jueves, 9 de agosto de 2012

Novela "Amor de estudiantes". Una muestra epistolar. De Félix Pettorino.

Santiago, 30.12.47. (tarjeta de saludo). Mi amada Nechita: Esta tarde, la primera en que estoy solo desde hace tanto tiempo, te he echado de menos como nunca.
A mi alrededor todo es agitación y movimiento y, sin embargo, yo estoy triste porque no estoy contigo.
¿Cuándo volverán otra vez esos días anhelados y amados, esas tardes felices en que los dos éramos uno solo?
Usted., Inés, es mía y no se puede separar ya más de mí. No sabes lo que sufro ahora pensando en lo felices que seríamos si tú permanecieras conmigo. Sí, y para siempre. Así debería ser.
No puedo olvidar lo de esta mañana, tu alegría, luego tus lágrimas, tus adioses en el tren, todo.
Cuando el día 31 suenen las doce de la noche, lo primero que haré será besar tus retratos, donde estás más encantadora que nunca.
Quiero que te acuerdes también mucho de mí y que no te olvides que en tu Mageno (nombre que me investaste y que sacaste de tu corazoncito enamorado) tienes algo más que un amor. Sí, tienes en mí al ser que más te adora en la tierra, el que más te va a cuidar y a proteger. Y no te llevas tú sola el privilegio de amar.
Los dos nos queremos... ¡Qué felices momentos de hogar y de vacaciones, de reuniones y de citas y de caricias y de besos nos esperan para el año 1948 que se inicia!
Piensa en eso, amor mío, mujercita mía.
Quiero también que me escribas bien seguido, aunque sea cortito. Aquí van dos sellos aéreos para que empieces. Yo guardo un montón de sellos en mi corazón para ti, para que me sigas escribiendo. No sé qué dulce presentimiento abrigo en mi alma, pero la verdad es que, a despecho de mi soledad, sueño y fantaseo de que este año de 1948 que está próximo a nacer, tú, Nechia mía, amor de mi vida, serás mía para siempre.
Aquí estaré, esperándote triste y silenciosamente. Contando una a una las horas, repasando los minutos y empujando al tiempo para verte de nuevo, tal como eres, radiante y feliz, retornando desde tu tierra y de tus padres queridos a mis brazos, para forjar el futuro con nuevas alegrías y, más tarde, con nuevos y amantes retoños.
Te suplico, Inés mía que me escribas, que no dejes nunca de escribirme. Que me acortes así mi atormentado tiempo de espera.
Aprende a ser mía, como yo lo soy tuyo, aun en la distancia.
Quiéreme. Yo sé que nos queremos. Pero quiéreme un poco más. No puedo dejar de decir eso aunque sepa la verdad, aunque sepa que juntos somos dioses y separados, nada.
1947, el año más feliz de mi vida; pero ya se acabó. 1948 será mejor, ¿no es cierto?
¡Feliz Año Nuevo 1948! Félix, tu Mageno.

La Serena, 31.12.1947. Mi perrito adorado: Héme aquí de vuelta a mis viejos lares, después de un viaje largo y aburrido. En realidad este fue el viaje más largo de todos los realizados hasta aquí. Tú sabes por qué, y yo con mayor razón. Te eché tanto de menos, amor mío, que el resto del viaje fue un verdadero martirio. Después de ese trayecto maravilloso de Santiago a Calera en que lo pasé demasiado feliz, y después de nuestra despedida en Calera no podía calmarme. Me tuve que tragar las lágrimas para no llamar la atención, pero, a pesar de mis esfuerzos, éstas salían fácilmente. Traté de mirar el paisaje, pero en todo lo que me rodeaba te veía tan adorable como siempre y se redoblaba mi pesar. Al poco rato abrí el Reader’s que me regalaste y cuando leí lo que escribiste no pude contener el llanto. Sentía que te amaba más que nunca y que se me obligaba a separarme de ti, como que algún poder, cruel e inevitable, te robaba de mi lado. Todo el resto de la mañana lo pasé muy mal, tratando de no llorar. Ya a la hora de almuerzo, que fue a las 12,30, me calmé un poco. Me fui al coche-comedor y ahí tocó la coincidencia de que me sentaran en la misma mesa en se hallaba el esposo de la Juanita Alfaro. Estaba solo, porque ella tuvo que quedarse a almorzar en el asiento del mismo carro, pues el niñito de ellos se había dormido en sus brazos. El marido de Juanita se puso a conversar conmigo sobre el Pedagógico, los profesores, etc., y así pasé el almuerzo. Después me fui a mi carro, nuevamente a estar con tu recuerdo, pues, aunque doloroso, lo prefería a toda otra cosa. Así pasé leyendo y pensando como hasta las 5,30 de la tarde, hora en que la directora del liceo (de La Serena) llegó a mi asiento a conversarme. Después me presentó al grupo de chiquillas del VI Año y me mantuve dialogando con ellas muy a pesar mío, pues yo deseaba estar sola en mi asiento. El resto del tiempo, hasta la cena y después, lo pasé conversando a solas con Ud., riéndonos y besándonos imaginariamente. A veces cerraba los ojos y creía sentirte a mi lado tan de veras que al despertar experimentaba un profundo dolor.
El tren llegó a la 1 de la madrugada y encontré en la estación a mis dos hermanas con Ubaldino. Después en la casa, a papá y mamá. Estaban en pie a esa hora, esperándome y se alegraron inmensamente al verme. Mi papá lloraba y mamá también. Nos acostamos después de las 2 conversando y más tarde seguí charlando en el dormitorio con mis dos hermanas. Ahí supe desgraciadamente que Cristina (Margarita) no haría su matrimonio hoy día, por dificultades propias de nuestro sexo, así que, como comprenderás, se vio obligada a postergarlo y no lo haría hoy, lo hará para el 12 de enero, el día de su cumpleaños... ¿Te imaginas nuestra mala suerte, mi Mageno? Ella lo sabía como tres días antes, pero talvez no me mandó decir nada por temor de que yo me quedara allá más tiempo del necesario. En cuanto lo supe, me dio mucha pena y rabia al ver que no pudimos estar juntos por más tiempo, pero después pensé que en estas vacaciones iba a estar menos días con mi familia y me consolé un poco.
Mi perrito lindo, supongo que Ud. me habrá mucho de menos, ¿no es cierto?
Anoche, conversando del asunto del colchón con mamá, yo le dije que te había dejado el encargo a ti y que, una vez retobado y enviado por ferrocarril, me mandarías el boleto del bulto a nombre mío. Ella me contestó que, como mi papá tendrá que irse luego a Cerrillos, sería mejor que se lo enviaras a nombre de él a Ovalle y, al mismo tiempo hicieras el favor de remitir el boleto a Cerrillos a nombre de Raúl, que es quien está allá, a fin de que este se lo pueda entregar a algún camión para poder sacar el colchón y llevarlo a Cerrillos. No tienes ninguna necesidad de escribirle a Raúl, echas el boleto en un sobre y le pones Raúl Hernández. Ovalle. Cerrillos de Tamaya. Además, no debes olvidar de ponerle al bulto la marca de “colchón” y no de “cama”, porque con la primera cobran la mitad más barato. Claro que tú tienes que  enviarlo “por pagar”. Te agradecería, amor mío, que nos lo mandaras tan pronto como te sea posible. Y perdona que te moleste tanto y que te haga hacer sacrificios que yo no merezco, como te agradeceré toda mi vida, el de haberme ido a dejar a Calera... Pero Ud. dice que todo lo que hace es porque me quiere, ¿no es cierto, mi hijito? Yo también, Félix querido, sería capaz de hacer cualquier cosa por ti, aunque me sé un poco cómoda frente a ti, que eres el hombre más encantador y adorable del mundo.
Amor mío: supongo que ya habrás recibido mi tarjeta de Año Nuevo. Esta noche me acordaré mucho de ti y te daré el primer beso y abrazo. Tú tambien, ¿no es verdad, amorcito? Esta noche me sentiré doblemente triste: en primer lugar, porque no estaré contigo; y en segundo, porque podría haberlo estado y pasado tan contenta como lo pasamos el Año Nuevo 1947, ¿te acuerdas?
Mi perrito adorado: mándeme las fotos para que estés a mi lado en una forma más presente y para que lo pueda ver “su querida suegra”, que ha preguntado mucho por Ud. y que lo quiere mucho. Se nota muy a las claras que es el yerno preferido, talvez porque Ud. es mío y mi mamá me quiere y, además, porque se llama Félix (como su esposo) y porque es lindo.
Amorcito querido: te tengo tan presente y tengo tan bellos recuerdos tuyos, que estoy deseando que pasen muy rápidamente estas vacaciones para estar de nuevo con Ud. Me hacen falta sus ardientes besos, sus apretados abrazos, sus dulces caricias, su mirada serena, todo, todo su ser adorable lleno de amor. Te quiero, amor mío y estoy completamente segura de que no cambiaré jamás y de que te querré cada día más.
Escríbeme luego, mi hijito, que estoy ansiosa de oírte y necesito tus palabras como el aire que respiro. Mándeme muchos besitos, que yo le he dado bastantes desde ayer hasta hoy día, y Ud. no me ha dado ninguno.
Hoy día, cuando toquen las doce, me tiene que dar un abrazo muy fuerte. No importa que me deje imaginariamente deshecha y adolorida, pues quiero estar muy unida a Ud., tanto como si fuera suya, como espiritualmente lo soy. Son ya cerca de las 7 P.M., “nuestra hora” predilecta, hora que la hemos vivido todo el año bien juntos, amándonos y besándonos amorosamente.
Bueno, amor mío, le deseo un Feliz Año Nuevo 1948. Sé que esta noche no vamos a estar juntos, así es que no podremos ser íntegramente felices ninguno de los dos, porque estamos incompletos; pero lo seremos con toda seguridad dentro de este mismo año, si nuestro Buen Dios así lo quiere.
Recibe saludos de todos los de la casa, especialmente de mamá, que te desea un Feliz Año Nuevo. Y tú, mi amado Félix, todo el amor de su Nechia, tristemente sola, que lo besa y lo abraza mil veces.

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