lunes, 16 de abril de 2012

El inventor chileno del Atrapanieblas. Félix Pettorino.

Carlos Alberto Espinoza Arancibia [Taltal, 29.02.1924] y el atrapanieblas. Profesor nortino dedicado a la ciencia, en especial a la Física, formado en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, sede Santiago.
            Es el inventor del atrapanieblas, que ha resuelto innumerables problemas de sequía e infertilidad en las tierras en el Norte de Chile. Para hacerlo más durable, ha creado el modelo perfeccionado que él llama de tipo “macrodiamante”, proyecto que, con su proverbial magnanimidad, obsequió a la Unesco para su difusión mundial.
            En una entrevista que concedió a El Mercurio de Antofagasta, el 4 de setiembre de 1998, contó como había logrado dar con el invento: “cuando vivía en María Elena, un día con un grupo de amigos nos dimos cuenta de que en el cielo había una cubierta de algodón y corrimos para tocarla, pero salió el sol y desapareció. Desde ese momento quedé intrigado. Cuando estaba más adulto, comprendí que ese algodón eran nubes rasantes que venían desde el océano y se detenían en la pampa. Por una escasez de agua que hubo en 1956, se me ocurrió que con nylon se podría atrapar el agua a una gran altura y así nació el atrapanieblas” que tantas ventajas (agregaría el autor de esta biografía para su capote) le han proporcionado a las tierras, que pese a estar tan cercanas al mar, padecen en el Norte de Chile de una sequía recalcitrante...
            En diversos “papers” el profesor Carlos Espinoza ha explicado científicamente ese novedoso proyecto, como en El atrapanieblas 611115 (1977, 19 pp.; o la Aplicación Racional de las camanchacas atacameñas (1986, 21 pp.), ambas publicaciones del Departamento de Ciencias Físicas de Universidad Católica del Norte.
            Según la opinión del autor del “Atrapanieblas”, “la humanidad se está dando un veranito de San Juan de tres o cuatro siglos con los combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón y el gas, reservas que se van a terminar, sin pensar en las consecuencias que ya estamos pagando a nivel medioambiental, como es el cambio climático”. Y enfáticamente concluye: “Debemos buscar un equilibrio con la naturaleza, haciendo ciencia sustentable con recursos energéticos que no contengan este componente. Santiago está envenenado, nuestras costas tienen problemas (de desechos), la región padece de contaminación y de eso ya no se escapa nadie”.
            En cuanto a lo mucho nuevo que hay que hacer, recuerda que “estamos en una nueva era en la región, que no pasa tan solo por la presencia de más o menos observatorios de calidad mundial. El horizonte indiscutido está en la producción de litio en función de la energía solar. Son 20 millones de metros cuadrados de pozas de evaporación solar”. Y frente a la pregunta del periodista de “¿Y cuánta energía representa eso?, no trepida en contestar de inmediato: “Es del orden de 6 mil megawatts. Fantástico. Eso es mucho más que toda la energía que generan las centrales hidroeléctricas del centro de Chile. Ese es el recurso que se está desaprovechando en el Salar de Atacama; y es sin gastar petróleo ni contaminar el planeta”.
            Por último, frente a la observación escrutadora del periodista antofagastino; “Sin embargo usted bien pudo haber sacado provecho económico del atrapanieblas”, el recio y consistente temple humano del profesor Espinoza se revela con esta contundente respuesta: “Pienso que se es investigador o empresario. Ambas cosas no son compatibles y yo me decidí por lo primero, por un asunto de vocación. Cuando se es educador, no se puede hacer otra cosa”.

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