jueves, 19 de enero de 2012

Llanto de Nena Pettorino por la muerte de su perrito Pompón (De su hermano Félix)

Porque eras el mismo cariño
vestido como una flor,
tu alma blanca de niño,
Pompón,
se te adivinaba en la piel
con el límpido fulgor
de un plumón
de armiño.

Porque eras una lámpara encendida
que alumbraba las sombras
de mis días,
irradiando su dulce albura
con el resplandor
de un sol de amanecida.

Porque había algo de oleaje de mar
cuando ladrabas
y esa era la lengua universal
con que me hablabas,
como si emergieras del seno sideral
de una galaxia.
retozando entre astros de cristal
sobre mi falda.

Porque yo te amaba, Pompón,
y sabía que en tu dulce mirar
el mismo Dios estaba,
te arrullaba como al Niño Jesús
en tu cuna de tablas.

Porque eras de Dios la luz
que me alegraba,
porque hiciste más liviana mi cruz
cuando tú estabas
y el cielo fue más azul
en mi morada.

Por eso, tu menudo ataúd
es hoy, Pompón,
mi soledad más amarga,
las lágrimas no se me secan aún,
mis noches son largas
y no me puedo consolar
porque no estás en casa.

Y sueño ..., sueño que un día volverás
con tu mirada de armiño
y el gracioso trotinar
de tus patitas que vuelan,
para susurrarme al oído
con tu cantarín ladrar:


“-¡Qué hermosa es la eternidad,
madrecita querida, amita Nena!
No es bueno llorar
cuando el Creador nos espera.
Él me quiso llevar:
¡no tengas pena!


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