lunes, 16 de abril de 2012

Un clérigo ejemplar. Félix Pettorino y Rafael Luttges.

Ramón Ángel Jara [Santiago, 02.08.1852 – La Serena, 09.03.1913] Inició su educación en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valdivia y en 1862 se incorporó al Seminario Conciliar de Santiago, donde alcanzó el grado de bachiller en Humanidades. Luego se matriculó en la Universidad de Chile para estudiar Derecho, pero en 1874 sintió el llamado de Cristo para ser sacerdote, lo que logró el 16.09.1876. En su brillante carrera sacerdotal llegó a ser obispo de Ancud y luego de La Serena. Se destacó por ser uno de los más elocuentes oradores con que ha contado la Iglesia chilena a lo largo de su historia. Entre su textos ejemplares cabría destacar dos, que brillan por los valores humanos que logran transmitir al lector. Son ellos los siguientes:

I.- Retrato de una madre.

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados; una mujer que, siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud; la mujer que si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños; una mujer que siendo rica, daría con gusto su tesoro para no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud; una mujer que siendo débil se reviste a veces con la bravura del león; una mujer que mientras vive no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero que después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus latidos. De esa mujer no me exija el nombre si no quieres que empape de lágrimas vuestro álbum, porque yo la vi pasar en mi camino. Cuando crezcan vuestros hijos, léanles esta página, y ellos, cubriendo de besos vuestra frente, os dirán que un humilde viajero, en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí para vosotros y para ellos, un boceto del Retrato de su madre.

II.- La inscripción que Monseñor redactó a los pies del monumento a Cristo Redentor para celebrar la superación pacífica de cierto conflicto fronterizo entre Chile y Argentina que había llevado a ambos países al borde de la guerra:

Y cuando las futuras generaciones suban por estos desfiladeros, conducidos por brazos del valor, no encontrarán, como en las Termópilas, escrito con sangre en las desnudas piedras, aquel testamento de los heroicos espartanos: “Aquí rendimos la vida por defender las patrias leyes”. Antes bien, llegarán a esta cumbre, y en el bronce de este glorioso monumento verán grabada con caracteres de fuego una leyenda sublime: “Se desplomarán primero estas montañas, antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor”.
[Monseñor Ramón Ángel Jara, Obispo de San Carlos de Ancud, 13 de marzo de 1904].


A RAMON ANGEL JARA

Sonetillo de Rafael Luttges Derosas, el Viejo Trovador Porteño.

Bachiller de Humanidades
luego a la Universidad.
Vibra en su alma la piedad.
de voces sacerdotales.

Obispo de Ancud, Serena
y orador excepcional,
nos lega un texto ejemplar
por su madre y las ajenas.

En el Cristo Redentor
deja un sabio vaticinio
que habla de guerra y amor:

“Nuestras dos patrias hermanas
nunca luchen por dominio:
¡antes caigan sus montañas!”

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