domingo, 17 de junio de 2012

¡Qué tristes y solos se quedan los viejos!

Lamento de un anciano.

                                                                       Por Félix Pettorino

Sembré voces al viento,
eché a volar pajaritas.
Mi cosecha la presiento:
¡ya nadie me necesita!

Salvé a náufragos del tiempo,
serví de alero en la lluvia,
fui vigía en el lamento
¡y ya nadie me pide ayuda!

Voy entre nieves perdido,
todo sol en mi alma muere,
los que me amaban se han ido
¡y ni sé si Dios me quiere!

Hablo y nadie me comprende;
si ruego el ¡no! es rotundo;
si ofrezco amor, no me entienden.
¡Ya no vivo en este mundo!

Mi vida ya no es ni esperanza:
es un túnel sin salida,
las fuerzas ya no me alcanzan
para curar mis heridas.

Vivo muerte anticipada
en esta frágil garita,
voy derecho hacia la Nada
¡y nadie me necesita!

Hundido en mi noche negra,
apenas si ahogo un grito
que ignoro hasta dónde llega:
¡Dios mío, te necesito!

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