martes, 17 de abril de 2012

Manuel Plaza, el primer maratonista olímpico de Chile. Félix Pettorino.

Manuel Jesús Plaza Reyes [Lampa (Santiago), 17.03.1900 – Santiago, 08.12.1964].  Manuel era hijo de una modesta familia del centro de Chile, uno de los 11 hermanos que tuvieron sus padres. Su madre era dueña de casa y su padre, empleado de una compañía inglesa de teléfonos. De contextura atlética, más bien delgado, se destacaba por su inusual estatura, que según aseguran quienes lo conocieron, superaba con creces el metro ochenta.
A la edad de 15 años, participó con varios amigos en una vuelta de unos 1600 metros al Parque Cousiño (hoy O’Higgins) que recorrió con su máxima capacidad y le costó en aquel entonces una grave enfermedad, que lo tendría dos años con serios problemas como para seguir compitiendo. Pero cuando el muchacho logró recuperarse, empezó a entrenarse con tesón por consejos de los mayores, hasta convertirse en todo un atleta en potencia. Cuentan que después de vender los diarios con los que recolectaba dinero para ayudar a sus padres, partía rumbo al Parque, donde tuvo la suerte de  conocer a  Eithel Stewart, que fue su primer entrenador.
A los 17 años, fue retado por primera vez a correr. Como era la mañana de un domingo,  no había alcanzado a vender todos los diarios, de modo que contaba con una gran energía acumulada para vencer la prueba, por lo que, aún  corriendo con el resto de los diarios bajo el brazo, logró ganar la carrera, despertando la admiración de todos.
Entre los muchos comentarios sobre su persona, se sostiene que habiendo sido “canillita” en San Bernardo, sin quererlo se hallaba entrenado para competir como atleta  en carreras de resistencia. Así fue como gracias a su capacidad física, pudo llegar hasta el Estadio de Coulombes en París (1924), a competir en una maratón, donde logró un honroso 6º lugar.
Pero fue el 5 de agosto de 1928 cuando el ya experimentado maratonista chileno provocó la mayor eclosión de entusiasmo deportivo que hubiera tenido lugar en nuestro país hasta esa fecha, al conseguir el segundo lugar en la Maratón Olímpica de Amsterdam.
Y se dice que Plaza había partido rezagado según su costumbre. A los diez kilómetros de carrera –según contó después él mismo- comenzó a sufrir un fuerte dolor en una rodilla, que incluso le hizo pensar en retirarse. Perdió muchos lugares en los kilómetros siguientes. Corrían 79 competidores de 24 países. Pero grupos de chilenos dispersos en diferentes puntos del trayecto lo animaban gritando y coreando su nombre y muchos ¡Viva Chile! se escuchaban también por todas partes.
A partir de los veinte kilómetros el dolor de la rodilla disminuyó y Plaza recuperó su ritmo de carrera. Comenzó a adelantar corredores, un total de 41 en ese tramo.
Cuenta además la leyenda que Manuel Plaza, por falta de conocimiento del lugar y por su ignorancia total del idioma francés,  se extravió en la ruta hacia el Estadio, lo que permitió que el argelino El Ouafi lo sobrepasara, aunque tampoco faltan los que creen que desde un comienzo Plaza quedó rezagado por una fuerte molestia en la rodilla, lo cual, una vez superado, permitió que fuera escalando posiciones hasta alcanzar el segundo lugar, sin que en ningún momento de la carrera alcanzara a quien lideraba la contienda. Finalmente, Plaza ganó la medalla de plata al cruzar la meta a las 2 horas 33 minutos y 23 segundos luego de haber recorrido 42,195 kilómetros.
El segundo lugar para Chile, en una prueba tan extenuante como la maratón, fue celebrado como un verdadero triunfo para nuestro país. A su llegada a la Estación Mapocho, una multitud acudió a recibirlo. El 18 de septiembre de 1928 fue recibido con honores, sin contar el estimulante abrazo del propio presidente, a la sazón, don Carlos Ibáñez del Campo.

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