lunes, 5 de marzo de 2012

Oda de Hernán M. Pettorino [Nancho]

La oda enloquecida.

Verso
de rienda
suelta,
desbocado...
corriendo
por la pradera
perfumada
tras la imagen fugitiva
en escapada,
que se esconde
por cerros
y quebradas.

La persigue
la ronda
y la sorprende:
ya tiene
a su presa
acorralada
que cae
entre sus dientes
atrapada,
siendo al fin
por fauce ansiosa
articulada.

Verso
de crin
al viento
con estribo
y estribillo,
con espuelas
y rodajas
que suenan
y resuenan.

El corcel
del verso
suelto
va arrimándose
a las rimas,
fáciles novillas
atajadas
en la quincha.

Cuando caen
las estrofas
al galope
de las horas
se van arando
las palabras
en las melgas
de las almas
(deletrean
viejas piedras
la sequía
de su llanto)
y las siembran
silabeando,
mientras sudan
voz y ritmo
sangre y tinta.

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