jueves, 6 de septiembre de 2012

Un soneto de consuelo para los que somos creyentes. Por Félix Pettorino.


Consuelo.

Me asemejo a la Nada en casi todo:
sólo quitando mi breve existencia,
adelante la muerte, atrás la ausencia,
soy un fuego fatuo que emerge del lodo.

El porvenir es sólo ilusión de memoria
falaz: ¡ningún mortal nos quiso tanto!
Frágil la alegría, fugaz el llanto,
todo pasa: el sol, los amores, la gloria ...

Y me asimilo a Dios en que no habrá nadie,
salvo Él mismo, que sabrá estrecharme
momento a momento, de tanto perdonarme.

Cuando es menester el negro olvido,
¿importa mucho no tener a alguien,
pero ser del Señor siempre querido?

No hay comentarios:

Publicar un comentario