viernes, 13 de julio de 2012

Amadeus te ayuda por etapas a ejercer una actividad dentro de la sociedad en que vives.

El transfigurador de “FASE”.

             Amadeus y Félix Pettorino.

Fuerza es confesar que por muy contento que uno esté con lo que es o con lo que ha llegado a ser, hay momentos en la vida que uno quisiera ser dueño de logros ajenos o haber sido otra persona, que es estimada por la generalidad de la gente como envidiable o muy superior en cierta clase de actividades o cualidades, cuando no gracias a un inusitado golpe de suerte…
Y  no es que a uno le dé envidia de verdad (¡aunque bien pudiera ser!), sino que ¡por cierto! a nadie dejaría de agradarle encontrarse, aunque fuese por un breve tiempo (¡mientras más durable, mejor!) en el pellejo privilegiado de quien ha logrado acceder a algún premio de los más gordos, por lo que ha pasado a ser objeto de la fascinación de todo el mundo…
Te voy a poner un ejemplo ilustrativo: Cuando cierto individuo anónimo, que nunca antes habías visto (¡ni en pelea de perros!, como se dice), o que conocías apenas de pasadita, se ha sacado un gran premio, como la polla-gol, el kino, el loto o la lotería por mil y tantos millones, o cuando dicho fulano ha dado un batatazo en cualquiera de sus actividades, sea, por ejemplo, un gran premio por cierta actuación dramática, en la interpretación de una balada, en un baile un tanto sofisticado o elegante, o anotando “el gol del triunfo” en un partido de fútbol, o el primer puesto en una emulación, como el logro de llegar ser el mejor alumno del curso, o unos de los 10 más altos puntajes en la PSU, el de alcanzar un record en natación, salto alto o largo, etc.; o despertando unos prolongados y sonoros aplausos por su zapateo tan desenfrenado como desenvuelto en una competencia de cueca, “chatreado” elegantemente de huaso con una linda manta doñihuana para más recacha; o en un concurso de conocimientos o de adivinanzas en la televisión o, más estimulante aún, cuando el susodicho personaje ha sido elegido con la primera mayoría para un importante cargo público o privado; o presidente, ministro, senador, diputado, alcalde o regidor que sea,  y no necesariamente gracias a sus merecimientos, sino a algún oportuno “pitutito”, a su simpatía o, por último, pura y simplemente, merced a su buena suerte..., entonces sí que a cualquiera, sin quererlo, le sobreviene cierta “santa envidia”, que más suavemente podríamos llamar “admiración”. Es justo el momento en que comienza el chaqueteo, la maliciosa maniobrilla de colocarle al privilegiado unos cuantos “palitos en las ruedas”, el “aserruchamiento de piso”, los “muñequeos” y otras artimañas o estratagemas nada de edificantes, que son la materia prima de que suele nutrirse la envidia…
En cualquiera de estos casos, nunca faltará el chusco que comente socarronamente o “pa callao”: “–¡Puchas “la raja” o “la mansa cuea” que se gasta ese gil! !”.
Hay que recordar que nuestro Amadeus era un varón, no solo sabio e inteligente, sino que muy “derechito” para sus cosas, de modo que él siempre sentía que su afán por superarse hasta haber llegado a “transfigurarse” en un ser superior, sin que él lo hubiera esperado siquiera, debería y  tendría que ser el real producto de su esfuerzo, de un empeño firme y sincero, de su perseverancia y “resiliencia”, pero en todo caso, sin “cuñas” ni “pitutillos” ocasionales, sin pretensiones desmedidas, ni menos aún, mediante maniobras malintencionadas, ya que aquello no sólo acarrea el desprecio ajeno, sino que permite sentir y acoger malas vibras, y es, además, muy dañino, ya que termina corrompiendo y hasta destruyendo el alma del luchador, que más temprano que tarde, llegará a darse cuenta que su celebrado “triunfo” resultó ser más falso que Judas…
Porque es preciso ser cada día mejor, a través de la dedicación al trabajo en el estudio, a la práctica de algún arte, de una ciencia o de una técnica, no en furiosa pugna con los demás, ni tratando de desalojar a los contrincantes más cercanos, como si se tratara de un torneo, sino, al revés, de apoyarlos en la empresa, aun cuando fuese posible que algunos de ellos llegasen a tener mejores resultados que los que podremos alcanzar nosotros. Porque a estas alturas cabría plantear una pregunta crucial: “¿Qué es lo que sinceramente se busca o se pretende? ¿El triunfo de uno mismo? o ¿el logro de un ideal de progreso que varias personas se han forjado para llevar a cabo cierta empresa en beneficio de la comunidad?
Ahora bien, volviendo al tema que nos interesa, el desarrollo y progreso de este titánico afán debe estar bien estudiado y organizado. Por ello mismo, a nuestro Amadeus le pareció adecuado seccionarlo en cuatro etapas sucesivas, a cada una de las cuales denominó correlativamente “FASE I, II, III y IV”, de donde el calificativo de transfigurador de “FASEcon que se presenta este proceso de metamorfosis personal:
FASE I, caracterizada por la F: Firmeza, Fortaleza, Fuerza, en lo posible hasta la Fatiga: La primera etapa debe estar caracterizada por la puesta en marcha de dichas energías, esto es por el denodado y honesto esfuerzo de vencer todas las dificultades preliminares que llevan a la “transfiguración “de la persona en la actividad de que se trata;
FASE II, caracterizada por la A: el Artificio, la Artesanía, el Arte que se afana en generar belleza;: la Aspiración al bien que se desea lograr, a través de determinadas destrezas adquiridas con tesón, usando la creatividad más que la imaginación, el hallazgo planificado más que tirado a la suerte, todo ello forjado con creatividad, a fin de poner en juego el resuelto propósito de conseguir el objetivo trazado;
FASE III, caracterizada por la S: el Saber, o mejor: la Sapiencia, la Sabiduría lograda a través del estudio, de la investigación, del ejercicio, búsqueda y  exploración metódica del campo de acción que uno ha escogido como meta ocasional y que, desde luego, descarta totalmente la envidia o el recelo hacia quienes están alcanzando mejores resultados; y
FASE IV, caracterizada por la E: el Encanto, o en forma más completa: el Encantamiento por la labor realizada junto con la pasión desplegada para llevarla a cabo. Este sentimiento no va dirigido solamente a la obra en sí, sino a sus destinatarios, al público o más concretamente a todas aquellas personas, por lo común desconocidas, que van a usufructuar de la obra ejecutada. Y, desde luego, al inefable Entretenimiento que se experimenta con pleno goce cuando hemos logrado realizarla a nuestra entera satisfacción.
Lo precedente es la parte teórica. Vamos ahora al capítulo técnico:
Igual que en el soñovisoaudífono del Nº 1 del presente trabajo, es preciso contar con gorro “Morfeo”, que se acomoda sobre un blando almohadón amarillo relleno con ligerísimas plumas de pajarillos cantores Como debes saberlo, cuenta con audífonos y un visor incrustado en la visera que se enciende mediante un botoncillo circular de tono verde pasto instalado en la parte lateral derecha del gorro. Al prenderlo, surge proyectada en la pared opuesta de la habitación una lista giratoria dentro de la cual debes elegir una de las actividades, v. gr.: artísticas, en la que deseas transfigurarte durante el sueño, como un pintor muralista, escultor, actor o actriz, poeta, novelista, cuentista, dramaturgo, cineasta, guionista, acordeonista o bandoneonista, arpista, baterista, cantante, flautista, pianista, violinista, violonchelista, contrabajista, organista, etc., o deportivas: atleta, equitador, escalador, esquiador, gimnasta, futbolista, basketbolista, pimponista, rugbista, esquiador, surfista, tenista, voleybolista, etc.; investigativas, v. gr.: arqueólogo, astrónomo, biólogo, botánico, ecólogo, entomólogo, filólogo, filósofo, físico, geógrafo, geólogo, ictiólogo, laboratorista, lexicógrafo, lingüista, literato, malacólogo (recolector de moluscos, en particular de conchas fósiles, a lo Neruda), microbiólogo, paleontólogo, químico, zoólogo, etc., etc.
Una vez elegido en el gráfico que tendrás al frente, procederás a escoger con la ayuda del índice la actividad en la que deseas transfigurarte y surgirá de inmediato el tablero tal actividad con las etapas sucesivas del transfigurador de FASE, donde a medida que vayas avanzando en las etapas de tu transfiguración, irás marcando con el dedo o con algún apuntador no metálico FASE I, FASE II, FASE III y FASE IV, según la que te corresponda ejecutar.
Ahora bien: en cada una de ellas aparecerá el escenario en que deberá desplegarse tu actividad, aparejada de una lista de instrucciones impresas que deberás ir cumpliendo, de modo que si no resulta satisfactorio tu trabajo, el proceso se detendrá automáticamente y retornará a la etapa en que surgió el problema a fin de que vuelvas a realizarla con un esfuerzo y calidad.
Aprobado que seas en esta primera fase, deberás proseguir inmediatamente, o en otra oportunidad, a la siguiente; y así sucesivamente hasta terminar a cabal satisfacción con la FASE IV, pasada la cual sin inconveniente ni objeción alguna, se te hará entrega de un diploma que te dará por aprobado con una calificación de 1 a 7 en la transfiguración que hayas  logrado realizar en sus cuatro fases.
Se trata entonces de un juego entretenido en que podrás medir paso a paso, durante el sueño, tus gustos, tu vocación y tus habilidades en la actividad que has escogido como preferente. ¡Buen ojo y buena suerte en la elección!

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