, donde revive sus años adolescentes. No bien había terminado sus estudios secundarios cuando se rebeló contra su educación, su clase social y hasta contra su credo religioso. Luego se trasladó a París donde desarrolló la mayor parte de su corta existencia. En 1917, cuando solo contaba con 23 años, proclama en la Ciudad Luz la necesidad de plantear una nueva concepción de la lírica vigente. Es así como nace el Creacionismo, donde al concebir al poeta como “un pequeño Dios” propugna no limitarse a describir, sino a  generar formas y realidades estéticas absolutamente originales e inéditas, tanto en la expresión como en el contenido poético. Y en su “Arte poética”, su famoso manifiesto, le pedía a los vates de su tiempo que en lugar de cantarle a la rosa, se la hiciese florecer en el poema. En 1918, al residir por un tiempo en España, se unió al grupo ultraísta, que esforzándose por depurar la lírica, incita a los poetas a rehuir de lo narrativo y descriptivo, de los ripios y las efusiones eróticas. Alguien llegó a definirlo como “el motor de todos los ismos rezagados, como el surrealismo, el cubismo o el dadaísmo. Escribió poemas en francés como Tout a coup y Horizon Carré en 1917 y numerosos  poemas en castellano, como Temblor de cielo y Altazor, ambos en 1931: El ciudadano del olvido, Ver y palpar; y Los vientos contrarios, obra polémica en la que confiesa que “la poesía me ha prestado una enorme dosis de exaltación y me ha permitido cubrir la fealdad y el tedio cotidiano con un ropaje maravilloso”. Y fustiga allí, además, a José Ortega y Gasset y a sus “secuaces” (como llama peyorativamente a sus seguidores, a quienes acusa de “agregar trivialidad a la vida cotidiana”. “¡No, señores!, exclama Huidobro,¡se trata justamente de lo contrario: de salirse de la vida cotidiana!” (Cf. pasaje de la Historia y Antología de Hugo Montes y Julio Orlandi, p. 228). Pero su labor no se limita sólo a la poesía: escribe también obras en prosa, y una que otra novela, en donde fluye su pensamiento vanguardista con gran audacia y un algo de desafío. Así ocurre con Sátiro o el poder de las palabras y especialmente con su obra en prosa más celebrada: Mio Cid Campeador, que entre otras originalidades está la de empezar el relato biográfico del héroe con una detallada y casi poética descripción acerca de cómo se imagina que el Cid fue concebido por Diego Laínez y su mujer.
            Para confirmar con hechos sus ideales políticos, tomó parte en la Guerra Civil Española (1936-1939) contra la fuerzas del general Franco; y en la 2ª Guerra Mundial (1939-1945) se alistó en el ejército francés con el cual desfiló finalmente por la Puerta de Brandeburgo en Berlín, celebrando la victoria de los Aliados.
            En 1947, un año antes de su muerte, retornó a Chile, donde logró vivir en una pequeña hacienda que poseía en las cercanías de Cartagena.

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