lunes, 16 de abril de 2012

El más grande pionero chileno del salitre. Félix Pettorino.

José Santos Ossa [Freirina, 01.11.1827 – Costas de isla San Félix, 05.08.1877]. Fue hombre de acción, un pionero incansable, lo que revela su trágica muerte en el mar, explorando guaneras en la isla San Félix. Fue también un padre prolífico, con 11 hijos en dos matrimonios, el segundo, después de haber quedado viudo. En 1845 era todavía un adolescente de 18 años cuando don Agustín Edwards Ossandon lo envió a Cobija donde, a poco rebuscar, descubrió valiosos yacimientos de guano, además de ricos minerales de oro plata y cobre que inmediatamente se dedicó a explotar con algunos extranjeros, a quienes convirtió en socios de sus descubrimientos. En 1866, se estableció en Antofagasta, nombre que eligió porque le pareció más adecuado que el anodino de “Caleta de la Chimba” como era conocido ese lugar hasta entonces. Allí fue donde después de fatigosos “cateos”, encontró el yacimiento aurífero de Gordillo, los argénteos de Peine y Toconao y el cuprífero de El Morado. Pero todo eso no fue para él suficiente. Continuando con sus búsquedas halló por fin la novedad del siglo, el “oro blanco”, esto es, el salitre, por lo cual obtuvo en 1872 la autorización oficial del gobierno de Bolivia para que su Compañía Salitrera y Ferrocarrilera de Antofagasta explotara, junto a su socio, Francisco Puelma, dicho rico mineral en toda esa zona. Tal negociación lo convirtió en poco tiempo en el empresario más rico de Hispanoamérica, ya que creó al efecto el Banco Ossa, localizado en el puerto de Valparaíso. Y como si esto fuera poco, se dedicó a invertir sus pingües ganancias en propiedades agrícolas del sur de Chile, actividad en la que prosperó rápidamente gracias al hecho de haberse suscitado fuertes demandas de productos del agro desde Australia y California. Pero no siempre le fue bien: durante 1873, en una entrevista que sostuvo con el presidente Federico Errázuriz Zañartu (1871-1876), le planteó el proyecto del trazado de una vía férrea desde Caracoles a Tres Puntas a fin de hacer progresar la actividad en el desierto; pero el mandatario consideró estrafalaria la idea y se negó. Con todo, José Santos Ossa se resignó, siguió imperturbablemente su camino, tan emprendedor y exitoso como siempre..., hasta morir emblemáticamente en el mar, en 1877, cuando andaba en busca de nuevas guaneras en las costas de la isla de San Félix.

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