domingo, 12 de febrero de 2012

Preparativos para un nuevo viaje a la luna... de miel Félix Pettorino

Viña del Mar, lunes 07.02.77, día de los cumpleaños de la abuelita Tina, que entera 76 vueltas de vida alrededor del sol, y de nuestra Glorita, que solo cumple 19.
Se avecina el día lunes 14 de febrero, Día de San  Valentín, patrono de los enamorados. Para tan memorable ocasión, Nechia, como con su esposo es costumbre, se dispone a dedicarle unos sencillos versitos de cariño. Pero esta vez ella desea que, además de expresar su romántico afecto, la estrofilla tenga la virtud de abarcar su nombre real, bajo la forma de un acróstico. Los primeros versos los ha encontrado fáciles..., (pero luego, no tanto..., como parecía). A medida que avanza en la composición, la tarea se le va dificultando tanto, que al abordar el penúltimo verso, llega a convertírsele en algo complicadísimo y hasta se siente incapaz de rematarlo de modo satisfactorio... Lo peor está al final: ¡Imposible recordar una palabra iniciada por X! (¡son tan escasas!) y que además le calce a la rima para cerrar la estrofa, como lo mandan Cupido, dios del Amor, y Calíope, diosa de la Poesía.
Y no le queda otra solución que dejar el famoso acróstico sin terminar y da temporalmente por fracasado el intento...
Horas más tarde, reflexiona con amargura: “-¡Qué contratiempo! ¡Y yo, que creía que un acróstico era tan fácil y que todo estaba tan bien planificado!”.
Después de un rato, vuelve a pensar: “Es tonto afligirse por tan poca cosa... Después de todo, se trata del remate final de un simple acróstico dedicado a Félix, como respuesta a los versitos que él mismo acostumbra dedicarme el día de San Valentín. No se trata de algo novedoso. Es solo una ínfima parte de la sorpresa que le tengo preparada...”
Y en contra de su opción por el fracaso del plan, no encuentra mejor solución que recurrir a su esposo, a quien considera como mejor entendido en materia de versificación.
Como era de suponer, no tuvo el menor tropiezo en su petición. El “beneficiario” accedió encantado y, después de una breve conversación, con un abrazote, besos y cariños de  gratitud, y de ciertos reiterados empeños, surgíó ¡por fin! aquel el verso más el fragmento que le faltaba, y el problemático acróstico quedó redactado así:

Feliz, Félix, de haberte encontrado
En este Universo inmenso.
Loca de amor me volví.
Intensa emoción es la que siento
X: perdón, ¡no hallo palabras para ti...!

         El forzado acomodo, que se puede leer en las letras negritas con que está impreso parte del penúltimo verso más el de remate, no resultó muy feliz que digamos. Pero lo importante fue que el acróstico salió y ambos enamorados quedaron “felixes” de haberlo completado. (Y si por casualidad, se hubiera topado esta edición de la Bitácora de viaje con algún lector incrédulo, le rogaría que comprobara la veracidad de lo dicho mirando la escritura de la fotocopia facsimilar inserta en ella).
Bueno, pero “la intención es lo que vale”. Y por otro lado, hay que valorar que “obras son amores”..., y en eso -dice Félix- mi Nechita nunca falla. Después de todo, las palabras no importan tanto..., Y más todavía, cuando ella, además del poemita de marras, le tenía reservada a su Cara Mitad una sorpresa que era más que “cototuda” para aquel luminoso Día del Amor...
         Es el caso que a cuenta de su desahucio por sus 26 años de servicios cumplidos ininterrumpidamente: primero, como inspectora del Liceo de Niñas Nº 8 de Santiago; y después, una vez titulada en la Universidad de Chile, como profesora de Francés en el Liceo de Niñas  Nº 1 de Valparaíso, el pasado lunes 31 de enero, hacía algo así como una semana, había recibido un chequecito, que ella estima como suculento, comparado con la escuálida suma que, a título de sueldo, percibió mes a mes durante todo aquel largo período.
         Lo de los 26 años de labor requiere una explicación, ya que la jubilación normal era por aquellos lejanos tiempos, sin distinción de sexos, después de cumplidos 30 años de servicios, y no de 26. ¿Por qué tanto privilegio? podrá acaso preguntar nuestro lector, que no lo imagino intrusete. pero sí curioso, como son todos los lectores de verdad... Pues, porque uno de los mandatarios de aquel tiempo (que no me atrevo a nombrar, para no verme involucrado en presunciones políticas o en sospechas partidarias), patrocinó y logró que se dictara una ley que premiaba a la mujer trabajadora con el descuento de un año de labor por cada hijo, hasta enterar el límite de cuatro. Y hay que destacar que Nechia, la valerosa mujer defensora de la vida de los seres inocentes que están por nacer, resolvió tener todos los retoños que el Buen Dios quisiera darle..., y su bella y genuina humanidad no le dio más que para llegar a tener ocho (menos uno: el primero, que desgraciadamente murió en el vientre materno antes de nacer). Y creo que no tan “desgraciadamente”, porque al tiempo después de esa triste pérdida, vio la luz el Nonín, el único varón y actual primogénito.
         Y como la “copucha” de nuestro amigo lector puede haber ido en aumento, es posible que se esté preguntando en estos momentos: ¿en que habrá consistido esa sorpresa “cototuda” que Nechia le tenía reservada a su Cara Mitad en aquel luminoso Día del Amor que se celebraba, y todavía se celebra, el 14 de febrero de cada año?
         Pues, aunque usted, averiguador amigo, no lo crea, se trataba de un escape lunar (y meloso) allende los Andes, con todos los gastos pagados por ella, incluyendo obviamente el traslado, alojamiento, alimentación y demases, en dirección a determinados lugares turísticos de nuestros vecinos (“sudacas”, como nosotros), de Argentina y Uruguay.
         Y usted, paciente lector, estoy cierto que debe ser bastante comprensivo. La tentación de Eva ha sido, de Paraíso a Paraíso, tan promisoria como irresistible para la débil carne de nuestro Adán milenario.
         Era un sacrificio de los grandes para una mujer de modestos ingresos, destacada por una abnegación inagotable y dotada de una maternidad a toda prueba... Casi como para que llegara a malograr un tanto su bien ganado prestigio, si hacemos presente el abultado número de hijos y el hecho de que la menor de sus siete retoños, Amelita, la hoy veterinaria y  “microbióloga en alimentos”, era todavía una niña “preadolescente” que contaba apenas con 11 años recién cumplidos...
         Poco tiempo después del mes de noviembre de 1976, período del aniversario de su pololeo iniciado en 1945, se había dado tiempo para reunir a los hijos a fin de preguntarles durante la ausencia de su esposo: ¿Qué les parece, niños, que el papá y yo nos demos una “escapada” por unos cuantos días, aprovechando el comienzo de mi jubilación? Antes de contestar, les advierto que se trata de un período muy breve, de solo 13 días, desde el 13 hasta el 26 de febrero de año que está por llegar... De la decisión unánime de ustedes depende ese viaje...
La respuesta ¡Siiiií! no se dejó esperar (aunque en más de algún caso con cierta “penita”). Prevaleció el gusto que experimentaron al vislumbrar la inédita novedad que significaría en sus vidas el paseo en proyecto y sobre todo, la oportunidad de que sus padres disfrutaran a sus anchas de un viaje tan lleno de dulces promesas... Además, se daba “de yapa” el mayor relajo por unos cuantos días, una mayor tranquilidad, libertad e independencia para relacionarse entre sí y con sus amistades en plena época veraniega, y también, ¿por qué no decirlo?, la novedad que significaba someterse a prueba para administrar el hogar por sí solos durante aquel par de semanas... Vale la pena hacer presente que se trataba de hijos pertenecientes a la viejas generaciones “lolas” de una de las décadas situadas en el tercer cuarto del siglo XX, bien dotadas (como era la norma general en aquel entonces), de un gran sentido de responsabilidad inculcado con la palabra y el buen ejemplo por padres, sacerdotes y maestros...
Bueno. Estando decidido ese histórico peregrinaje, ¡manos a la obra!
Y, entonces: ¡a entregarnos de lleno a los trámites, papeleos y ajetreos de la travesía en avión a Buenos Aires, el día 14 de febrero, incluidos obviamente ropas, maleta, bolso, pasajes, dólares, etc.,  justito un día después de la celebración del 22º aniversario de Nenena, “la niña del centro”, cuyo regalo se lo tuvimos que quedar debiendo hasta el regreso del paseo: El recibo de compostura de los zapatos tan trajinados del papá quedaron en manos de Glorita, quien se encargó de rescatarlos para entregárselos bien reparados a la vuelta del viaje. Los documentos de conducción del Chevrolet 1949 café con leche y bien peinado, incluido el padrón del auto, quedaron en poder y bajo la confiable responsabilidad del Nonín, quien se comprometió a renovar su permiso de conducir a fin de acudir, en buena forma y sin mayores riesgos, a la recepción de los progenitores al aeropuerto de Pudahuel cuando llegara el momento del retorno.
El viaje se haría en la línea Braniff y el avión partiría, como ya se dijo, el día 14, a las 14,15 hrs. Para ello se reservaron los respectivos pasajes y los de Cóndor Bus a las 9 en punto de la mañana, rumbo a la Capital del Reino, aunque con una necesaria bajada al llegar al desvío de la carretera hacia Maipú, donde se tomaría un taxi del paradero allí existente en dirección al citado aeropuerto de Pudahuel, que andando el tiempo se cambió por el nombre del comodoro del aire Dn. Arturo Merino Benítez (1888-1970), en homenaje al hecho de haber sido este ilustre oficial de artillería quien en 1929,. desde su alto cargo de Director General de Aviación, procedió a la creación de la primera línea aeropostal Santiago-Arica, con lo cual dio paso a la iniciación de la aviación comercial en nuestro país.
Es preciso advertir al lector que la pormenorizada relación de la presente Bitácora del viaje ingresará, a partir de ahora, a un ambiente más autobiográfico y, por ello mismo, más personal y familiar durante la descripción y narración de los detalles e incidentes de la empresa en desarrollo.
Mi “media naranja”, tomando muy en serio su responsabilidad de madre, ha estado redactando varias hojas de “instrucciones”, una para cada hijo. No transcribiré íntegramente sus acuciosas advertencias, órdenes de trabajo y consejos, porque de ser así ocuparía, diría yo, más de un vigésimo del espacio destinado a esta Bitácora del viaje y no me cabría el cuaderno de cien páginas que he abierto con el objeto de dejar un recuerdo lo más exacto posible de todas y cada una de las pericias de este periplo, que se torna mucho más complicado de lo que primitivamente hubiera imaginado. He aquí algunos párrafos marcados de los encargos de mamá, hijo por hijo y por estricto orden de edad:

NONÍN: Querido “Cinderello” (esto es “Ceniciento”): Espero que tu oposición a nuestro viaje allende los Andes haya sido por el temor a que al avión se le ocurriera caerse y, en vez de aterrizar en Ezeiza, quedara agujereado en la punta del Obelisco bonaerense y acábaramos ensartados como Caupolicán justo al final de nuestro ilusorio viajecito...
Espero que las niñas no vean tele hasta las “titantas” durante los días de trabajo para que así puedas dormir, aquí en casa (y no en la de Helga). El paréntesis es mío. Imagínate si hubiera un terremoto y absolutamente ni un solo hombre en nuestra casa o cualquier accidente grave, etc., peor todavía si pensamos que Helga no tiene un teléfono en casa para ubicarte...
No te vayas a olvidar del encargo que te hice de echar a la máquina la ropa dispuesta para el lavado. Te rogaría, si no lo sabes, que separaras las sábanas de la ropa de color, en especial la roja,, a fin de que aquellas  no se tiñan.
Bueno, mi querido Amadeíto, recuerda que tú eres el “administrador” y el responsable de todo, está de más que te diga esto, porque sé de antemano que tu misión la vas a tomar muy en  serio, como sueles asumir todas tus obligaciones. Trata de cumplir tus tareas lo mejor posible, como corresponde a un futuro (o mejor, a un “próximo”) padre de familia...
Reza mucho por nosotros y ruega al Señor para que durante el corto paso por sobre las cumbres cordilleranos no nos vaya a llevar “la Parca Grande” . Y te lo pido a fin de que al regreso estemos habilitados para traerte “la parca chica” que nos encomendaste...Chaoooo! Adioooos!! Te besa tu Leocadia.

NECHIA (o MARIA INÉS, tu “chapa” de fantasía). Querida hijita: Espero que al menos durante mi ausencia abandones un poco tu “bohemia dorada” y te transfigures en una niña seria y responsable, hija mayor de una familia que se presume de respetable..., y que en lugar de seguir como la niñera oficial ad honorem de las “Machuca Aldunate”, lo seas abnegadamente de Amita Morales y la saques a pasear de vez en cuando para que nuestra chiquilina no se aburra todo el tiempo en la casa....

Pero sobre todo, lo que te pido son estas cuatro cosas:

1)                             Que llegues temprano a casa para que des un buen ejemplo como hermana mayor;
2)                             Que todas las noches (sin faltar uno solo) distribuyas el menú para el día siguiente, de acuerdo con lo se haya guardado en el frigidaire. Y como tienes fama de ser una excelente nutri- dietista, espero que esta distribución sea sana y balanceada y se la dejes diariamente escrita a la nana en un papel.
3)                             Ninguna amiga debe quedarse a dormir en casa.
4)                             No dejes “nunca” las llaves del agua corriendo ni la plancha enchufada. Recuerda el tambembe café de la plancha que en cierta ocasión amnésica dejaste estampado al lado de la cama-nido en tu dormitorio.
Bien, pues, mi “Negrucha”, pórtate bien y Dios te lo premiará. Reza por nosotros, si es que aún sabes hacerlo. Te abraza con cariño, tu mamy.

PATTY: Como sabes, hemos acudido al llamado del Clan Braniff  y nos encontramos en estos instantes volando rumbo a Baires. Como no podremos despedirnos de ti personalmente, lo hago por carta a nombre de nosotros dos. Perdona la ordinariez del papel, pero cuando vuelva desde la Argentina, trataré de traerte uno más elegante. Esperamos que te esté yendo de maravillas en tu paseo y que cuando hayas descansado lo suficiente, te encargues de las tareas que te estoy encomendando en este preciso momento:

1)   No dejar nunca sola a la nana y, en consecuencia, turnarse con tus hermanas para salir.
2)    Te rogaría que trataras de sacar a pasear a la Amy, de manera que no pase tardes enteras viendo tele. Por último, si eso no fuera posible, la llevas para que te ayude a arreglar tu estudio o cualquiera otra cosa útil o necesaria para ella o para la casa, eso también la distraerá y no nos echará tanto de menos.
3)   Te dejo el encargo de tender y recoger la ropa que el Nono echará a la máquina de lavar los días sábado y domingo.
4)   Espero que no se pongan a ver tele hasta la madrugada (de lo contrario no dejarán dormir al Nono) y tanbién espero que Andrés se vaya antes de las 12 de la noche. Recuerda que “la carne es débil”. Si te portas bien y cooperas para el buen funcionamiento de la casa (que es lo que de ti espero), te traeré regalos... En caso contrario... (?) (el agregado es por mi cuenta).
Bien, Patita, será “hasta que el destino nos junte”. Reza por nosotros, si es que a estas alturas no se te han olvidado las oraciones... (Nota mía: todavía no se producía “el Gran Milagro Gran” de la Máter Schoenstattiana).
 Chaoooo! Good bye! Au revoir!
P.D. Ninguna amiga puede quedarse a dormir. Vigilar agua, luz, tele, plancha enchufada.

NENENA: Espero que no nos eches mucho de menos y que reces para que el avión no se nos venga abajo con los dos viejos maduros que van adentro, y sobre todo, con mi Oso Mayor.... Aquí van los encargos:
1)    Cuando llegues de trabajar en la fábrica de tejidos (¡pobre obrerita, cansada y sudorosa!), preocúpate de saber quiénes están y quiénes no están en casa, a fin de tomar todas las prevenciones del caso. Si Magali ha salido, preocúpate por su hora de llegada y de llamarle la atención si llega demasiado tarde (pasadas las 21,30).
2)    Preocúpate también de que las parejas de pololos no se queden solas en casa y que Gloria no llegue tarde por las noches, sobre todo si lo hace con Gonza.
3)    Nadie debe traer amigas a dormir a casa. Esta ley debe ser pareja para todas.
4)    No ponerse a ver tele hasta muy tarde durante los días de trabajo.
5)    Trata de no decir garabatos, sobre todo delante de Rosa, la nana. Por lo tanto, olvídate de la “chuchoca caliente” y de los “huevos revueltos”, al menos durante los días de nuestra ausencia... [Agregado mío: “¿Y después, qué? ¿Seguiremos con los “rosarios” y con los “recuerdos para la familia?”]. ¿No es mucho pedir, ¿verdad?, sobre todo si comparamos este “sacrificio” con lo que nos estás pidiendo que te traigamos para la vuelta de este viaje... chantaje!, el paréntesis es mío).
Bueno, mi querida chiquitita, tengo la seguridad de que responderás a la confianza que he depositado en ti.. Te abraza con cariño, tu mamy.
P.D. Antes de salir y siempre: vigilar el gas, la luz, el agua y que no quede la plancha enchufada.

GLORIA: Querida “Polvorita”. Espero que te quedes rezando por los viajeros más “cumas” del Clan Braniff. A saber, yo con mis anteojos de medialuna pegados con scotch y “neoplén” y el papá con su silueta de osezno guatón y revoltoso... Nos vamos volando hacia nuestra romántica aventura, “¡Loco él..., Loca yo...!”, como en el conocido tango de Piazzola. Mi primer encargo sería el que dejes de alimentar a tu gente con “huevos de avestruz” o, peor aún, con “chuchoca picante”, por lo menos durante estos diez días de relajo (¿y después qué?: ¿chipe libre?, paréntesis mío), sobre todo delante del amoroso Doggy, que no atina a  saber por qué tú le dices: “¡perro pelotudo!”...,  y el pobre te queda mirando con sus dilatados ojitos de inocencia...
Bueno, ahora hablemos en serio. Tú sabes que tengo (temerariamente) puestas todas mis esperanzas en ti, en el sentido de que cumplas con tu ocasional papel de dueña de casa:

1)   No salir, mientras está la Rosa (los martes planchará y los viernes lavará).
2)   No llegar tarde desde la calle y no traer todo el tiempo a Gonzalo, ni menos quedarse sola con él en la casa, ni que se vaya tarde.
Bien, mi Glorita, espero que te portes bien, ya eres una niña de 19 años, y es hora que lo demuestres (ya que todavía no lo has hecho , paréntesis mío) Y dile a Gonza que espero su “sacrificada” colaboración con lo que te pido ahí, un poco más arribita, en el Nº 2).
Te abraza con cariño, tu mamy. Chaoooo! A rivederchi!! Au revoir!!

         MAGALI: Mi querida “lolita soñadora”. Espero que salgas de tu  “ensoñación”, por lo menos durante los días que estemos ausentes y vuelvas un poco a la realidad y te preocupes de las cosas cotidianas del diario vivir.
1)   No quiero que te sientas como esclava o prisionera, pues Gloria y tú serán las que llevarán la batuta durante todo el tiempo que Rosa, la nana, esté presente. Preocúpate de quién llama a la puerta, de quién telefonea, etc., etc. Nadie debe entrar a la casa, fuera de las amigas de ustedes, nadie, ni siquiera el viejo Roberto, nadie, salvo claro está, los pololos “oficiales”, vale decir, Andrés y Gonza, (aunque, sí, por un tiempo limitadísimo y muy controlado con la “chicharra” de la casa, el paréntesis es mío).
2)   Las amigas pueden venir durante el día, pero nadie de afuera debe quedarse a dormir, para evitar más jaleo y para que dejen dormir al pobre Nonín.
3)    No deben ver tele hasta pasadas las 11,30, por la razón expuesta más arriba.
4)   Pueden salir, turnándose. Y de vez en cuando lleva contigo a Amita, y cuídate mucho.
5)   No debes llegar tarde, cuando más a las 21.30 hrs.
6)   Que Amy no salga a jugar a la calle.
7)   Bien, mi querida Maguncia, espero que cumplas muy bien lo que te pido. Y yo cumpliré por mi parte con lo que me has solicitado. (¡chantaje. de nuevo!, el paréntesis es mío).
Te abraza con cariño, tu mamy.
PD. Te ruego que eches a remojar la ropa los días jueves.

AMY: Mi querida Amita: Deseamos que no te vayas a aburrir o apenar durante nuestra ausencia, que te puede parecer larga, a pesar de que es solo de unos poquitos días, así es que les hemos encargado a tus hermanitas que te saquen a pasear, para que te distraigas un poco y también para que no te tele-embrutezcas (¿te gusta la palabrita que inventé para el diccionario del Osezno?). Bien. Ahora vienen los encargos:
1)   Comprar el pan antes de las doce del día.
2)   Darle comida a las gallinas en las mañanas. La alimentación gallinácea  consiste en agua, verduras y pelets para ponedoras.
3)   Dar también de comer al Doggy y barrerle sus “lindos (aunque no muy  fragantes) mojoncitos”.
4)   Regar la chacra más cara de Chile, el antejardín y las plantas de cada maceta...(Perdón, no me refiero a una mujer gorda como es la Rosa, ya que, por consejo del Osezno estoy redactando en un Español bien académico, y no quise caer en la vulgaridad de poner por escrito a nuestros sudaquientos  maceteros).
5)   Vigilar a la nana y a los pololos (para retarlos, con la amenaza de chupetearlos después, si ves que están hacen algo que te parezca raro). El agregado dentro del paréntesis es mío.
6)   No ver tele hasta muy tarde durante los días en que tengas clases. De lo contrario, voy a encontrar a la vuelta tu carita convertida en puras ojeras, de lo poco que vas a dormir.
7)   No salir a jugar a la calle. Te autorizamos para que traigas a la casa a tu amiga Sandra y a sus primitos chicos, no grandes). El final del paréntesis es mío.
8)   Estar atenta a la llegada de la leche, con la plata  anticipadamente lista  para pagarla.
Ciaoooo, mi amorcito, mi pequeña Lulú. Adioooós!! Te besa con cariño, tu mamy.
P.D. ¡Salte, mijita!!! (¿te acuerdas?).
Y aquí acaban (¡por fin!) las sabias recomendaciones y los útiles encargos de la mamá..( Y ¡cuidado!, ¡ahora vienen los del papá! Menos mal que era sólo una broma..., así es que no se asusten.
Por suerte el papá no tiene tiempo para estas cosas que para él son “más bien domésticas...”. (Menos mal que el viejo es su poco “machista”).

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