domingo, 15 de julio de 2012

¿Es necesario un lenguaje para que haya poesía?

El ensoñador lírico.

                                                             Por Félix Pettorino.

           Amadeus parte de la base de que no es necesario un lenguaje para que haya poesía, ya que solamente dicho requisito es válido para la Retórica. En otros términos, basta la mera existencia de una simple emoción de carácter estético para que haya poesía.
          Claro está que cuando surge una fuerte emoción de esa clase, suele desarrollarse también la tentación casi irresistible de expresarla; pero aquello no siempre sucede, ya que no todo el mundo es poeta (o poetisa, como se decía antes cuando se trataba de una mujer).
           A veces la emoción poética queda solamente anidada en el alma del sujeto y este solamente la atesora para sí, sin comunicársela a nadie de modo verbal o por escrito.
           Partiendo de esta base, fuerza es añadir que la poesía no tiene por qué estar exclusivamente alojada en el alma de los poetas que buena o malamente la escriben, sino que es un don que en esencia pertenece a lo humano y, en consecuencia, cabe que exista en nuestro mundo un poeta que lo sea solamente por su sentimiento poético, sin haber proferido ni escrito una sola línea (o verso) de poesía, como palmariamente suele ocurrir no solo con el “hombre o la mujer del montón”, sino con artesanos, pintores,  escultores, arquitectos o músicos, sean ellos creadores o meramente imitadores o  intérpretes de diversas obras de arte.
           Lo básico, entonces, pensaba Amadeus, es desarrollar la capacidad de sentir la poesía emocionándose y encantándose con ella, lo cual evidentemente parte del conocimiento profundo, no tanto de la vida y milagros de los poetas, sino de lo que han dejado escrito, del cómo y del porqué  han llegado a ser valorados como tan excelsos artistas.
          Según el maestro, “la vida está siempre allí, a nuestro alcance, para disfrutarla como el más precioso de los dones que gratuitamente hemos recibido. Es como un Dios en la plenitud de su aura imperecedera palpándonos de continuo con su Naturaleza esplendorosa, inundada de aire, luz, tierra y agua, siempre agitándose y empeñándose en despertar en cada uno de nosotros la inefable emoción de su presencia con una suerte de pasmo o cosquilleo a flor de piel y de la más variada intensidad. A veces se transfigura en una especie de intenso fogonazo que ilumina y estremece lo más profundo de nuestro ser en una espontánea explosión de emoción y alegría ante tanta belleza derramada a raudales. Y ese es el justo momento sublime y fugaz en que brota y revive una y otra vez la poesía en nuestros corazones. Y no existe ni ha existido ningún ser humano que se halle exento de experimentar este divino toque de emoción estética una y mil veces a lo largo de su existencia... El detalle, muy frecuentemente ignorado por los mortales, es que esta suerte de inspiración es pasajera, pero puede durar bastante más de un instante cuando se hace consciente y se la cultiva como verdadero arte  muy adentro del alma”.
         Para alcanzar alguna vez  este regalito caído del cielo, Amadeus confeccionó el ensoñador estético, que es un simple abalorio o collar cuyo amuleto es un  corazoncito relleno con fragantes pétalos de magnolias mezclados con finísimas plumas de canario y forrado en terciopelo rojo, de unos 5 centímetros de ancho por 8 de largo.
         Aquella hermosa y suave prenda debes ponértela todas las veces que quieras sentir la poesía y principalmente cuando tengas sueño y quieras dormir con el gorrito “Morfeo” calado en tu cabeza. Tendrá la virtud de ponerte en trance lírico, para gozar de la esplendidez de la Naturaleza y de todas aquellas beldades de seres que Dios ha creado para nuestro regocijo, para sentir en tus oídos música divina e impregnar tu espíritu con sentimientos nobles y elevados, y, en fin, para experimentar un amor desbordante por todo lo creado: cielo, tierra, aire, sol, luna, astros, montes, estrellas, arena, mar, olas, plantas, flores, criaturas encantadoras, seres humanos, y en especial los más cercanos a tus emociones... Cada expresión salida espontáneamente de tus labios ante tanta visión bella y amable, y ante tanto sentimiento, será un poema inédito, al menos un verso, y te convertirás, aunque sea por unos breves instantes, en una de las criaturas más felices de la Creación. O sea. En un fugaz poeta de verdad…

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