lunes, 23 de enero de 2012

Mar océano (De Félix Pettorino)

Mar océano:
eres apenas una gota de agua salobre,
resto de lluvia cósmica sobre un grano de grava,
punto minúsculo en la azul inmensidad del Universo.

Pero, aunque pequeño, eres devorador y revoltoso como ameba,
y vives a medio vigilar
por Quien toleró que te engrifaras sin causa
bajo esos borbollones de relámpagos flotantes
que, como cardúmenes en varazón,
es hoy tu masa ondulante.

Te diré lo minúsculo que pareces,
cuando ni siquiera te ven los agujeros negros más cercanos
y apenas tu oleaje se divisa a la altura de una nube
o desde el vuelo lento y pesado de un albatros.

Mar océano, eres mínimo sedimento,
meato burbujeante en un grano de arena,
leve brizna líquida entre vapores de polvo cósmico,
lágrima de Dios,
charco planetario.

Mas, nosotros ante ti nos espantamos:
cabalgamos los lomos ariscos de tus inclementes marejadas
esquivando tus traidores arrecifes,
que demuelen como mazos.



Te tememos como a un Cíclope,
como a un Titán, anchuroso océano,
te vemos tan vasto como una estepa de Neptuno,
tan hondo casi como un cráter de Saturno,
como un oscuro recinto, profundo y silencioso,
donde pululan seres multiformes y aterrantes,
donde trepan a ciegas, exorbitantes vegetales
entre redes de agua, despeñaderos de coral,
mortajas de espuma
y pirotecnias de Vulcano.

Mar océano,
gran señor de los hielos eternos,
dispensador caprichoso de tifones, borrascas y aguaceros,
tirano milenario de la vida y de la muerte en mi planeta,
agazapadas como serpientes bajo tus vellos de nácar,
entre marañas de algas y cardúmenes,
bajo móviles abismos, tus fauces de gigante molusco
aguardan con agitada impaciencia
el final de todo lo que existe.

Mar océano,
mar ancestral,
terrible; pero también magnánimo,
si tú sólo eres dentro del Cosmos
 una mísera fosa enana,
si no eres más que una pizca sidérea de agua y de sal,
dime de una vez:
¿qué es, en verdad,  nuestra grandeza humana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario