martes, 17 de enero de 2012

A unos novios [Félix Pettorino]

No negaré
que tenéis razón:
uno es sólo uno
y, a veces,
cuando hay penas en el corazón,
no somos ninguno.

Pues con uno más uno
se desvanece el ego
y surge el amor.
Y cuando se hacen uno
son siempre más que dos.
Pues nace el ansiado fruto
del amor hecho pasión.

Cuentan que el Buen Dios
en un principio era el Verbo,
sin interlocutor.
Por millones de siglos
y muy a duras penas
fue uno,
estuvo solo.
Y aún sabiendo
lo que pasaría
si creara un Hijo,
nos echaba de menos
y a ratos gemía
presa de angustia y dolor.


Pobre Dios, ¡cómo sufría!
¡no podía dar amor!
Lloraba todos los días
y casi se nos murió.

Pero una noche turbulenta
de insomnio y agitación,
tuvo un mágico sueño:
¡la Creación!
Y a la mañana siguiente,
en la primera madrugada,
despertó muy excitado
y con insólito afán
se puso a hacer el Mundo
Estaba febril,
tenía apuro.
En marca inigualable
de tiempo y rendimiento
demoró siete días.
Convirtió tierra y mar y aire
en regazos de luz
donde vidas amándose
bullían y retozaban
celebrando el encuentro
multiplicador
de ciliados con óvulos.

¡Era el Amor fermentando
en la probeta de Dios!

Y hoy esa corriente ha llegado
hasta vosotros dos
para que cumpláis con gozo
lo que El os mandó.

Pues sólo con uno más uno
se anida el ansia
de llegar a tres.

Y ni uno,
ni dos, sino tres
es
lo que Dios
es.

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