miércoles, 25 de abril de 2012

El padre habla a los hijos en el aniversario de la mamá. De Félix Pettorino.



Palabras del papá Félix
a cada uno de sus siete hijos
en el momento de la entrega el 23.05.09
de la autobiografía titulada
 “Amor de Estudiantes”.
evocación de los inicios de la vida en común.

A mi querido hijo Félix Eduardo, el primogénito, en el Día del cumpleaños de mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, Nonín! (hoy, “Nonotuli”, cuya férrea fortaleza por fuera, y tierna blandura por dentro son bien conocidas). Siempre he admirado tu “racionalismo”, tu criterio lógico a la vez que práctico y preciso. Lo que sueles afirmar con convicción casi siempre es necesario y verdadero, pues con frecuencia va reforzado por antecedentes tan seguros como incontestables. (Perdón por el casi, todos estamos expuestos alguna vez al error). Te sabes mover empírica y técnicamente, pero sin dejar de manifestar el cariño interior que atesoras para todos cuantos te queremos.

Como siempre, te deseo en esta ocasión un futuro esplendoroso junto a Helga, tu fiel y carismática compañera de ruta. Y también a tus dos parejas de retoños: Pauli y Angelita;, las dos bellas niñas promisorias de tan buenos augurios en sus actividades profesionales, que ellas, con espíritu realmente cristiano, han sabido volcar hacia fructuosos logros humanitarios; y Esteban y Marco, los dos animosos varones que ya están conquistando con notable eficacia, el primero, el mundo de las estrellas no hollywoodenses; y el segundo, el universo de las redes informáticas, cuya “pesca” en el anchuroso océano de las comunicaciones suele ser asaz generosa.

Este 21 de mayo del año 2009 ha sido para mí la ocasión propicia para hacerte el obsequio de este libro que en buena parte fue redactado por tu madre querida y por mí... y, en un breve, sincero y emocionante trozo, por ti mismo a propósito de nuestras Bodas de Oro.


A mi querida hija Inés de Lourdes, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, mi Nechita, tan tierna, cordial y bondadosa, como su dulce nombre a cada instante me lo indica! La más candorosa niña de todas mis vírgenes de otrora, que ya dejaron de serlo, pero cuya almita llena de amor y de fe, sabe esconder un baluarte tanto o más sólido que el de la “blanca montaña” de nuestro himno nacional. Basta apreciar lo que has logrado hacer, no sólo como profesional, sino como leal amorosa e incondicional esposa y madre de tus tres promisorios retoños: Roberto, el probo y reflexivo ingeniero eléctrico de gran porvenir; Albertito, el futuro profesional inteligente y honesto; y Natalia, la amorosa chica de un sinfín de virtudes creativas. Desde aquí lejos, vaya un cariñoso saludo para Ricardo Corazón de León.

Recibe esta ofrenda de recuerdos familiares, en el dia del cumpleaños de tu madre tan querida, a la que acompañaste con tus oraciones y cantos hasta el mismo momento en que ella entregó su alma a Dios, gesto que jamás acabaré de agradecerte. Me consta además que tu corazón es grande, porque sabes superar con mucho amor y entrega los obstáculos que te va poniendo la vida.

A mi querida hija Patricia JImena, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).
–¡Hola, mi Patty querida, la “schoenstattiana” que siempre se ha mantenido más cercana a Dios y a la Máter!, la más conocedora y practicante de las ásperas, empinadas, espinudas y pedregosas cuestas que conducen a la Casa del Padre! Te traigo el eterno reconocimiento de mi dentadura, que gracias a tus generosos y útiles servicios profesionales, ha estado casi siempre sana e indolora, igual que fue con la mamá y gran parte de la familia, todo ello otorgado por tus suaves y profesionales manos de odontóloga. Sabemos que seguirás, junto a Andrés, tu amante esposo, en la ruta ascendente de la fe, la esperanza y la caridad, dones divinos que ambos han sabido cultivar de modo inteligente y sin estridencias de ninguna especie. Dios te ha premiado con seis valiosos retoños, empezando por Andresito, el médico-marino aventurero de tan sabias elecciones de vida; y luego la cohorte de médicos y odontólogos (Juan Pablo, Pedrito y talvez Coté), a quienes les deseo un futuro tan exitoso como el de ustedes, incluyendo a aquellas dos hermosas hijas de Eva, María Jesús y Patricia Andrea, que ojalá tengan tan buena elección de compañero de vida como su madre. Y sé que serás muy feliz con tu larga y valiosísima familia hasta que “El Que Todo lo Sabe y Todo lo Puede” te convoque a la primera sesión schoënstattiana en el Paraíso junto a todos tus seres queridos...(incluidos, por supuesto, tus dos viejitos..., siempre que Dios así lo quiera al perdornarme de mis continuos achaques.
Te hago entrega de este testimonio de amor a fin de que lo guardes para siempre en el baúl de tus recuerdos de familia. Sé que tú atesoras también, en tu tierno corazoncito de mujer, los más bellos y gratos momentos de tu radiante vida; pero -por sobre todo- aquel manantial inacabable de las inapreciables virtudes “teologales”, los tres dones divinos más maravillosos que el Patroncito de Arriba suele otorgarles en abundancia únicamente a las almas escogidas.

A mi querida hija Silvia Elena, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, mi Nenena!, la más chiquitita y tan cumplidora como la abuelita Tina, buena conductora de sus hijos, luchadora por los ideales de la familia, solucionadora de todos sus problemas habidos y por haber. No sabes cuán reconocido estoy por tu cariño, revelado en mil actos de atención directa  a Inés y a mí, tus amados padres. Dios te sabrá premiar en vida y después de la vida. Y sé que Waldo, tu sabio e inteligente esposo, y tus retoños te depararán un sin fin de grandes satisfacciones en el camino que te falta por recorrer, que ojalá, sea muy laaaaargo.... Hago un brindis final por el porvenir de Valentina, niña de gran madurez, comprensión e inteligencia; por Ignacio, varón de múltiples capacidades, especialmente humanísticas y musicales; por Maxi, muchacho que con su esfuerzo tesonero y proverbial corrección, espero que logre un hermoso y bien merecido futuro; y por Javi, adolescente completo, servicial y capaz, cuyas virtudes lo van a llevar muy lejos en el largo y feliz porvenir que lo aguarda.

    Tú, que eres aficionada a conservar los recuerdos más preciados del clan, recibe esta reliquia que atesora el Amor, que es lo más grande que hay en una familia cristiana. No sabes cuán agradecido estoy de ti porque has sabido aliviarme de mis tensiones y problemas con el mismo amor que mi madre e Inés tenían para conmigo. Dios te bendiga para siempre por eso.

    Pecando un poquito de actuar como “sanguchito de palta” procedo, pues, con gran cariño y devoción, a hacerte entrega del precioso libro que contiene los episodios y anécdotas más destacados que vivieron tus padres antes de casarse y de cumplir sus sesenta y tantos años de amorosa unión.


A mi querida hija Gloria, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola, Glorita, siempre tan alegre, simpática y amorosa!, identificada casi totalmente con el alma de España, la Madre Patria (ella lo es para su esposo “el Gonza”, para sus hijos y lo será para sus nietos). Trabajadora incansable, aunque no fanática de la puntualidad, pero eso no importa tanto: su corazón está con todos y cada uno: marido, hijos, padres, suegros, cuñados, pacientes, etc., a cada segundo del día. Gran y recta personalidad, auxiliadora eficiente, “samaritana terapéutica”, dotada de un gran sentido común, es insustituible, posee una entrega amorosa, alegre, cordial, un modelo de niña. No sabes cuánto te quiero, claro que igual que al resto de tus hermanos, como siempre lo he declarado y manifestado. Me he sentido muy feliz y muy bien acogido al haber llegado a ser de nuevo tu vecino junto a tu buen esposo Gonza y a tu bella progenie, compuesta por ese piloto volador tan premiado por sus virtudes y hazañas; y  por las Tres Gracias que son tus tres hermosas doncellas... Por ahora, ninguna todavía se ha atrevido a llegar al umbral de un templo que las conduzca hasta el altar del brazo de su “príncipe azul” por amorosa y deseable eterna compañía... Pero cuando llegue la hora, sonarán campanas de verdadera “Gloria” en amorosa y anhelante espera del acrecentamiento de la tribu.

En este acto procedo a hacerte entrega de uno de los tesoros más valiosos que almacenaba en mi corazón, porque era a la vez el secreto más celosamente guardado entre tu amada madre y yo. Sé que te vas a entretener, porque eres buena lectora. Ojalá no me encuentres muchas faltas y si las encuentras, perdónamelas en nombre del amor que te te tenemos todos sin excepción...

A mi querida hija Magali del Carmen, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).
–¡Hola, Mayita!, ¡qué niña más correcta y ansiosa de perfección! Heredó de su madre el amor irreductible por la sinceridad y por la verdad a toda costa, ¡aunque duela! Profesional, esposa y madre que cumple todos y cada uno de los requisitos que difundió Fray Luis de León, sacerdote dominicano que hacia fines del siglo XVI escribió el “Manual de la Perfecta Casada”, con consejos que Mayita, aún sin conocerlos, practica con gran devoción. ¡Dios sabrá premiar con creces todos los trabajos y sacrificios que haces continuamente por lograr la perfección en ti y en todos los tuyos! Tienes como real tesoro, fuera de tu maridito, a tres retoños súper capos, que (¡lo doy por firmado!) darán mucho de qué bien hablar en los años que vengan. ¡Son todos tan simpáticos e inteligentes! Empezando por Jorgito, niño afectuoso, sincero, honesto, inteligente y de gran porvenir; María Paz, lola tierna, amorosa y de notables prendas humanas, comparables a las de Inés, su madre y abuela materna; y Pablito, el chico alegre, desbordante de histrionismo y de buen humor, similares a las condiciones que en este aspecto manifestaba constantemente José Pío, mi querido padre. Perdona si alguna vez te he herido con mis palabras, pero ten la seguridad de que es así porque te quiero mucho y solo pretendo con mis vehementes consejos que seas la niña alegre, bondadosa y feliz que siempre he conocido.
Amada Mayita, quiero que recibas con este libro, la muestra más grande del cariño que sería capaz de ofrendarte. Al despojarme de los secretos de mi íntima relación con tu querida madre, te darás cuenta de que sólo soy un hombre cualquiera, pues descubrirás allí varios, talvez muchos, de mis defectos emocionales. Pero recuerda que, a pesar de todo, siempre fui amado y perdonado por ella. Quisiera que también eso tú lo hicieras conmigo, teniendo presente que el amor entre los que componemos una familia es lo más preciado que puede existir en nuestras vidas.

A mi querida hija Amelia Liliana Paola, en el Día del Cumpleaños de Mamá Inés (Q.E.P.D.), el 21.05.09, al obsequiarle la novela romántica “Amor de Estudiantes” (cuyos protagonistas son el papá y la mamá).

–¡Hola Amita!, la “benjamina” la más pequeñita, preciosa y carismática chiquilla que he conocido (fuera de la Inés, se entiende), querendona de sus hijitas como hay pocas: Gabita, la niña que es todo corazón, y Amelita, la chica tierna y autovalente como hay pocas... Pero eres, a la vez, madre excepcionalmente abnegada y luchadora por el bien espiritual, intelectual, físico y material de toda tu gente. Estudiosa y trabajadora, ello no te impide servir y atender con solicitud y cariño a todos cuantos te rodean y, por ello mismo, has pasado a ser muy, pero muy querida por todos, sean la familia, los compañeros de trabajo y el real “choclón” de amistades surtidas, dondequiera que se encuentren. Inés y yo nos hemos atrevido a matricularnos en el primer lugar dentro de ese numerosísimo grupo.
    Recibe este “Amor de estudiantes” que supimos disfrutar (y también sufrir) Inés y yo, con una suerte providencial tan fuera de serie, que raras veces se da con esa intensidad en otras parejas de las llamadas “románticas”. A ti sólo te fue posible disfrutar de ese a veces veleidoso amor por un breve tiempo, eso sí que ampliado después en miles de millas tridimensionales, gracias al entrañable cariño mutuo tuyo con tus dos bellas hijas..., a lo cual habría que agregar a nuestra gran familia y a las tan gratas amistades que Dios te ha regalado con tanta generosidad.
No puedo terminar esta breve nota sin confesarte que jamás olvidaré aquellas horas que pasamos juntos, tú devotamente activa y yo durmiendo a retazos, cuando Dios dispuso el último gran viaje de Inés, tu querida madre y amada esposa mía. ¡Cuán dolorosa, apacible, tierna y fuerte fue esa experiencia! La he revivido incontables veces releyendo tu “Dulce muerte”, contenida en el libro que en este acto te entrego.

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