domingo, 1 de julio de 2012

Un acto de real amor: ¿trae siempre consigo más amor?

Breve diario de vida.

                                                                          Por Félix Pettorino.

3 de abril: ¡Qué contento estoy! Estoy nadando en mi saquito como si fuera un pirigüín bajo el agua. Y eso que apenas tengo siete semanas de vida. ¡A que no adivinan qué cosa soy! Con los datos que acabo de dar, no habría cómo perderse... A ver, a ver... ¡Sí, sí! A la una, a las dos  y ... ¡Adivinaron! ¡Soy un embrión humano!

Así como me ven, me hallo “vivito y coleando”, de lo más contento... Mi madrecita no parece haberse dado cuenta ni un poco así de mis movimientos dentro de su guatita... será por lo pequeñito que soy..., aunque la noto un poco inquieta, parece que nerviosa por la novedad que significa mi presencia en su guatita... De todos modos, no importa mucho, porque, ya lo estoy viendo: ¡cómo se irá a alegrar cuando sepa que estoy “vivito y coleando” y que en unos meses más va a tener un nuevo hijo que soy yo! Y para más premio, yo voy a tener también ¡un hermanito! ¡Qué feliz me siento! No me canso de darle gracias a mi Buen Dios por estar tan sano y permitirme que flote así, tan blandito, meciéndome como si estuviera descansando sobre una nube de algodón.

Y sin hacer otra cosa  que esperar y esperar, creciendo un pichintún cada día... ¡Cómo deseo estar afuera para recibir todas las caricias que me van a dar todos, empezando por mi madrecita! ¡Oh, mamita mía querida, Dios te escogió para que yo fuera tuyo! ¡Cómo ansío estar en tu regazo, para que me arrulles con toda la ternura que guardas en tu corazón de mujer y me hagas beber ese néctar tuyo, que es el mas dulce alimento de la vida!

5 de mayo: ¡Por fin mis papás lo supieron! Hace unos pocos días noté que mi mamá se había puesto más ansiosa que de costumbre, andaba de acá para allá, no tenía apetito, se retorcía a cada rato las manos y hacía cosas que me apretaban un poco dentro de mi saquito. Los retorcijones que se le formaban dentro de la guatita a causa de su nerviosismo apenas si me daban trechos para coletear a mi gusto, como lo podía hacer al principio, cuando era mucho más chiquitito.

13 de junio: Un caballero que la apretujaba y que a cada rato le daba besos (y que, como supe después, era nada menos que mi futuro papá) la acompañó a una casa grande donde trabajaba un señor de lentes para que la examinara, así es que me fotografiaron en una pantalla de tele llamada “monitor”. A pesar de que mi pequeña figura se veía algo borrosa, ya se alcanzaba a notar algunas cositas: mis orejas demasiado grandes para mi gusto, mi pirulín (soy un varoncito) y cómo me están empezando a crecer los deditos de las manos y de los pies, que parece que crecieran un centímetro a la semana...

Yo quería saludar a mis dos “viejitos” meneándoles las patitas, ¡qué amorosos se ven los dos tan juntitos! Pero estaban demasiado enfrascados conversando con el caballero de la pantalla sobre algo que no pude oír, pero que de seguro tenía mucho que ver conmigo, porque mostraban a cada rato mi figura en el monitor (creo que no es lo que pudiera llamarse “bella”, aunque sí creo que era un poquitín graciosa). En una de esas, me di cuenta de que me nombraban con una palabra que, por lo menos a mí, me sonaba mal: el FETO, y mi mamá se echó a llorar como desconsolada, yo creo que de emoción al verme tan chico y tan indefenso o también, por haber oído la palabrota con que me bautizaron...

Así es que me puse de nuevo a hacerles travesuras y a darme las volteretas más divertidas que era capaz de hacer dentro de mi saquito para ver si podía reanimarlos un poco..., pero mi pobre mamá, mientras más me veía jugar, más lloraba, le debería doler, ¡pobrecilla! Pensándolo mejor, decidí quedarme bien sosegado hasta que apagaron la pantalla y se fueron murmurando algo que no alcancé a entender muy claro.

Parece que se trataba de una operación que le van a hacer a mi mamá cuando yo nazca. Y los comentarios acerca de lo que piensan hacer conmigo, creo yo que son para mantenerme cada vez más robusto y presentable posible... Y también, más contento de llegar a tener, en unos meses más, una mamacita, ¡la mejor del mundo!. Sé que mi “viejita” me va a querer mucho, mucho, se nota que es muy amorosa y sensible. Por eso lloró tanto en cuanto me divisó como un pobre feto desamparado y deforme. Se me está poniendo en la cabeza que, a lo mejor, me ha encontrado más bien feo y no el bello bebé que ella esperaba tener... Pero yo, para consolarla, me voy acurrucar en su regazo bien amorosamente y bien calladito, tratando de no llorar ni un poco así, de no molestarla en nada, cuando ¡por fin! salga de su guatita a cobijarme entre sus brazos...

Y con el amor que tienen todas las madres del mundo por sus criaturas, seguro que me va a hallar hasta bonito, al menos por ser el retoño que trajo al mundo el amor que se nota que le tiene a mi viejo querido... ¡Y nunca, nunca, dejaré de amarla como la mamá más linda del mundo que ella es! ¡Me doy una vuelta de carnero de lo puro feliz que estoy!

25 de junio: Hoy me están llevando de noche a una casa muy grande, sombría y silenciosa. Me da un poco de miedo sentir cómo mi mamá camina medio cojeando por sus oscuros pasadizos. ¡Qué dulce e indefensa se ve ella, tanto que se preocupa y se aflige por mí, su hijo querido! Ahora la han puesto sobre una camilla. Creo que es para que ambos estemos más cómodos, cuando el caballero que oficia de doctor la examine. A mí lo que más me está gustando es la abnegación y el interés con que la atienden y la cuidan. ¡Y qué agradable es sentirse todo el tiempo así, en la tibieza tan suavecita del nido que se ha formado adentro de su guatita! Me siento realmente en la gloria...

         Es extraño que haya venido sola, sin ese señor que me pareció que iba a ser mi papá a la que trataba con tanto cariño. Veo que habla muy nerviosa con un señor de blanco que podría ser el doctor, pero no, porque tiene una cara muy fea y mal agestada... Y me da mucho miedo...

         -¡Ayayay! Sentí un pinchazo en la espalda. Me está doliendo mucho... ¡Socórreme, mamita! Casi no te puedo ver con la sangre que me brota de mis pequeños pulmones...¡Ese señor de blanco parece que no sirve! Al paso que va, no me voy a poder librar de sus garras. Creo que me quiere matar... Mamita querida: Haz algo por mí, te lo pido por Diosito santo..., porque tú deseas que yo nazca, ¿no es cierto? ¡Ay! ¿Estaré muy enfermo para que me traten así?  ¿O es porque apenas si soy un “feto feo” del que hay que deshacerse?

-No, no es así, mamita, te prometo que una vez que nazca voy a ser una guagua, a lo mejor algo feúcha, pero querendona como ninguna, ya lo verás, ya... lo... ve... rás. ¡No dejes de quererme, madre mía! Si pudieras verme cómo me estoy ahogando en mi propia sangre, que también es... es la tuya! ¡Aparta, te lo suplico, a ese horrendo hombre de blanco! No... no... dejes que... que... me mate, mam, mam, te... te... lo... pido... por... por Dios! ... Y yo... yo... que... que... te... quería... tan... tan... to..., yo... yo, que... i... i... ba... a... a co-... no... cer... te y ... y... a ... dadadar ... te gra... gra... cias..., mam... ¡Aaaaaaaaaay...! ¡Te ...a ... a... diós....., mammmm!

No hay comentarios:

Publicar un comentario