En la vida me han pasado muchas cosas buenas: el nacer, el crecer bajo el alero de una mamá vigilante de mi futuro, el padre Marambio que tanto me ayudó, los éxitos en los estudios, la Universidad , los hijos ejemplares, las satisfacciones del DECh, el haber podido realizarme en algo que es mi vocación y mi gusto, etc. etc., pero ninguna cosa mejor me pudo haber pasado que el haberte conocido a ti como persona y como criatura amada; y el haber sido el afortunado gozador y disfrutador de toda una vida junto a ti, el ángel más amoroso y encantador que Dios me ha regalado sin tener yo otro merecimiento que el haberlo pedido con persistencia y fervor en mis años de adolescente y, muy en especial, la ocasión de haberme Él otorgado la suerte de alcanzar a divisarte por primera vez, en aquella visión deslumbrada, estando tú del todo ausente de quien iba a ser tu futuro amador. Así lo he recordado en uno de mis versos:
Primer encuentro.
Avecita de mis sueños,
vuelvo a mirarte en la UC ,
no tenías ningún dueño,
te posabas por doquier,
luego emprendías el vuelo
y no te volvía a ver.
Con los ojos en el cielo
¡soñaba con otra vez...!
¡soñaba con otra vez...!
Hoy, que estás muy viva y presente junto a mí, lo único que atino a decirte es: ¡Gracias, mil gracias, Nechita, mi niña buena, por todos estos años de felicidad!
¡Oh, Dios Santo!: ¿podrás conservármela aunque sea por un trocito de eternidad?
Viña del Mar, Recreo, Club Español, 21.05.06.
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