lunes, 17 de septiembre de 2012

Claudio Gay, el pionero de los estudios botánicos en tierras chilenas. Por Félix Pettorino.


Claudio Gay [Draguignan (Francia), 18.03.1800 – Le Deffrens (Francia), 29.11.1873]. Hijo de agricultores provenzales del lejano sureste francés, fue enviado a París con gran esfuerzo  por sus padres con el propósito de estudiar el tema de su predilección: la Botánica. En 1828, una vez graduado, llegó llamado por el gobierno chileno con el fin de trabajar en una investigación científiica vinculada a la producción agrícola y a sus posibilidades de producción y de comercio. Venía acompañado de un grupo de profesores que habían sido contratados por un profesor francés de apellido Chapuis, por disposición de don José Joaquín de Mora, político constitucionalista. A Claudio Gay le correspondió la cátedra de Física y Química en el Colegio de Santiago, fundado por Mora y dirigido por Andrés Bello; pero después de ejercerla por un tiempo, primero la convierte en un curso de Geografía Regional, más acorde con los conocimientos e intereses de sus alumnos, aunque a los meses después debió abandonarlos para entregarse de lleno a la labor de su vocación: investigar a fondo la flora y la fauna del territorio por lo que había debido viajar desde tan lejos.
El contrato con el gobierno de Chile representado por Diego Portales, que vio en él un maestro sabio y muy dedicado a la investigación, fue formalizado en Santiago el 14 de septiembre de 1830. Estipulaba que Gay se comprometía a recorrer el territorio nacional durante tres años y medio, con el fin de explorar las riquezas naturales del país, que permitieran “estimular la industria de sus habitantes y atraer la de los extranjeros” y presentar a una comisión del gobierno, el resultado completo de su labor al cabo de cuatro años. Además, con las muestras botánicas, zoológicas y minerales que reuniera, su misión debería ser la de formar un gabinete ad hoc, esto es, un lugar especialmente acondicionado para exhibir ordenadamente los elementos coleccionados durante la investigación. Su sueldo se fijó en 25 pesos mensuales, con la promesa de un galardón final de $3.000.-,  una vez que fuera presentado el proyecto.
Con el fin de cumplir sus objetivos, el científico se dio a la tarea de estudiar no solo la flora, sino también la fauna, la geografía y aun la geología del territorio, y se esforzó por confeccionar una estadística de la producción, comercio y demografía chilenas. De este modo, después de haber cumplido el cuarto año de investigación, presentó, tal como se había acordado, una historia natural y una geografía física y descriptiva del país, con láminas, mapas y dibujos de cada provincia, con vistas y planos de las principales ciudades, puertos, ríos, etc., además de un levantamiento geológico relativo a la estructura de los suelos, rocas y minas, sin perjuicio de la estadística general y particular en cuanto a producción, industria y comercio de todo el país.
El primer destino de Gay fue la provincia de Colchagua, territorio prácticamente virgen para el trabajo en marcha. El sabio naturalista se maravillaba en cada lugar con cualquiera especie de la naturaleza que le pareciese desconocida. Infatigable ante las incomodidades de cualquier clima, por inhóspito que fuese, más tarde tuvo la feliz oportunidad de visitar parte del Desierto de Atacama. Estas expediciones le hicieron percatarse de dos problemas. Por una parte, necesitaba más tiempo para recorrer todo el país con sus colaboradores para las observaciones y mediciones, y por la otra, requería de una cantidad y variedad mucho más adecuada de  instrumentos científicos. Gay propuso entonces al gobierno chileno viajar a Francia para adquirir los elementos que necesitaba y, dada la autorización, emprendió en 1832 el deseado viaje; pero hubo una breve interrupción que él estimó necesaria. Mientras se hallaba de paso en Valparaíso, aguardando el barco que lo llevaría a su tierra natal,  se le presentó la feliz ocasión de visitar las Islas de Juan Fernández. Partió entonces rumbo al archipiélago, donde la vegetación lo dejó tan maravillado que se entregó ahí mismo a recoger y a ordenar todo cuanto pudiera encontrar. Al arribar a Francia, sus colegas quedaron entusiasmados como él  ante la sola vista de los ejemplares botánicos, zoológicos y minerales que traía. La cordial recepción le permitió conseguir con cierta facilidad, pero con su habitual diligencia, los más útiles instrumentos científicos que había a mano.
Gay retornó a Chile en 1834, y se trasladó a Valdivia, incluida parte de la Araucanía, a fines de ese mismo año. Fue uno de los primeros europeos que tras casi 200 años de ausencia, debió atreverse a ingresar en el temible territorio picunche. Durante los viajes a terreno, las expediciones contaron con  intérpretes para tratar con los caciques; de manera que a nuestro Claudio Gay no le fue tan difícil familiarizarse con sus costumbres, que fueron ampliamente conocidas gracias a los dibujos y bocetos que él realizó con ayuda de expertos, como Rugendas. Después de un año en la boscosa zona de Valdivia, viajó a Chiloé donde estuvo algunos meses investigando a los isleños.
Una vez en Santiago, Claudio Gay pudo dar cuenta parcial al gobierno de sus trabajos. Había logrado recolectar 5 cuadrúpedos, 213 pájaros, 21 reptiles, 47 peces, 2.557 invertebrados y 1.320 especies vegetales. Además, exhibió diversos volúmenes con anotaciones y dos más con 1.437 dibujos de objetos naturales, mapas e informaciones geográficas. Continuó con sus viajes, explorando Talca, Concepción y Coquimbo. En 1835 el gobierno decidió entregarle un edificio para que organizara y clasificara en los estantes sus muestras, dando origen al Museo de Historia Natural, situado en la Quinta Normal de Santiago.
El 29 de diciembre de 1841, antes de que Claudio Gay viajara a Francia, el gobierno le concedió por gracia la nacionalidad chilena y un premio de 6 mil pesos.
Galardón por demás merecido, después de tantos estudios y viajes que le significaron a Claudio Gay más de doce años de arduo trabajo, los cuales lograron plasmarse en la famosa Historia física y política de Chile, obra realmente monumental, materializada en un principio en 24 volúmenes más dos de atlas. En 1842, Gay regresó una vez más a Francia a preparar obviamente la edición de su obra, que se editó finalmente en 1845, con una impresión inusual para el país y la época, con más de 300 láminas de escenas de costumbres, algunas (como lo hemos dicho) debidas a la pluma del genial  Mauricio Rugendas, a raíz de lo cual, la Sociedad Geográfica de París le concedió en 1845 su bien merecida medalla de oro. En 1843 fue designado miembro de la Universidad de Chile y su país natal le confirió la Legión de Honor. Más tarde, en 1856 fue declarado miembro del Instituto de Francia y de  la Academia de Ciencias de París.
En Francia, se preocupó de terminar los libros que contenían el resultado de sus investigaciones. De esta manera, en 1844 concluyó el primer volumen de la Historia Física y Política de Chile. Los 30 tomos de esta monumental obra se continuaron publicando hasta 1871: los 8 primeros tratan de la Historia Política (1844-1854); otros 2 contienen documentos históricos reunidos en diversos archivos nacionales y extranjeros (1870-1871); 8 tomos son sobre Botánica (1845-1852); 8 tomos de Zoología (1847-1854); 2 tomos que constituyen un atlas con dibujos de las especies naturales, mapas de diversas regiones, grabados de paisajes, tipos humanos y costumbres chilenas (1844-1855); y, finalmente, 2 tomos detallan un estudio sobre el estado de la agricultura chilena (1862-1865).
En 1863, al cumplir 60 años, Gay decidió dar una vuelta por Chile “Antes de morir -le escribió a Barros Arana- he querido ver una vez más este hermoso país y los excelentes amigos que aquí poseo y que me serán siempre tan queridos”.

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