miércoles, 12 de septiembre de 2012

Marta Brunet, reina coronada del criollismo en nuestro país. Por Félix Pettorino.


Marta Brunet Cáraves [Chillán (Ñuble), 09.08.1897 - Montevideo (Uruguay) 27.10.1967]. Hija única del matrimonio entre Ambrosio Brunet Molina (chileno) y Presentación Cáraves de Cossio (española), vivió sus primeros años en la hacienda Pailahueque de Victoria, (Malleco) de propiedad de su padre y más tarde en la ciudad de dicho nombre. La verdad es que Martita jamás conoció una escuela. El aislamiento rural en que la niña vivió su infancia y parte de su adolescencia, sumados a los continuos viajes de sus padres, no le permitieron disfrutar, como los demás muchachos de su edad, de los estudios regulares necesarios para lograr una instrucción oficializada por el Estado. En compensación, sin embargo, sus padres, residentes por años en el pueblo sureño de Victoria, le contrataron diversos profesores especialmente escogidos para una formación que ellos estimaban más adecuada a los intereses de la niña, más moldeadora de una personalidad de excepción y que fuera auténtica de verdad, adaptada a su carácter y aficiones, y, por ende, más beneficiosa para ella.
Y así fue, en efecto, pues los diversos maestros elegidos que se esforzaron por moldear su temperamento y atributos, derramaron sobre ella muchísimo más que una simple ducha de conocimientos, pues con toda la energía concentrada solo en ella, contribuyeron a formarla como aquella persona noble, culta y bondadosa que llegó a ser en su edad adulta. Y de las lecciones no logró solo eso, sino su pasión por los libros y la literatura, y sobre todo se acrecentó su creatividad y un maduro espíritu de observación que la acompañaría hasta el resto de sus días. Se cuenta de ella que tanto leyó durante su infancia y adolescencia, que contrajo una severa miopía que la obligó a usar gruesos cristales oscuros por el resto de su vida.
            No cumplía aún los 25 años de vida, cuando, transfigurada ya en una mujer sesuda que puede ver y palpar la vida tal cual es, se dedicó a escribir su más lograda novela: Montaña Adentro, que aunque ambientada en un mundo que bien pudiera llamarse el paraíso, se  muestra, sin embargo, como la caldera en que se cocinan las injusticias sociales, el abandono y la miseria de quienes laboran de sol a sol por ahuyentarla, y todos aquellos males, enfermedades y pesares que desbaratan las promesas que la vida podría haberles brindado a sus oscuros moradores...
            En 1923, cuando apareció la primera novela de esta mujer demasiado joven, y por ende, inexperta, sin el antecedente de una instrucción escolar oficializada, y que, a mayor abundamiento, era una absoluta desconocida, todo el mundo pensaba que críticos de tanto prestigio y rigor, como nuestro Hernán Díaz Arrieta (Alone), iban a arremeter justicieramente contra ella, hasta despedazarla. Sin embargo, según él mismo lo confiesa en su conocidísima “Historia personal de la Literatura Chilena” (p. 240), la cosa se dio de modo muy distinto: “La sorpresa de todos fue enorme. Se esperaba la novela de una señorita muy compuesta. Se halló una obra recia, sólida, hecha de duros metales, inatacable en su brevedad. El dominio de la lengua castiza y sabrosa competía allí con el conocimiento de la vida”. Con ello podría acaso probarse que la llamada “educación personalizada” no es tan eficaz cuando se da dentro de un grupo, sino cuando se concentra en la sola persona a quien se educa.
            Desgraciadamente al año siguiente falleció don Ambrosio Brunet, lo que produjo un grave trastorno mental en su madre, que por su preocupante estado de salud requería de un cuidado permanente. Marta Brunet, abrumada con tanta desgracia, se desvinculó totalmente de lo que era la pasión de su vida, la literatura, y se dedicó casi solo a cuidar a su progenitora y, en sus escasos ratos libres, a ganarse la vida  publicando recetas de cocina.
En 1928 se trasladó a Santiago para luego inscribirse en la Escuela de Novelística  Criollista, y entregarse a publicar uno que otro cuento en algunos diarios de la capital. Es así como en vista de la calidad de su obra, recibe en 1933, el Premio de Novela de la Sociedad de Escritores de Chile. En 1939 fue nombrada por el presidente Pedro Aguirre Cerda como Cónsul Honorario en la ciudad argentina de La Plata.
Más tarde, en 1943, don Juan Antonio Ríos la designó Cónsul de Profesión adscrito al Consulado General de Chile en Buenos Aires, donde ejerció hasta 1952. Ese mismo año la Universidad de Concepción le otorgó el Premio Atenea por su novela breve Aguas abajo, que forma un tríptico con Piedra Callada y Soledad de la sangre.
En 1961 fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura y el 7 de junio del año siguiente fue declarada Hija Ilustre de Chillán.
En octubre de 1963 fue nombrada Adicto Cultural de la Embajada de Chile en Brasil y en diciembre de 1963, el Supremo Gobierno la honró con la misión de Adicto Cultural de la Embajada de Chile en Uruguay. Al poco tiempo fue solemnemente incorporada a la Academia Nacional de Letras del Uruguay.
En 1967, nuestra gran escritora fallecía lejos de su patria. soltera y sin otra descendencia que la de su extraordinaria producción  criollista.
             De internet. he podido extraer la siguiente lista cronológica de sus obras más importantes: Montaña adentro, 1923; Bestia dañina, 1926; María Rosa, flor de Quillén, 1927; Bienvenido, 1929; Reloj de sol, 1930; Cuentos para Marisol, 1938; Aguas abajo, 1943; Humo hacia el sur, 1946; La mampara, 1946; Raíz del sueño, 1949; María Nadie, 1957; Aleluyas para los más chiquititos, 1960; Amasijo, 1962; Obras completas, 1962; Soledad de la sangre, 1967.

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