viernes, 17 de febrero de 2012

En el último cumpleaños de mi Nechia.


En la vida me han pasado muchas cosas buenas: el nacer, el crecer bajo el alero de una mamá vigilante de mi futuro, el padre Marambio que tanto me ayudó, los éxitos en los estudios, la Universidad, los hijos ejemplares, las satisfacciones del DECh, el haber podido realizarme en algo que es mi vocación y mi gusto, etc. etc., pero ninguna cosa mejor me pudo haber pasado que el haberte conocido a ti como persona y como criatura amada; y el haber sido el afortunado gozador y disfrutador de toda una vida junto a ti, el ángel más amoroso y encantador que Dios me ha regalado sin tener yo otro merecimiento que el haberlo pedido con persistencia y fervor en mis años de adolescente y, muy en especial, la ocasión de haberme Él otorgado la suerte de alcanzar a divisarte por primera vez, en aquella visión deslumbrada, estando tú del todo ausente de quien iba a ser tu futuro amador. Así lo he recordado en uno de mis versos:

Primer encuentro.
Avecita de mis sueños,
vuelvo a mirarte en la UC,
no tenías ningún dueño,
te posabas por doquier,
luego emprendías el vuelo
y no te volvía a ver.
Con los ojos en el cielo
 ¡soñaba con otra vez...!

Hoy, que estás muy viva y presente junto a mí, lo único que atino a decirte es: ¡Gracias, mil gracias, Nechita, mi niña buena, por todos estos años de felicidad!
¡Oh, Dios Santo!: ¿podrás conservármela aunque sea por un trocito de eternidad
Viña del Mar, Recreo, Club Español, 21.05.06.

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