martes, 6 de marzo de 2012

Testimonios didácticos de Quinta Imagen, pág. 7, Valparaíso, 16.10.1991.

    ¿QUÉ ES SER MAESTRO?
Profesora Valentina Banfi, alumna de Castellano del  I. Pedagógico de la U. de Chile en Valpso.
   Siempre que se trata de destacar la trascendencia de la labor del profesor, este cambia de nombre. Entonces se le llama "maestro". Oración de la maestra se llamaba el hermoso texto poético de Gabriela Mistral, no de la profesora. La sociedad parece haber establecido un claro distingo entre ambos sinónimos (lo que no tiene mnada de extraño, ya que la sinonimia perfecta no existe, según me enseñó mi maestro de Gramática en el primer año universitario). Profesor es aquel que imparte conocimientos. "Maestro" es mucho más que ser profesor, e, incluso, a veces se es maestrio sin ser profesor, porque ser maestro dista mucho de ser un grado universitario. Pero, sin duda, el maestro por excelencia es maestro y profesor.
    La palabra "maestro" viene del latín "magister", el que enseña. Es decir, el que deja "una señal", su impronta que persiste en el discípulo como una huella indeleble. Sus discípulos llamaban a Cristo "Maestro". Nosotros reservamos ese nombre para aquellos profesores que de algún modo dejaron su marca en nuestra alma como un sello que nos dignifica, que nos ennoblece.
    ¿Por qué algunos profesores poseen esa capacidad de proyectarse en sus alimnos y otros no?
   Una preparación científica rigurosa, el nivel académico del profesor, su sabiduría, influyen desde luego, pero no bastan. Mucho más significativo es cómo entrega sus conocimientos. Su humanidad. Su capacidad de comprensión y afecto.
     El calor de su palabra y la generosidad de su corazón es lo que hace que su presencia permanezca en sus discípulos mucho más que como un hermoso recuerdo.
     Por eso los grandes maestros se descubren en el corazón de quienes fueron sus alumnos.

Testimonio de Oscar Quiroz Mejías, de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Playa Ancha (UPLA).
     Su llegada (al Liceo Eduardo de la Barra de Valpso,) había suscitado la natural curiosidad que suele despertar un cambio de profesor. Y helo allí de pronto, sin preámbulos, deseoso de entrar en materia, La lista, buenos días jóvenes, su rápida mirada al libro para enterarse de las materias pasadas, observaciones, notas... y luego la clase, o mejor, un diálogo acelerado, vivaz, que para muchos ha pasadoa ser una perpetua invocatoria y convocatoria al estudio, al trabajo, a la discusión, al cuestionamiento. Los adolescentes de ese distante cuarto de humanidades pasamos a ser el señor García, Asís, Novoa, Sáez, Gutiérrez, Pantoja, Quiroz, Zamora. Un señor que no podía dejar de estar pendiente del curso de ese diálogo, tanto por la seducción del maestro como los sorpresivos y frecuentes llamados a responder con su palabra, su opinión, su trabajo: "antes que el tiempo airado cubra de nieve la dorada cumbre". ¿Y usted? Usted, señor García, ¿qué sabe de esto?, el carpe diem, la vida fugaz, el compromiso... Pero usted, señor Ríos, ¿qué cree?, ¿qué piensa?, ¿qué quiere? Y la vida retirada, el ubi sunt? (el ¿dónde están?), Lope, el honor, Cervantes, la experiencia, la vida, el dolor, la muerte. Mañana... ¿Qué hay para mañana? Recitación: el autor, la época, la obra. ¿Por qué ese poema?: "No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido..."Pobre barquilla mía, sin velas desvelada y entre las olas sola... Teatro, teatro habrá mañana. La  Compañía de teatro que luce su nombre, ¿superará el éxito que logró la Compañía Calderón". Hoy me ha tocado ser gramático, mañana comentarista, la próxima semana actor: ser, hacer, trabajar, estudiar. ¿Y si representamos la obra en el salón de actos del liceo? ¿Por qué no? ¿Para qué está? "¡Ay, mísero de mí! ¡Ay, infelice!" Y de la sala de clases saltábamos al salón de actos. La Vida es Sueño. Un día la luz de primavera inunda la sala, es el recreo. Los alumnos preguntan, sugieren, critican, quieren más, otros no pueden más. No. Todos tienen un lugar en ese crisol de personas de la clase de Castellano. Félix Morales Pettorino, el maestro, feliz en el corazón de esa vida juvenil, hermosa. A la distancia me digo: "-¡Seré profesor, quiero ser profesor, como él, como él!".
Testimonio del profesor Eddie Morales Piña, jefe de carrera de Castellano en la UPLA. En cada una de las cátedras dictadas por don Félix aprendí a conocer la sabiduría y el valor académico del profesor Morales y a apreciarlo como persona y como maestro. Por eso nos dolió cuando fue exonerado de la universidad (por la dictadura militar), y creo que su vuelta a las aulas, de las que nunca debió estar ausente, es una reparación justa, moralmente, que enaltece a esta universidad.
    Para nuestra generación verdaderamente don Félix Morales Pettorino fue el maestro que guió nuestros pasos por el mundo gramatical, haciéndonos conocer y valorar nuestra lengua materna. así como también a afianzar nuestra vocación de profesor de Castellano. Más tarde yo derivé hacia la Literatura y convertido ahora en Jefe de Carrera de Castellano, recuerdo con aprecio y orgullo aquellos años en que don Félix fue mi maestro.

Testimonio de Patricia Vargas Sandoval, profesora de Lengua Materna y Jefa de Docencia del Instituto de Lengua y Literatura de la Universidad Católica de Valparaíso, hoy Pontificia, PUCV.

    Para mí, don Félix es el maestro por excelencia, pues aúna en forma extraordinaria lo humano y lo intelectual. Ha sido mi único maestro. Me motivó en el estudio de todo lo relativo a la lengua y me entregó las herramientas necesarias. Es un gran metodólogo. Posee una gran mística de maestro.

Testimonio de M. Isabel Peñailillo Fuentes. profesora de Latín y de Lengua Materna en el Instituto de Lenguas Clásicas, P.U.C.V.
La figura inconfundible de don Fëlix en las antiguas aulas de la U.C.V. permanecerá para siempre en mi mente. Hizo nacer en mí el gusto por los estudios gramaticales de nuestro idioma. Siempre le agradeceré los altos valores humanos, estéticos y lingüísticos entregados.


    

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