miércoles, 12 de septiembre de 2012

Nicanor Parra, maestro creador genial. Por Félix Pettorino.

Nicanor Parra Sandoval [San Fabián de Alico (Ñuble), 05,09.1914]. Poeta chileno, que se autodenomina antipoeta, en su condición de creador de una expresión literaria que rompe con todos los moldes tradicionales de la lírica. Manifestación de aquello son sus libros, Poemas y Antipoemas,(1954), Antipoemas (1960), Poema y Antipoema de Eduardo Frei (1982), todos los cuales sustituyen la sintaxis cuidada y metafórica, usual en los poetas, por un lenguaje prácticamente coloquial y muy directo.
Como verdadero título de hidalguía artística, es en la realidad miembro de una familia extraordinaria en ese menester, los Parra, compuesta por artistas muy conocidos dentro y fuera de Chile, como Eduardo (Lalo), Nicanor, Roberto y Violeta (V.).
En 1927 ingresó al Liceo de Hombres de Chillán, donde cursó hasta el Quinto Año de Humanidades, pues en 1932, huyó de su casa rumbo a Santiago, donde después de algunas peripecias, pudo matricularse en el último año de educación secundaria en el Internado Nacional Barros Arana, gracias a la oportuna beca otorgada por la Liga de Estudiantes Pobres. En ese Liceo más que centenario, pudo conocer a compañeros que en el futuro iban a ser, igual que él, personajes importantes en la vida nacional, como Jorge Millas, Luis Oyarzún y Carlos Pedraza, con los cuales solía intercambiar ideas que reafirmaban una afinidad artística muy  bien compartida.
En 1933 el poeta estuvo en condiciones de entrar a la Universidad de Chile. Escogió, por su gran prestigio, el Instituto Pedagógico de Alameda con Cumming, con el bien deliberado propósito de estudiar Matemáticas y Física. Mantuvo por cierto tiempo algunos devaneos con Ingeniería, Derecho e Inglés, pero más temprano que tarde, los abandonó definitivamente.
Nicanor, como lo revela hasta este momento su vida andariega y aventurera, era en verdad un muchacho autovalente. Pudo perfectamente financiar sus estudios desempeñándose como inspector del INBA y fue allí cuando en 1935 se dio maña para publicar su primera obrilla, un cuento (acaso, mejor, su primer anticuento) titulado “Gato en el camino”. Lo hizo en la Revista Nueva (edición volandera que había ideado junto a sus compañeros Millas y Pedraza).
En 1937 logró egresar del Instituto Pedagógico y tuvo la suerte de poder retornar al terruño, ya que le correpondió, por concurso, asumir el puesto de profesor de Matemáticas y Física en el mismo establecimiento en que diez años antes se había fugado. Y antes de acabarse aquel año, apareció su  Cancionero sin nombre, el primer libro de versos, donde no pudo dejar de hacer entrever huellas personalizadas de la sublime poesía de Federico García Lorca.
Mas, aunque parezca curioso, en 1938 es galardonado con el Premio Municipal de Santiago por su contribución al estudio de la Física y las Matemáticas.
En 1943 viaja por primera vez  a los Estados Unidos con el propósito de estudiar Mecánica avanzada en la Brown University, mediante una beca concedida por el Institute of International Education. Regresa en 1946 incorporándose meritoriamente a la Universidad de Chile como profesor titular de Mecánica Racional. Muy pronto, en 1948 es designado Director Interino de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile.
En 1949 parte a Inglaterra gracias a una beca del Consejo Británico con la intención de estudiar Cosmología, nada menos que en la Universidad  de Oxford.
Vuelve a Chile en 1951, casado con Inga Palmen, de nacionalidad sueca. En los Anales de la Universidad de Chile aparece por primera vez una selección de sus antipoemas. Luego, en 1952 realiza nuevos avances en la poesía no tradicional, montando junto a Enrique Lihn, Alejandro Jodorowsky y algunos otros, la poesía-mural que ellos denominan Quebrantahuesos, hecha con recortes de diarios.
En 1954 aparece una segunda versión de Poemas y Antipoemas. Dentro del sistema denominado “antipoético” aparece injertado un personaje de suyo “antiheroico”, y la obra toda destila por doquier humor, ironía, sarcasmo y un raro tipo de versos cuyo léxico y sintaxis no obedecen a ningún modelo literario conocido, sino a lo que nunca un lector desprevenido pudiera imaginar: el vivo, espontáneo e ingenioso lenguaje cotidiano. Aunque parezca increíble, este extraño y novedoso estilo de poesía fue pública y entusiastamente acogido por el prestigioso crítico literario Ignacio Valente, quien a la postre ha resultado ser uno de sus más asiduos divulgadores.
Llegamos así al año 1959, en que nuestro antipoeta es invitado al Congreso Mundial de la Paz celebrado en Pekín. Durante el complejo viaje de ida, tiene la oportunidad de visitar a Artur Lundkvist, entonces Secretario Permanente de la Academia Sueca, en cuya residencia tiene la suerte de conocer a la escritora Sun Axelsson, quien, atraída por el magnetismo del poeta, decide viajar a Chile para entablar con él una relación más personal.
A partir del año 1969 comienza para Nicanor Parra la racha de los premios. En primer término, el Nacional de Literatura, galardón más que merecido por su infatigable y meritoria labor estética y por el impacto que despertó Obra Gruesa, que había editado poco tiempo antes. Más tarde, en 1991, se le otorga en México el premio Juan Rulfo. Preciso es recordar que durante dicho año había sido editada la traducción en español realizada por Nicanor Parra a pedido de Raúl Osorio, entonces profesor de la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica de Chile, del Rey Lear de William Shakespeare, y que logró ser puesta en escena en 1992. En su reseña de la obra, el poeta chileno Raúl Zurita llega a sostener que “el sistema antipoético creado por Parra culmina precisamente en ella”:
Durante ese mismo año es designado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Brown, alto grado que le conferirían muy luego también las universidades de Concepción  (1996) y la de Biobío (2000). Poco después recibe también el honroso título de Honorary Fellow en la Universidad de Oxford (Gran Bretaña). Y durante el año 2001 recibe, además, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, y el Premio Bicentenario de la Corporación Cultural de Chile y la Universidad de Chile.

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