domingo, 15 de abril de 2012

El Diccionario Ejemplificado de Chilenismos


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(Félix M. Pettorino)

1)     Definiciones: Yo soy un “diccionarista”, esto es, una especie de coleccionista, como puede serlo perfectamente un filatélico o un numismático. La única diferencia está en que el trabajo del lexicógrafo es un tanto más exigente, por la complejidad e importancia del material con que trabaja: la PALABRA. Entendemos por tal cosa, no sólo una voz aislada como cahuín, copucha, sino también una serie de voces, sea esta frase pura y simple (ej.:“doble estándar”); proverbial (ej.:“¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”; refrán (ej.:“Cuando el río suena, piedras trae”); o locución (ej.:“sacar los choros del canasto”); etc. O también acepción, ya que es común que una misma expresión tenga diversos significados, como el sustantivo plata, que vale tanto como ‘cierto metal precioso de color gris claro’, ‘dinero’ y ‘2º galardón en un campeonato de atletismo’, o sea, cuando menos, tres acepciones para una misma palabra.

2) Importancia de la palabra: Expresa ideas, juicios y razonamientos cuyo fin es manifestar los afectos e influir sobre su interlocutor o interlocutores. El impacto afectivo y activo de la palabra es, a veces, más importante de lo que pudiera suponerse. La palabra puede ser una caricia o un arma peligrosa en manos de quien la maneja. Puede llegar a cambiar el curso de la Historia o a influir decididamente en ella, como ocurre con las constituciones y los códigos, los manifiestos revolucionarios o los ensayos filosóficos, políticos o científicos.

3) Curaduría de la cultura nacional: El lexicógrafo, como el museólogo, trata de mantener en la retina de la gente la tradición lingüística de los pueblos. Hay ciertas cosas que se conservan en la memoria de la gente a través de los siglos, como, por ejemplo, las palabras de la Biblia (“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”; “No se puede servir a dos señores”, “Por sus frutos los conoceréis”,“pobre de espíritu”, “sepulcro blanqueado”, etc.) o de los grandes próceres o personajes de la Historia (“¡O vivir con honor o morir con gloria!”;”¡El que sea valiente que me siga!”).

4) ¿Cómo se hace un Diccionario?: ¿Copiando a otros? No, Los otros diccionarios sólo pueden servir de guía o de material de consulta. Un Diccionario se hace recolectando palabra a palabra, acepción a acepción, los usos en el campo que interesa: si es la Zoología, recogiendo términos zoológicos, si es la Religión, recopilando expresiones de creencias, dogmas y ritos religiosos, de boca de los que saben de ello o lo expresan en sus libros o trabajos.

5) El fichero o, como se dice hoy, la base de datos: Es preciso, pues, hacer un “fichero” de voces con sus respectivos usos y sus presuntos significados, tan grandes cuantos sean los límites que quiera dársele al trabajo del lexicógrafo. Pueden llegar a ser cientos de miles, y a veces, en las Enciclopedias, millones de textos, para obtener no sólo ejemplos, sino los valores y conceptos, y las diversas acepciones de cada palabra recolectada. Hoy en día, el uso de un computador (u “ordenador”, como dicen los españoles) puede ayudar mucho en esta tarea.

6) Labor de conjunto: El trabajo del lexicógrafo es así bastante cansador. De ahí que, por lo común, sea necesario trabajar en equipo, porque la tarea es demasiado grande para un solo individuo (que puede ser un hombre o una mujer: hay grupos que han sido dirigidos por una dama, como María Moliner, directora del mejor proyecto de Diccionario de Usos del Español  en 2 vols. que se haya hecho en el presente siglo). En el caso del DECh, unas 120 a 130 personas. (No las he contado); cuyo trabajo colectivo está en los 5 volúmenes que conforman la colecta, a lo largo de 35 años de sostenida labor. Resultado numérico: unos 65.000 artículos (algo así como 200.000 acepciones) y cerca de 6.000 páginas comúnmente escritas a doble columna en una letra mediana, tipo 12 de computador.

7) Léxico diferencial chileno: El DECh no es, de ningún modo, un diccionario completo del Español de Chile. Están ahí únicamente los términos “diferenciales” nuestros”, especialmente los “chilenismos”, aquellos que son típicos de nosotros, sean de modo exclusivo, o compartidos con otras regiones en que se habla nuestra lengua. Falta todo lo del Español común o “estándar” que se usa en Chile, y que es mucho más numeroso, revelado en voces tales como “Acá, este libro, tráemelo, madre, por favor”.

8) Clases de contrastes léxicos: Los contrastes o “tipismos” principales pueden clasificarse en las sgtes 7 clases:
A.-                       [N]  No figuran de ninguna manera en los Diccionarios académicos, sea que se trate de simples “neologismos” como carpero, inoperancia, rediopatrullas; o de expresiones “antiguas”; pero no registradas, como alhuelahuén, guaripola, manyar y rapanui.

B.-                        [*]  Usos que implican un cambio o desplazamiento de orden gramatical, como el sustantivo albo, alba: ‘colocolino’, en lugar del mismo adjetivo que significa ‘blanco’; amolestar por molestar, dentrar por entrar (seudoprefijos); o decir relación con algo en vez de decir relación a algo.

C.-                       [f]  Usos que implican cambios de sonidos como las inversiones esotéricas de que hace tanta gala nuestra juventud lolera imitando a la gente del hampa, dice al verres, samica, tozapo, tolompa, jermu, dorima, treca, etc.; apócopes comunes en nuestra habla familiar, como contesta, cumple, depra, depre, dire, entrete, impeca, maca, paisa, peni prepo, presi prete, profe, etc., algunos eufemísticos, como ¡chu!, laca, nica, etc.; y alteraciones populares, como adre, cauro, chompa, espital, lipiria, etc.

D.-                       [g] Cambios en la ortografía, como cuatrojos (cuatro ojos), cirujía (cirugía), huaso (guaso), sueco (zueco), etc.

E.-                        [l]  Alteraciones en los lexemas o raíces de las palabras, como botamanga por bocamanga, sacar de paciencia por sacar de quicio, visita de doctor por visita de médico, etc.

F.-                        [c]  contraste de significado en cuanto a la extensión de la palabra, sea ampliando su contenido, como en chivateo, que de significar ‘griterío araucano al acometer’ llega a tener el contenido actual, puro y simple, de ‘griterío’; o bien, restringiendo su significado, como cuando con la palabra bebida o con agüita no hablamos de líquido potable en general, sino que nos referimos a sólo a cierto tipo específico de ellos: respectivamente ‘gaseosa’ o ‘poción caliente de yerba medicinal’.

G.-                       [C] contraste de significado que implica un cambio radical, sea metafórico, esto es basado en ciertas similitudes conceptuales, como en el v. despegar con relación 1)avión 2)en un estado previo al nivel del suelo y 3)que vence la gravedad y pasa a significar 1) en vez de avión: persona o institución 2) en vez de a nivel del suelo en un estado previo de situación desmejorada y 3)en vez de venciendo la gravedad: venciendo graves dificultades). Estos son los usos figurados, quese abrevian como fig. en los Diccionarios.

El cambio puede ser también metonímico, fundado en contrastes de significaciones extremas, como de continente a contenido: paila; de parte a todo, en por nuca; de especie a género, en huevón; de signo a cosa significada, en camiseta; de causa a efecto, en mastique; de antonimo1 a antónimo 2, en inteligentonto, más o menos.

9) Combinaciones en el léxico: Los contrastes son, en general combinables, salvo las marcas [c] y [C] que se excluyen entre sí; y la [N], que excluye a todas las demás, porque va siempre sola.

Un ejemplo interesante de combinatoria lo constituyen los casos de parofonía, en que suelen combinarse [f] con [l], como en ¿Albornoz?, ‘¿a vos no?’; mahoma, mahometano o el reciente machomeno, vinculados a ‘más o menos’ y el último también a poco o nada macho; riquelme por rico; rogelio, ‘rojo’, ‘comunista’; ¡Viva Chile, mi hermosa Patria! en vez de la exclamación más criolla ¡Viva Chile, mierda!

10) Usos diferenciados locales: Como quiera que la tarea no consistía en otra cosa que en una incursión en el diasistema, o sea, en lo diferencial chileno, cabe también considerar la posibilidad de la aplicación de una perspectiva “diatópica” (dialectalismos dentro del país). como lo son por ejemplo los indigenismos del Norte Grande de Chile, en las cercanías de Perú y Bolivia, como achoscha, ‘planta que se come como legumbre’; acullico, ‘porción de hojas de coca’ anaco (‘falda aimara típica’; apacheta, ‘altar de piedras para los caminantes’; chacchar, ‘mascar hojas de coca’; etc.; o bien, de la región que abarca desde la Frontera (Temuco) hasta Chiloé, tierra pródiga en mapuchismos tales como ¡achuchuy! (interj de malestar); achulluncarse, ‘encuclillarse’, cancahua, ‘piedra arenisca’, cancato, ‘cierto pez comestible’; etc.; todo lo cual no impide la presencia de numerosos indigenismos en el habla general chilena, como los quechuismos, cacharpas, callana, chino, cúcaro, guagua, guaraca, huasca, huincha, maltón, pucho, puna, quincha, quiñe, etc. y los araucanismos, la mayor parte de ellos de uso familiar o informal, como cahuín, coila, contri, copucha, laucha, piñén pololo, poto, quiltro, quintral, trintre, tritre, trutro, ulpo, etc.

11) Discriminación regional dentro de Chile: Y para una mayor exactitud en las referencias diasistemáticas, se precisa, en la mejor medida de lo posible, el campo de difusión del uso, v.gr.: paitoco (Norte Grande), apapayar (Norte Chico, pan francés (Centro), ayecahue (Frontera-Chiloé), nutriar (Canales - Magallanaes), cursiento (popular), groso (juvenil), sarraceno (histórico), presiembra (agrario), rebenque (campesino), faite (coa), ripiero (laboral), orsái (deportivo), añatar (hípico), petalería (literario), oficha (mapuche), managuá (marítimo), guachimán (portuario), arsenalear (médico), sacho (pesquero), pirquinear (minero), cachucho (salitrero), alessandrismo (político), etc.

12) Importancia del DECh.- En primer término, cabe recordar que el léxico, con su multitud de voces, frases, locuciones, refranes, modismos y acepciones, es el vehículo natural de la comunicación cotidiana y, en consecuencia, permanece en el tiempo como real vestigio de los hechos sociales y culturales propios del acontecer histórico de cada pueblo. Es así como todo estudio humanístico, incluyendo el trabajo del lexicógrafo, tiene como principal propósito la investigación y preservación de estas huellas que van dejando las comunidades humanas en su devenir a través de los siglos. El cúmulo de vestigios constituye una suerte de “Monumento antropológico” que permite reconstruir y recrear la real historia, tradición e idiosincrasia de cada pueblo.

Naturalmente que debe tratarse de muestras que por su carácter multitudinario, en cantidad y en profundidad, sean lo suficientemente representativas, que se aplique un método racional y objetivo apto para dar razón de sus decisiones, requisitos estos que creemos que el DECh cumple con relativa holgura.

Por último, en el DECh hay diversas innovaciones metodológicas que vale la pena tomar en cuenta: la presentación de los lemas cuya virtual barrita ( / ) permite distinguir las voces invariables de las variables y, dentro de estas, la parte que no varía y la que cambia conforme a los paradigmas de la Gramática; las marcas contrastivas (insertadas en un sistema de siete símbolos, de las cuales uno [N] es solitario, cinco, combinables y dos [C] y [c] alternantes; la ejemplificación escrita y oral de cada uso y acepción adecuadamente registrada en publicaciones y, subsidiariamente, en diálogos; la abundante bibliografía ad hoc (cerca de 700 obras chilenas de literatura, folclor, ciencias, artes y tecnología y cerca de un centenar de periódicos de las diversas regiones), el paréntesis que marca opciones en el uso de la expresión en estudio, los corchetes enmarcadores de conjuntos sinonímicos, etc.

Sólo la crítica y el gran juez que es el tiempo dirán hasta qué punto estas innovaciones y propuestas metodológicas podrán ser acogidas en nuevos Diccionarios de usos dialectales o generales.

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