sábado, 14 de abril de 2012

La muerte prematura de la amada.





Al jardín iba una red
en mis manos, mariposa.
Al sorprenderte admiré
tu aleteo entre las rosas.
No supiste como fue
que te cogí, niña hermosa:
al instante parpadeé
y ya eras otra cosa:
destrozada entre mi red,
dejaste de ser donosa.

Gimiendo te acaricié
al verte triste y llorosa.
A la Vida le  imploré
que sanaras, mariposa.
No me ha valido la fe,
la Vida es cruel y sañosa.
Agobiado supliqué
por mi dulce mariposa,
que volviera a lo que fue:
un hada feliz entre rosas
¡de solo verla la amé!.
Su sentencia me acongoja:

-¡La muerte es solo una vez,
no perdona a las mariposas
que se cogen en la red:
solo un instante se es hermosa!



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