Al jardín iba una red
en mis manos, mariposa.
Al sorprenderte admiré
tu aleteo entre las rosas.
No supiste como fue
que te cogí, niña hermosa:
al instante parpadeé
y ya eras otra cosa:
destrozada entre mi red,
dejaste de ser donosa.
Gimiendo te acaricié
al verte triste y llorosa.
A la Vida
le imploré
que sanaras, mariposa.
No me ha valido la fe,
Agobiado supliqué
por mi dulce mariposa,
que volviera a lo que fue:
un hada feliz entre rosas
¡de solo verla la amé!.
Su sentencia me acongoja:
-¡La
muerte es solo una vez,
no
perdona a las mariposas
que se
cogen en la red:
solo un
instante se es hermosa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario