Un suspiro tembloroso
rasgó tus sueños de sal.
El ulular del viento
rompió el silencio del mar.
El trajín y la codicia
se fueron a descansar.
El hombre cruel se humaniza
ante tu vida ejemplar.
Sublimaste lo terreno
en tu barca de cristal,
hoy navegas en los cielos
con proa a la eternidad.
Peces y algas de duelo
ven que han perdido la paz.
En busca de otros misterios
¡te has marchado, Capitán!
Ungido en albas espumas
tras tus andanzas de mar,
te hermanaste en las honduras
con pez, molusco y coral.
Tus delfines y ballenas
se ocultan en el azul
La ambición está despierta:
¡cuánta falta me haces tú!
Caballero de la vida,
paladín de lo creado:
fundaste una dinastía
El saqueador ha callado.
Desde un ventanal nortino,
tejo en algas mis recuerdos
y en vuelo de aires marinos
te envío este último verso.
De Silvia Pettorino (1997)
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