jueves, 16 de agosto de 2012

Algunas sugerencias normativas para ayudar a unificar nuestra sintaxis.

Puntos débiles en la sintaxis del Español Contemporáneo.
(Boceto para un comienzo de solución gradual).


Félix M.Pettorino
UPLACED


1. Los hechos. La unidad y permanencia del idioma, preocupación no del todo olvidada (aún por los cientistas más acérrimos), es, a pesar de su necesidad y trascendencia, el inestable resultado de una lucha cotidiana donde se entremezclan las manifestaciones usualmente discrepantes de familias y de escuelas, de comunidades y de “mass media”, de iletrados y de letrados... Y todo ello en un mundo pletórico de cambios del más diverso orden y cada vez más afectados por elementos que sólo ayer nos parecían insólitos o extraños...

Fuerza es entonces que haya que buscar el reforzamiento de la unidad y permanencia del idioma en el campo de batalla que esté más estratégicamente dispuesto y, que, por ello mismo, sea menos vulnerable... Y cuando pensamos en esa tierra firme y bastante inmune al paso del tiempo, que puede preservar a un idioma del embate de siglos, nuestra mirada se posa inevitablemente en la necesaria solidez de las estructuras sintácticas, las cuales constituyen, no sólo la armazón supuestamente sólida en que se traban los signos, sino el medio recurrente de expresión del significado.

A este respecto, fácil resulta comprender, que determinados esquemas de la sintaxis, como el de las oraciones “primeras de pasiva” (con un 60% aproximado de frecuencia) son, lejos, mucho más requeridos por los usuarios que cualquiera magnitud del léxico, por común que parezca, como “hombre” o “casa”, por ejemplo. Y aún, dichos modelos de combinaciones verbales poseen la virtud de superar en frecuencia a muchas otras de la morfología: un futuro perfecto conjugado de un verbo X resulta ser así mucho menos corriente que un enunciado Y de tipo reflejo.

Hoy en día, la notable difusión de las comunicaciones hace cada vez más crucial la necesidad de reafirmar los valoresde la unidad y permanencia del idioma. Por fortuna, cabe la posibilidad de acudir al fuerte poder de retención de dichas estructuras, el cual se transmuta en fuerza vigorosa toda vez que ellas van a caballo de los medios masivos de comunicación.

Por otra parte, el hecho de plantearse los mensajes, tele o radiodifundidos simultáneamente, a muchos millones de destinatarios “homohablantes” ha pasado a constituirse virtualmente en el medio más seguro y poderoso para asentar con base firme la unidad y permanencia del idioma de modo cada vez más insistente y perdurable. Y desde luego, con un poder mucho más contundente que el martilleo diario de los maestros o que el bombardeo periódico de la literatura o la prensa escrita.

Pese a la multitudinaria invasión de extranjerismos y neologismos, tal fenómeno propagador de contenidos informativos y asentador de formas idiomáticas se ha ido convirtiendo, gradualmente, en el contrapeso potencial más formidable para eludir y soslayar dispersiones dialectales otrora favorecidas por la existencia de islotes lingüísticos dotados de usuarios con hábitos y formas de vida absolutamente distintos. Y merced a ese empuje, muchos de estos dialectalismos están hoy batiéndose en retirada y cayendo en una obsolescencia, cada vez más preocupante para “coleccionistas del léxico”, como el suscrito.

En el ámbito de los “mass media” vigentes hoy, dentro de una abigarrada multitud de áreas, actividades, costumbres, estilos, niveles socioculturales e intereses, cabe advertir, por ello mismo, cierta diversidad de respuestas frente a las opciones que presentan lo que podríamos llamar “puntos sintácticos débiles”, que, dada la importancia de este plano del lenguaje, conspiran contra la homogeneidad y transparencia de la información.. Y, además de provocar cierto grado de anarquía, generan un estado constante de duda e incertidumbre entre los usuarios más cultos, explicable por la gran extensión territorial del Español y por el gran número y diversidad de sus hablantes. Nuestra no menuda comunidad lingüística resulta ser así bastante más heterogénea y dispersa que otras similares en difusión y cultura, y menores en número de usuarios, como la del Francés, Portugués, Ruso o Italiano. Y más vulnerable que el Inglés, que, por el hecho de mantener sus hablantes la delantera en el avance científico y tecnológico, posee una mayor antigüedad en la difusión e internacionalización de sus formas y presenta, por ello mismo, un riesgo mucho menor de caer en dispersiones o de sufrir masivamente injerencias foráneas.

Bastará una mirada algo ligera sobre las estructuras de nuestra sintaxis, para advertir casi de inmediato la existencia de pugnas idiomáticas vinculadas a la construcción de la frase, y a variantes más o menos indecisas entre diversas opciones posibles (comúnmente sólo dos) y cuya indeseable característica (si así pudiéramos llamarla) es la de no traer aparejada una mayor diferencia, tanto en el significado conceptual como en las valoraciones expresivas. Tal sucede, por ejemplo, en contrastes tales como “Tengo el deseo que venga” y “Tengo el deseo de que venga”; “Hubo algunos disturbios” y “Hubieron algunos disturbios”; “Se arregla computadores” y “Se arreglan computadores”; “La reunión a celebrarse esta tarde” y “La reunión que se celebrará esta tarde”; “Por esto lo digo”, “Por esto es por que lo digo” y “Por esto es que lo digo”; etc.

Las situaciones problemáticas o dudosas, recurrentes en toda lengua tan profusamente hablada y escrita como el Español, pueden llegar a ser muchas y muy diversas. Todo depende del grado de difusión que tenga una cultura idiomática ojalá fuerte y relativamente uniforme. Creo que esto dista bastante de ocurrir dentro de nuestra abigarrada y multiforme comunidad hispánica.

Por ello estoy cierto de que, de no adoptarse con alguna urgencia ciertas mínimas precauciones de orden práctico, se continuará corriendo el riesgo, por años y años, de continuar empantanados en estas pugnas estériles que hacen perder el tiempo y la paciencia a todos aquellos que a toda hora deben enfrentarse ante una lámina o pantalla en blanco.

Es una contienda que llevamos perdida por adelantado si sólo miramos la desmesurada extensión del campo de batalla, y si nos falta la coordinación y metodología adecuadas que demanda tan espinudo asunto. Lo primero es muy difícil, cuando no imposible, de lograr. Lo segundo, siendo difícil, es al menos abordable. Intentémoslo, al menos; pero no abandonemos la lucha simultánea en todos los campos de batalla, empezando por la escuela, como lo hace la normativa tradicional.

2. Planteamiento. Proponemos, al respecto, la elaboración de un plan gradual de soluciones que ataquen sólo los temas de la sintaxis que resultan más conflictivos, semántica y expresivamente inocuos, y más recurrentes en el uso diario del idioma. El principal propósito será el de ir asegurando ciertos éxitos parciales que tengan la virtud de facilitar la uniformidad y expedición de los mensajes multitudinarios a través de consejos simples referidos a determinados “puntos débiles”, muy escasos en número (no más de 10), pero de una elevadísima frecuencia, como son algunos de los casos que hemos adelantado por vía de ejemplo, y otros que enunciaremos más adelante.

Como se puede apreciar, no se trata de ganar una guerra (que ya se sabe perdida) contra la heterogeneidad y cambio permanente del idioma, sino de afianzar una relativa y mínima uniformidad idiomática en ciertos puntos del campo sintáctico que, por su gran recurrencia en el uso, resultan ser verdaderamente importantes y decisivos para asegurar una aceptable estabilidad idiomática dentro del estrato culto, que es el que más tiende a la uniformidad.

Y las soluciones que, después de un maduro examen, lleguen a plantearse deberán ser divulgadas  como simples recomendaciones prácticas dirigidas a los medios de comunicación de masas en Español. Su finalidad no será, ciertamente, la de condenar un uso considerado como bárbaro o espurio, sino la de facilitar cierta uniformidad idiomática importante por su frecuencia, mediante normas precisas y sencillas.

La fundamentación de las soluciones recomendadas, en los casos conocidos como de problemático soporte lingüístico, podrá asentarse sobre la base de resultados logrados mediante una prospección estadística aplicada a la comunidad culta del mayor número posible de países hispanohablantes.

El plan que me atrevo a proponer tendría que realizarse por etapas, empezando por los casos más generales y de más obvia solución Y a medida que se fueran perfilando y asentando los buenos resultados, podrían irse seleccionando otros puntos dudosos en nuestra sintaxis hasta llegar a tocar cuestiones vacilantes en materia de morfología (como la formación del femenino en nombres de oficios y profesiones; la del plural en las voces agudas acabadas en vocal y en los neologismos de procedencia foránea; las irregularidades verbales por diptongación, etc.) y hasta, si se quiere, del léxico en unas cuantas voces de uso común que presentan grandes diferencias dialectales, (como varios nombres de electrodométicos y de vehículos de transporte, por ejemplo). Algo de esta tarea, sobre todo en materia de fonética, se está haciendo, en forma paulatina y, en cierto modo inconsciente, por los propios medios masivos de comunicación.

Para asegurar desde un comienzo el éxito del programa, habría que contar con el apoyo o patrocinio de instituciones de gran ascendiente idiomático, particularmente la Real Academia Española y sus correspondientes en los diversos países de habla castellana, además -naturalmente- del departamento de Español de alguna Universidad de prestigio, quienes se encargarían de seleccionar y de graduar los primeros temas.

Y los medios de comunicación encarnados en la prensa escrita, la radio y la televisión, una vez recibido el primer “paquete” de recomendaciones, se encargarían de su difusión, no llevando a cabo, por cierto, la publicidad de las normas, sino sólo poniéndolas en aplicación, de modo que se fueran divulgando espontáneamente, a través de su manifestación unitaria y homogénea, como modelo de imitación para la masa de los usuarios.

3. Contenido del plan. Veamos ahora algunos de los temas sintácticos que podríamos recomendar como los primeros en ser estudiados y propuestos a los “mass media”:

3.1. Confusión entre la construcción impersonal y la pasiva con se: Se ha hecho bastante común la pugna idiomática entre la construcción impersonal transitiva, al estilo de “Se arrienda habitaciones” y la pasiva correspondiente: “Se arriendan habitaciones”, en la que se hace concordar el verbo con el actante “objetivo” que de complemento directo ha pasado a ser sujeto. El fenómeno, como es lógico suponerlo, sólo es observable en la 3a. persona de plural.

Creo que la solución, que por su mayor sencillez (y acaso mayor frecuencia de uso) contaría con el beneplácito de la mayoría de los hispanohablantes cultos de hoy, sería, pura y simplemente, el recomendar para todos estos casos la petrificación del verbo en 3a. persona de singular. Así, no se haría distinción alguna entre “Se arrienda” (a secas), “Se arrienda habitación” y Se arrienda habitaciones”.

3.2. Verbos haber y hacer como unipersonales “impropios”: Existe también una notable vacilación en estos casos, al no saber si atribuirles a los signos referentes que los acompañan el carácter de complemento directo, como en “¿Hubo unas fiestas o no las hubo?”, “¿Hace dos años o no los hace?; o, como en el caso precedente, el de sujeto, como en ¿Hubieron unas fiestas o no hubieron?”, “¿Hacen dos años o no hacen?”

Recomendaría una solución diametralmente opuesta a la que he propuesto en el número anterior, esto es, la de ajustar los verbos haber y hacer al número que lleva el nombre del actante objeto que los sigue: “Hubieron unas fiestas”, “Hacen dos años”. Pienso que, pese a su colocación, el uso más generalizado en nuestro tiempo tiende a estimarlo como sujeto gramatical, aún en el habla culta, y no sólo de América.

3.3. Le / les.como acusativos: Es bien conocido el hecho de que, a partir dela época clásica, Castilla divulgó por la Península y por buena parte de América el hábito de emplear las formas le / les como acusativos personales (A) en lugar de las primigenias lo,la / los, las correspondientes (B):

                  (A)                                                                                 (B)

“A Juan le vieron en Jaén”                     por              “A Juan lo vieron en Jaén”.
“A Inés le vieron en Jaén”                      por              “A Inés la vieron en Jaén”.

“ A Juan y a Inés les vieron en Jaén”     por              “A Juan y a Inés los vieron en Jaén”.

Una solución práctica, muy viable por su claridad y sencillez, consistiría en zanjar esta incómoda dualidad del modo siguiente:

Recomendar a los radio y teledifusores restituir las cosas a su punto de origen, aconsejando para todos estos casos  los usos de los pronombres átonos lo, la, los, las y dejando a le, les sólo para los dativos.

De este modo, se preferiría siempre (B) antes que (A).

Tal distinción no parece de ningún modo difícil si se considera que los acusativos son siempre preferidos en habla culta sobre los dativos cuando se trata de nombres de animales o de cosas inanimadas:

                 (B)                                                                            (A)
“A tu gato lo vieron”                                  y no            “A tu gato le vieron”.
“A tu joya la vi”                                         y no            “A tu joya le vi”.
“A tu gato y los vi”                                    y no             “A tu gato y a tu joya les vi”.

Además, el uso de verbo transitivo con acusativo es comúnmente reductible, casi sin obstáculo, a una construcción pasiva en que tal acusativo pasa a ser sujeto:

“Juan fue visto”, “Juan e Inés fueron vistos”.

Lo que no sucede con el empleo del dativo:

“Le escribieron a Juan”                  pero no  *“Juan fue escrito”.
“Les pegaron a Juan y a Inés”  pero no  *“Juan e Inés fueron pegados”(con igual sentido).

3.4. Uso de la preposición a ante complemento directo: Cierto es que en este caso no hay mayor vacilación cuando se trata de emplearla ante una expresión de referente humano, sea nombre propio: “Aplaudieron mucho a Miguel”; común: “Aplaudieron mucho a cantantes”; o pronombre: “Aplaudieron mucho a quien cantó”.

Ni tampoco caben muchas dudas ante expresiones de referentes personalizados: “Aplaudieron mucho a los perritos circenses”, “Quiero a mi Chile”; “Temo a la Muerte”; etc.

Las dudas comienzan cuando se trata de otros referentes, particularmente inanimados individualizados, como en “Busco (a) la justicia”; “Visitamos (a) París”; o cuando cabría dejar de usar la preposición a ante un complemento directo de persona para evitar su confusión con el indirecto, que sí necesariamente lo lleva: “Presenté (a) la novia a mis padres”; o, a la inversa, podría ponérsela ante un complemento directo de referente inanimado para evitar la ambigüedad con el sujeto agente: “ (A) la lancha hundió el bote”.

Creo que la solución para estos casos problemáticos podría estar en recomendar la supresión de la preposición a ante todos los complementos de referente inanimado no personalizado:

“Busco la justicia”                                   y no   “Busco a la justicia”
“Visitamos París”                                    y no   “Visitamos a París”;

y recomendarla para los casos contrarios:

“Aplaudieron a los perritos circenses”    y no   “Aplaudieron los perritos circenses”
“Quiero a mi Chile”                                y no   “Quiero mi Chile”
“Temo a la Muerte”                                y no   “Temo la Muerte
“Presenté a la novia a mis padres”         y no   “Presenté  la novia a mis padres”

Y en los poquísimos casos de posible ambigüedad entre el complemento directo y el sujeto agente, patrocinar el recurso de observar el orden lingüístico descendente:

“El bote hundió la lancha” y no “A la lancha hundió el bote”.

3.5. Uso “galicano” de la preposición a ante complemento del nombre: Ocurre -como se sabe- cuando un sustantivo es complementado por:

a) un infinitivo de acción pendiente: “temas a tratar” en vez de “temas por tratar”, etc.;

b) un sustantivo significativo de “medio”o “instrumento” que actúa o funciona de alguna manera: “avión a reacción” por “avión de reacción”, “reloj a cuerda” por “reloj de cuerda”; “lápiz a mina” por “lápiz de mina”; “televisión a color” por “televisión en color”, etc.;

c) un sustantivo que apunta a una “causa”: “enfermedad a virus” en vez de “enfermedad por virus”; y

d) un sustantivo significativo de alimento o ‘vianda’, que se prepara con un determinado “ingrediente culinario”: “conejo a la vinagreta” en vez de “conejo con vinagreta”

Un masivo sondeo estadístico aplicado a hablantes cultos de diversas regiones de España y América podría facilitar la solución de este problema. Parece muy probable, para todos estos casos, que la mayoría se pronunciaría abrumadoramente como usuaria de “a”. Y con esta respuesta se podría dar término al empleo obsolescente de preposiciones tales como con, de, en y por, para tales coyunturas, ante el temor (hoy minoritario) de incurrir en el uso “galicano” de “a”, tal como está tachado por los doctos de un siglo ya en vías de extinción.

3.6. Queísmo y dequeísmo: Confusión profusamente generalizada en el nivel culto de comunicación de masas de todos los países de habla castellana, incluso España mismo.

Podría resolverse expeditamente con la recomendación dirigida a dichos medios en el sentido de emplear:

A) de que, en los casos en que el regente es un nombre sustantivo (“La causa de que hubiera paro”) un adjetivo (“Están felices de que su equipo ganara”); o un verbo que rija de, como acordarse de (“Se acordaron de que estaban castigados”), tratar de (“El presidente trató de que lo escucharan”); etc.

B) que, cuando el regente es:
.un verbo que se completa con su sujeto: “Parece que irá”; “Es deseable que baje el gas”; “Está visto que el narcotráfico no se acaba”; etc.

.un verbo que se completa con su complemento directo: “Dice que nos visitará”; “Comentan que renunciará el ministerio”; etc.

Puede servir de ayuda a la solución de estos casos el recomendar la sustitución. según el caso, de la forma problemática por:
.de algo: (“La causa de algo”; “Felices de algo”, “Tratar de algo); o bien,
.algo: “Parece algo”, “Es deseable algo”, “Está visto algo”

3.7. Confusión de los referentes en la secuencia dativo se + acusativo de 3a. persona: Es hoy cada día más frecuente oír por radio o televisión, y aún más, leer en la prensa: “El homenaje se los hicieron a los artistas”, en que se hace concordar el acusativo los con el complemento indirecto a los artistas, olvidando, debido a la fuerte presión unitaria que ejerce la fórmula, que el verdadero referente está representado por el complemento directo, ya que “el homenaje fue lo que hicieron”, y no “los hicieron a los artistas”.

La solución que propongo para resolver esta molesta confusión no parece demasiado difícil. Consistiría básicamente en recomendar que en estas combinaciones de dativo oblicuo se (equivalente a a él, a ella, a usted, a ellos a ellas, a ustedes) + acusativo lo/la/los/las, realizadas bajo las formas respectivas de se lo/ se la / se los / se las, el segundo término, vale decir, el acusativo, es el que debe ir referido al objeto de la acción expresada por el verbo, y no a la(s) persona(s) a que dicha acción va dirigida: “El homenaje se lo hicieron a los cancilleres”.

3.8. Adjetivos coordinados que son determinantes de un mismo sustantivo: Ante una situación como esta, el usuario suele pluralizar el sustantivo para hacerlo concordar con los adjetivos coordinados copuklativamente que lo determinan: “El señor ministro recorrió el cuarto y quinto pisos de la exposición”; “El tratado deberá ser ratificado por los parlamentos argentino y chileno”.

Se trata de una solución que, a pesar de estar muy difundida, resulta rebatible desde la perspectiva de las normas tradicionales, que preceptúan que el adjetivo es el que debe acomodarse al sustantivo, y no a la inversa.

Para corregir esta anomalía, los puristas aconsejan separar la determinación adjetiva mediante la sustantivación del segundo de los adjetivos (ya que habitualmente son sólo dos): “El señor ministro recorrió el cuarto piso y el quinto de la exposición”; “El tratado deberá ser ratificado por el parlamento argentino y el chileno”.

Pero la pluralización del sustantivo, además de ser más breve y concisa, no provoca ambigüedad alguna. Ambas debieran ser consideradas como razones más que suficientes para acoger, no sólo su tolerancia, sino su divulgación por los medios de comunicación de masas.

3.9. Concentración de regímenes: Desde hace mucho tiempo la Real Academia Española y preceptistas gramaticales del más variado cuño califican como “solecismo” o falta de sintaxis la concentración de partículas incongruentes en un mismo enunciado. “Habrá restricción vehicular en y fuera del centro”.

A fin de evitar la inconexa coordinación entre tales elementos regentes, la norma tradicional obliga a separar ambos expresando completamente el primero de los miembros de la coordinación y haciendo que la segunda partícula rija al término pronominal representativo del primer término, y decir en consecuencia: “Habrá restricción vehicular en el centro y fuera de él”.

Este tipo de contracción es aún más frecuente en el caso del uso contrastivo entre las preposiciones con y sin:

“Voy con o sin ti” en vez de “Voy contigo o sin ti”
“Se arriendan piezas con o sin pensión” en vez de “Se arriendan piezas con pensión o sin ella”.

Igual que en el caso expuesto en el punto 3.8, es muy probable que el uso vitando se deba al intento de dar con una forma de expresión más dinámica y económica, toda vez que el uso patrocinado como el legítimo supone la complicada reiteración de uno de los miembros que componen el giro.

Pero el caso es a veces un tanto más embrollado, y es cuando uno o más complementos se refieren a diversos elementos nucleares. La tendencia general es también aquí el recurrir, como era de prever, a la concentración de regímenes.
.Sea que se trate de un solo complemento con idéntico o diverso régimen prepositivo. Respectivamente:

“Vivo y trabajo con mi padre”; “Varias veces subió y bajó de un árbol”.

La escisión de los regímenes es notoriamente menos usual:“Vivo con mi padre y trabajo con él”; aún en los casos en que los preceptos normativos lo recomiendan como el único propiamente legítimo, ya que -según se asegura- la concentración podría provocar una diferencia, cuando no una ambigüedad, en el significado. Nótese la diferencia que podría haber entre: “Varias veces subió y bajó de un árbol” con “Varias veces subió a un árbol y bajó de él”. En el primer caso cabría suponer que subió a otra parte y después bajó de un árbol.
.Sea que se trate ahora de más de un complemento:

 con un régimen idéntico:
“Vivo y trabajo con mis padres y hermanos”; o

.con un régimen distinto:
“Va y viene de su casa a su colegio”, enmendable en “Va de su casa a su colegio y viene de su casa a su colegio”.

Mi opinión es que la solución más práctica y viable para todos estos casos sería la de observar el acatamiento del uso y prescindir de los argumentos gramaticales, salvo en las escasísimas coyunturas en que se llegara a consumar un evidente equívoco: “Su trabajo consiste en comprar y hacer negocios con acciones”, donde no se sabe si el trabajo consiste en comprar cualquier bien comerciable o en comprar sólo acciones. La solución de este caso sería entonces la necesaria escisión de los regímenes: “Su trabajo es comprar acciones y hacer negocios con ellas” (si eso fue lo que se quiso decir).

3.10. Construcciones enfáticas con el verbo ser: Para abordar este tema, nada parece mejor que partir de enunciados sencillos con un número limitado de elementos, que hagan factible la “enfatización” del primero de ellos valiéndose del verbo copulativo “ser” como pivote, que puede ir, tanto en un presente “neutro”, como concordando con el tiempo del verbo subordinado:

1) “El rey no ha abdicado” > “ “El rey es (ha sido) quien no ha abdicado
2) “Aquí se libró la batalla” > “Aquí es (fue) donde se libró la batalla”
3) “Así se dieron las cosas” < “Así es (fue) como se dieron las cosas”
4) “En los cerros se asalta más” > “En los cerros es donde se asalta más”
5) “Durante abril nos resfriamos” > “Durante abril es cuando nos resfriamos”
6) “De luto llegaron a la iglesia” > “De luto es (fue)como llegaron a la iglesia”
7) “Por todo esto no salgo” > “Por todo esto es  por que no salgo”
8) “Trabajando se progresa” > “Trabajando es como se progresa”
9) “Cansado de vivir, se suicidó” > “Cansado de vivir, es (fue) como se suicidó”

Nótese cómo el primer elemento se pondera reiterando su fisonomía gramatical en el atributo predicativo mediante un relativo ad hoc: quien, donde, como, cuando, que. Sin embargo el uso actual más frecuente (y que viene de un buen tiempo a esta parte) no ha hallado un camino más fácil que reproducir a todo elemento enfatizado por “ser” mediante que:

1) “El rey es (ha sido)quien no ha abdicado” > “El rey es (ha sido) el que no ha abdicado
2) “Aquí es (fue) donde se libró la batalla” > “Aquí es (fue) que se libró la batalla”  >
3) “Así es (fue) como se dieron las cosas” > “Así es (fue) que se dieron las cosas”<<
4) “En los cerros es donde se asalta más” > “En los cerros es que se asalta más”
5) “Durante abril es cuando nos resfriamos” > Durante abril es que nos resfriamos”
6) “De luto es (fue)como llegaron a la iglesia” > “De luto es (fue) que llegaron a la iglesia”
7) “Por todo esto es por que no salgo” > “Por todo esto es que no salgo”
8) “Trabajando es como se progresa” > “Trabajando es que se progresa”
9) “Cansado de vivir, es (fue)como se suicidó” > “Cansado de vivir, es (fue) que se suicidó”

El reproductivo que se ha convertido así en un “comodín” lingüístico que vale en estas construcciones enfáticas del verbo ser por todos los restantes relativos, vale decir, por quien, donde, como y cuando, lo cual [salvo en el caso 1)] no es estimado como legítimo por la Gramática Tradicional.

¿Qué hacer en este caso? Algo muy obvio ysimple: acatar la economía y sencillez de un uso enfático generalizado con el que y que, a mayor abundamiento, no provoca ningún grado de anfibología. Y en cuanto al verbo subordinado, dejar, como ahora, plena libertad de acción para practicar o no la “consecutio temporum”.

Y como este empleo se ha ido desgastando como para no suscitar en muchos casos la ponderación que se desea, recomendar, antes que nada, la utilización de la forma originaria desprovista de énfasis.

4. Conclusiones. Como habrá podido apreciarse, el presente plan, descrito de modo tentativo,como idea inicial y sólo en un somero esbozo, plantea la necesidad de promover un proceso gradual de soluciones sencillas y homogéneas en materia de pugnas sintácticas frecuentes en los medios cultos de comunicación.

En la elección de la forma gramatical recomendada, será siempre bueno preferir aquellos usos que resulten ser más aceptables, no sólo por su generalizada difusión, sino también por la inocuidad en sus efectos semánticos.

El plan no debe abrigar ningún propósito de desconocer el carácter cambiante y multifacético del lenguaje ni de impugnar la existencia de las formas preteridas. Se trata, pura y simplemente, de una tentativa por uniformar ciertos esquemas gramaticales frecuentes de comunicación, utilizando al efecto el poderoso instrumento difusor de los “mass media”.

Por último, tampoco se trata de pasar una máquina apisonadora sobre la rica variedad de los elementos dialectales y expresivos que cabe apreciar dentro del extensísimo mundo cultural y geográfico del Español.

A la inversa: el esfuerzo del plan va dirigido a lograr una más expedita, uniforme y eficaz comunicación entre los cientos de millones de usuarios de la lengua que nos legó Castilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario