viernes, 13 de abril de 2012

La crucificada del cerro Cordillera, novela de Félix Pettorino

La Crucificada del Cerro Cordillera podría considerarse como una novela social, de amor y de suspenso que no pretende otra cosa quen entretener al lector con mucho de lo segundo y con algo de lo primero, aunque solo para quienes resulten ser  más vulnerables. Todo todo en esta novela, salvo la cruda realidad familiar y social y de costumbres acaecidas entre fines de la primera mitad y comienzos de la segunda del siglo XX, es ficticio, de modo que su relato no corresponde rigurosamente a una realidad histórica que pueda calificarse de “científica”.

            Eso sí que no dejan de aflorar en ella datos relativos al entronque  inevitable con las tradiciones mapuches de nuestro pueblo, particularmnte con las indochilotas. Hay también un juego que pugna por llegar a ser entretenido con los abundantes chilenismos que a veces, sin darse cuenta, el pueblo usa a diario hasta hoy, lo cual permite, mediante el entretenimiento de la lectura, recordar o reaprender  numerosas voces, giros, y dichos de nuestra población, mezclados con algunos mapuchismos que a veces se nos salen inconscientemente de la boca. De allí que el lector pueda al final contar activa y pasivamente con un extenso vocabulario legítimamente criollo que surge desde todos los rincones de la novela.

Hay, pues, en nuestro ambiente una hermandad cultural “mapuchilena” de lenguaje y de costumbres, en lo social, en lo familiar, en lo sexual, en lo religioso y en lo meramente mitico, que nos invita a entretenernos con un costumbrismo y un suspenso momentáneos, a la vez que vamos recordando o reaprendiendo expresiones que el pueblo chileno aún sigue  usando a diario.  Hay al respecto una especie de sincretismo de creencias, mitos y devociones entre la fe primitiva de nuestros ancestros amerindios con la de los cristiano-católicos, que se han ido fusionando casi insensiblemente desde la época de la Conquista y la Colonia.

Más allá de la elementalidad dell argumento, con el aliño de un romanticismo auténtico que choca ásperamente con una ruda sensualidad, en un ambiente popular, donde se vislumbra la pugna ancestral entre la nobleza y la miseria del hombre, el libro pretende ilustrarnos en el hecho de  que los chilenos somos en realidad el resultado de la fusión bélico-erótica de araucanos con españoles, uno de los pocos  pueblos de América que puede gloriarse de poseer tan noble condición.

Y si queremos remitirnos a la parte que pudiera llamarse histórica, digamos que el escenario soñado de la novela se remite a un período de Chile (1945-1973) más simple y de menor población, más localista, más auténtico y menos consumista y tecnologizado, esto es, no tan contaminado, como ahora, con la llamada “globalización” que nos está complicando bastante nuestra vida natural, económica y hasta político-social, de una manera a veces más expuesta a ciertos graves peligros, como la droga, la violencia y el libertinaje  generalizados y el visible deterioro natural de nuestro cada vez menos amable planeta, que nos lleva a añorar aquellos tiempos en que, pese a que había también mucho menos tecnología y mayor contacto con el mundo más próximo, aunque –como siempre- cierto grado de  maldad, pero ( si se me permite la “contradictio in terminis”), esta maldad era, en general, más atávica, ingenua o bien de origen patológico, pero no por ello menos exenta de atroces peligros, en alguna parte imaginarios, cuando no míticos, el más importante de los cuales era la inevitable  presencia de los brujos y dl temible Satanás y el riesgo inminente de un Infierno inmisericorde, a medias merecido, siempre con las fauces abiertas para todo aquel mortal que no hubiera tenido la suerte de haber alcanzado a arrepentirse de sus múltiples pecados inmediatamente antes de morir…

Mi mayor anhelo como autor de esta novelilla esperpéntica, es decir, algo valleninclanesca, es que ustedes, amables lectores, logren entretenerse con las peripecias de sus personjes, enlazados por la pasión o la camaradería, frecuentemente traicionadas, por el suspenso o a veces sorprendidas por el  espanto novelesco, que (¡como consuelo!), una vez leída, deja de serlo, pero queda siempre una grata sensación de haber presenciado sucesos donde está presente lo que pudiéramos llamar algo así como la “justicia divina”, que sabe amar y perdonar comprensiblemente, a través del puro y simple sufrimiento terrenal a que estamos condenados todos los seres que compartimos la fragilidad y mortalidad de nuestros destinos.

Y tal como es básicamente ficción y fantasía lo que se narra a lo largo de toda esta novela, prácticamente todos los acontecimientos, los nombres de los personajes, las denominaciones de las calles y, muy en especial, los del cerro Cordillera, donde parecen hacer falta los de aquellos antepasados nuestros que en el arte literario fueron reales maestros, no solo para nosotros, sino para todo el planeta. Y los hemos olvidado en la denominación de nuestras calles y avenidas: Óscar Castro, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, para qué seguir con esta lista interminable. Algún día tendremos una ciudad chilena entera engalanada con estos nombres tan recordables...

Por último, en lo que se refiere al lenguaje, debo confesar que introduje, tanto en los diálogos como en los monólogos, una tónica recogida por nuestro ancestral “criollismo” y es una mayor fidelidad (aunque no del todo completa, por razones de comprensión), a fin de que mis lectores se compenetren mejor de la realidad de nuestra habla popular, que forma parte innegable de nuestra tradición cultural, tanto a los relativo a la fonética como a la morfología, la sintaxis y el vocabulario, el cual (para una mejor comprensión) está extensamente definido en el glosario puesto al final de la novela.

Félix M.Pettorino.
Valparaíso, setiembre de 2011.


Nota "curiosa": Acerca del posible origen de esta novela, se ha especulado que su
autor puede  haberse inspirado en un suceso acaecido en el sur de Brasil (Rosario Do Sul), a 
 comienzos de 1978, en que se incoó en los tribunales cariocas un sumario por lesiones leves 
contra los padres de la joven Eliana Maciel Barbosa, de 16 años, como consecuencia de haber 
permanecido durante tres días atada a una cruz. La acusación dirigida contra los padres de la 
adolescennte se fundamentaba en la acción de haber ella recibido cortes superficiales en las 
manos y en los pies para que el hecho apareciera como un real "milagro".
"-Nunca me divertí tanto en mi vida"- confidenció a los periodistas un criador de ovejas de
 gran fortuna que llegó a Rosario Do Sul en su avión particular en su avión particular, con
el propósito de presenciar el "milagro".
Hay, además, tres datos que revelan cierta similitud con los episodios de la novela narrados
 por el escritor chileno Félix Pettorino y son: 1º)  La referencia a los cines, en particular, y
al comercio de las ciudades vecinas que lograron pingües ganancias con la multitud de gente
que acudió a presenciar semejante prodigio; y 2º) La reacción del cardenal de Porto Alegre,
arzobispo Vicente Scherer, quien criticó acerbamente aquel "vergonzoso espectáculo de
 esplotación maliciosa de la fe cristiana" de una adolescente mal orientada por su familia; y
 3º) El haber permanecido crucificada la niña poseída por el demonio durante tres días 
con sus noches hasta ser redimida de todo mal en el amanecer del último...
(Información obtenida por un viajero y editada en El Diario de Montevideo el 16 de febre-
ro de 1978).
Sin embargo, fuerza es confesar que, en lo esencial, lo que se cuenta en "La Crucificada 
del cerro Cordilleraes muy diferente a los episodios relatados en el periódico uruguayo.

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